UN CUARTO AZUL

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Para quienes desean enfrentar un unipersonal donde la barbarie humana que se encierra en la mente se confiesa.

UN CUARTO AZUL

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“Parece que me está viendo, pero no, porque está muerto.”

Ella cepilla su cabello de manera lánguida, presentándose como una mujer aparentemente inofensiva e inocente. El subir y bajar del cepillo pareciera ser una distracción de la lágrima que corre por su mejilla, del fuego que la consume luego de haber dado a luz a un bebé que nunca existió, de la risa maniaca en espera de explotar a borbotones de su garganta. Ella es autodestructiva y cruel, una fiera sedienta de sangre dispuesta a aniquilar a quien se atraviese en su camino, así como una suicida en potencia y un ser que ama profundamente, un alma delicada que pide ahogar su dolor en el agua. Ella es igual a nosotres, un humano funcional dentro de la sociedad. La diferencia es que ella, frente a una audiencia, tuvo la osadía de hablar, de confesar todo eso que todes, absolutamente todes hemos pensado en algún momento de nuestras vidas.

“Supongo que lo que quiero hacer es hablar de mí.”

La mente humana, en su vasto y mórbido potencial creador y destructivo, es capaz de los pensamientos más hermosos o barbáricos sin que jamás sean confesados a alguien más. El deseo de ser encontrado por un ser querido luego de haberse quitado la vida, el morir consumido por un incendio, o el haber alguna vez cometido un acto de crueldad deliberado sobre otro ser vivo, como podría ser el aplastar una hormiga con un dedo, por nombrar tres ejemplos, son pensamientos o actos perfectamente “normales” dentro de la psique humana, se consideran maneras de lidiar con la realidad sin que estas acciones conlleven una psicopatía que ponga en peligro real a los demás. Sin embargo, el dialogar con ese lado oscuro que reside en uno, con esa fuerza destructiva que pareciera querer ahogar la cordura, es algo de lo que rara vez se discute en público, mucho menos en escena. “Un Cuarto Azul”, escrito e interpretado por Samantha Coronel, es un unipersonal que aborda estos temas de manera honesta y potente, desde las propias vivencias de la autora, desde un lugar vulnerable donde se abre una ventana a la mente de Coronel desde donde el espectador es testigo de su lado más feral, frágil y verdadero.




“¿Nunca les ha pasado que tienen 17 años y se quieren matar?”

Luego de hablar con dolor y miedo de una serie de pesadillas, sueños violentos que incluyen la presencia de un bebé muerto, un campo verde con un misterioso hombre de traje, y un incendio, Samantha voltea a la audiencia con sonrisa maquiavélica para hablar de los pensamientos suicidas con lo que en ciertos momentos de su vida ha jugado no sólo en su imaginación, sino incluso con un cuchillo de sierrita en la mano que subía y bajaba de su muñeca al codo,  mientras que su madre bajaba las escaleras hacia ella, en la cocina de su casa en Ensenada. Esta y otras confesiones llevan a la confrontación, a preguntar directamente a les asistentes si alguna vez han tenido este tipo de pensamientos, si en cierto momento de sus vidas, como en la adolescencia, se han sentido seducidos por el lado más oscuro que habita en elles. Lejos de enfocarse en la estructura del biodrama, de crear un espacio de confesión y terapia grupal para enfrentar a sus propios demonios con un público que le aplauda, Samantha Coronel crea en “Un Cuarto Azul” un discurso universal que provoca, enfrenta y abre conversaciones en torno a esas sombras que acechan los pensamientos del ser humano, al lado maniaco/depresivo que se halla en la mayoría de las personas, al sentimiento perenne de culpa e insuficiencia que pareciera agobiar a toda una generación afectada por una vida pospandémica. Es en esta capacidad de abordar la universalidad de dialogar con ese alter ego demoníaco en cada reside en todes que el unipersonal cobra verdadera resonancia en espacio de menos de 45 minutos.

“¿No sienten a veces horror de ustedes mismos?”

Al inicio de la puesta en escena, se escucha el caer de una gota sobre agua, alusión a la tina que se encuentra en la parte trasera del escenario, y lugar donde un exorcismo se habrá de llevar a cabo. La maleta sobre la que Samantha ha mostrado su lado más sensible guarda en su interior aquello que ella quiere enfrentar, su niña interior, su alter ego más frágil o feral. Esa confrontación es tan potente como cuando la actriz debe verse al espejo, y al público que la observa detrás, en un acto confesional que habla de amor y culpabilidad. Cuando Samantha arde en llamas en un sueño que incluye a dos bebés no natos y a uno nacido muerto, la iluminación naranja la rodea como las flamas de las que habla. La dirección de “Un Cuarto Azul” a cargo de la misma Coronel junto a Laura Baneco logra crear una atmosfera que refleja el estado mental de la protagonista. A pesar de una constante referencia a la hora real en la sala, elemento que pareciera no llegar a un punto concluyente dentro del montaje, los elementos que conforman la propuesta, especialmente el diseño escénico de Fernanda García y el diseño sonoro a cargo de Alfonso Olguín, consiguen acentuar el texto, darle una mayor solidez y potencia, ya sea a través de un simple cambio de luz o revelando los contenidos de una maleta que llevan hacia el terreno de la contundencia a la puesta en escena.




“Quiero matarme y que el mundo lo sepa.”

La acción comienza con Samantha sentada sobre el costado de una maleta, una figura frágil que se podría romper con tan sólo una palabra cruel lanzada en su contra. Más adelante, ella se convierte en una especie de comediante realizando una rutina de stand-up, donde se presenta como una bestia desquiciada cuya risa oligofrénica es más amenazadora que divertida. Cuando se enfrenta a su propio reflejo en el espejo y habla del amor, del que siente, anhela, recibe, la protagonista refleja en su mirada una profunda tristeza o melancolía, una soledad como la que sienten millones de personas que viven en una metrópoli como la Ciudad de México. Finalmente, cuando Samantha debe hablar con una muñeca de trapo que representa a ella misma, la actriz se transforma en una niña perdida tratando de entender el mundo que la rodea, que busca darle sentido a un mundo hostil, tanto el real como el que reside en su cabeza. Al abarcar toda una gama de sentimientos en poco tiempo, todos ellos contrastantes y superponiéndose uno encima del otro, “Un Cuarto Azul” representa un reto actoral que demanda veracidad emocional, fractura que provenga de la entraña, exige un compromiso escénico que en ningún momento permite la pretensión o la falsedad. Ya sea con una única lágrima cayendo de un ojo, o riendo como una muy amenazante y desequilibrada lunática, Samantha Coronel se entrega de lleno a la propuesta dando rienda suelta a todo su rango actoral, uno que no había desplegado con tal fuerza en puestas en escena anteriores. Sin duda con este unipersonal la actriz se expone, se vulnera y lo hace para crear un poderoso e íntimo trabajo que conecta a partir de la honestidad con que se entrega.

“Niñita, ¿eres feliz?”

Tengo una playlist en mi celular que incluye las canciones The Rainbow Connection de los Muppets, In the End de Justin Bond, y I Did it All de Tracy Chapman, entre muchas otras. Esta serie de melodías son para mi funeral. Alguna vez, en Gayosso, pregunté si era posible quitar de las capillas de velación todo tipo de imagen religiosa y si se les podía cambiar el nombre a las salas para que, durante mi velorio, la gente pudiera ir a despedirse de mí en Plaza Sesamo. La respuesta a mis preguntas fue que sí se podía. Hay un lado tan perturbadoramente mórbido en todes nosotres, uno del que rara vez hablamos, o si lo hacemos, es a manera de broma como si el planear nuestro propio funeral no fuera cosa seria. Todes somos humanos, y albergamos pensamientos oscuros relacionados a la muerte en nuestra mente, pues ese último adiós es el que nos une de manera absoluta, lo queramos aceptar… o no.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Un Cuarto Azul

DRAMATURGIA: Samantha Coronel

DIRECCIÓN: Samantha Coronel y Laura Baneco

ELENCO: Samantha Coronel

DÓNDE: Sala Novo

DIRECCIÓN: Madrid 13, Del Carmen Coyoacán.

CUÁNDO: Sábado 18:00 horas. Hasta el 5 de Julio 2025.

COSTO: $200. Entrada general. Boletos en taquilla y en Un cuarto azul #0625 – Boletópolis

DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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