Para quienes quieren ver una de las obras maestras de Chéjov en un poderoso montaje.
TÍO VANIA
Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (@RiAlCastillo)
“La vida se ha vuelto aburrida.”
El tedio es insoportable. Los días se convirtieron en semanas que se volvieron meses, y de la nada se transformaron en años. Despertar, comer, trabajar, soñar con una vida mejor sin realmente hacer nada para que las cosas cambien, dormir y volver a empezar. Lo único que les cambia son las caras que cada día son más viejas y el creciente peso en los hombros vuelve su andar más lento. El arribo de huéspedes a quienes se han dedicado sin importar desperdiciar sus vidas y un doctor con la cabeza llena de bosques pero obnubilada por el vodka, removerán por un tiempo el letargo con el que todos deambulan por esa hacienda y despertarán pasiones que llevan siglos dormidas. Nada importa, al final todo volverá a la normalidad y aquí no ha pasado nada.
«Desde hace años no hacemos más que hablar y hablar.”
Adentrarse en la dramaturgia de Antón Chéjov es explorar una de las condiciones humanas más lamentables y patéticas de todas: la contemplación. Esta capacidad de ver sin hacer nada, de quejarse sin mover un dedo para que las cosas sean distintas, de amar profundamente sin jamás declararlo, de no trabajar y permitir volverse una sanguijuela de los demás, de llenarse la cabeza de sueños e ilusiones que no sirven en lo más mínimo como motivador hacia algo mejor es exactamente lo que aqueja a los personajes que habitan el universo chejoviano que se crea en “Tío Vania”.
“¡Qué pereza de vivir la suya!”
A partir de la traducción que hizo Ludwik Margules, uno de los directores más importantes en la historia del teatro mexicano, el público de “Tío Vania” tiene la oportunidad de apreciar la verdadera genialidad de Chéjov, quien escribiera con gran lírica, poeticidad y absoluto realismo la patética inhabilidad del hombre por cambiar, la crueldad con que el tiempo nunca detiene su andar, la pasividad que invade al infeliz y el profundo aburrimiento con que alguien puede vivir toda su vida. Si tan sólo el profesor fuera un poco más agradecido con Vania, si el doctor dejara de tomar tanto y se fijara un poco en Sonia, si Elena fuera capaz de dejar al profesor y entregar sus afectos a Vania o al doctor, ya que ambos la aman, si tan sólo todos dejaran de lamentarse… pero nada de eso sucederá.
“Yo seguiré hasta que mi vida se acabe por si sola.”
La dirección de “Tío Vania” a cargo de David Olguín resulta poderosa, contundente y absoluta. Un telón metálico que separa dos espacios escénicos bien definidos, mismos que serán trasgredidos a medida que la obra avanza, consigue una propuesta visual que sorprende tanto por su aparente sencillez como por su profunda complejidad teatral. El trabajo de Gabriel Pascal en la escenografía, junto con su iluminación que enfatiza la intimidad, el dolor o la emotividad encerrada en cada uno de los habitantes de la hacienda, aunado a elementos como hojas secas cayendo sobre los personajes, pétalos de rosa regados por el suelo, el sonido de paredes colapsándose o de gansos graznando son pruebas del profundo entendimiento que tiene Olguín sobre la escena y de su fina manera de manipular a los espectadores hasta conducirlos a un final escalofriante de enorme crueldad.
“No hay que violentar la buena armonía.”
Adicionalmente, Olguín tiene un claro sentido del ritmo y tono requeridos en una obra de la naturaleza de “Tío Vania”, algo que queda patente en su dirección de actores. Sin prisas, de forma descarnada y con un cierto cinismo para mostrar con lujuria la miseria humana, Olguín impulsa a sus actores a llevar a sus personajes hasta el borde del abismo emocional. David Hevia, a quien recientemente aplaudí en “El Misántropo” de Molière (crítica en
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“Cuando se carece de vida verdadera, se vive de espejismos.”
Tras una exitosísima temporada de “El Misántropo” de Moliére en el Teatro Helénico y con esta nueva temporada de “Tío Vania” en el Milagro, David Olguín demuestra, además de su impecable calidad como director, su capacidad para traer textos clásicos de grandes dramaturgos a la escena contemporánea con montajes que resultan atractivos y desafiantes para un público que comúnmente no mostraría interés en ellos. Constantemente escucho una y otra vez la necesidad de educar al público para que se acerque a un teatro más inteligente, culto y menos comercial. El lleno total en la sala y la enorme ovación al final de la función son prueba absoluta de que Olguín está en el camino correcto.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Tío Vania”
DRAMATURGIA: Antón Chéjov, versión de David Olguín sobre la traducción de Ludwik Margules.
DIRECCIÓN: David Olguín
ACTÚAN: Mauricio Davison, Arturo Ríos, Laura Almela, David Hevia, Rubén Cristiani, Carmen Vera, Esmirna Barrios y Raúl Espinosa Faessel.
DÓNDE: Teatro El Milagro
DIRECCIÓN: Milán 24, colonia Juárez. Entre Lucerna y General Primm.
CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:30, Sábados 19:00 y Domingos 18:00 hrs. Hasta el 23 de Noviembre.
COSTO: $200 entrada general. 50% descuento a estudiantes, maestros e INAPAM. $60 descuento a estudiantes y maestros de teatro y vecinos de la Colonia Juárez.
DURACIÓN: 130 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Uno de los espacios alternativos más atractivos de la ciudad, El Milagro cuenta con una amplia cartelera que recomendamos revisar. No cuenta con estacionamiento o valet parking.