TIERRA OCEANA
Para quienes se atreven a enfrentar el miedo, el adiós y la muerte con dolorosa poeticidad.
TIERRA OCEANA
“¿Lo vas a acompañar hasta el final?”
Su vida tenía un sentido y un propósito, todo parecía estar en orden, justo al momento de cumplir los 40. De pronto él, aquel pequeño que trajo en brazos desde un país lejano para ser su padre y que se lo arrebataron hace casi diez años, volvió a su vida. Sin embargo, no vino solo. Consigo trae mucho miedo, una seri de medicinas que tomar y un diagnóstico fatal. Ahora, en medio del campo, con la única persona que se acerca a una figura paterna, un hombre tendrá que enfrentar a sus demonios mientras el inminente adiós se aproxima.
“¿De dónde viene el miedo?”
La muerte y la pérdida, vista a través de los ojos del cáncer en un pequeño de escasos diez años, son abordados con desbordante poeticidad y dolor por el dramaturgo canadiense Daniel Danis en su obra “Tierra Oceana”. En ella, tres generaciones de hombres entran en contacto con la naturaleza para enfrentar sus miedos, debilidades, su más pura desnudez, en búsqueda de la más mínima respuesta que les pueda ayudar a entender el devastador proceso de ver consumirse a quien se ama, al mismo tiempo de que se trata de mantener aunque sea un mínimo de dignidad o de aquello que se supone que es la vida.
“Creo que empiezo a desaparecer.”
Un teléfono del que brotan las lágrimas derramadas por una mujer que ha decidido abandonar a su hijo adoptado, un viaje entre sueños para escapar de una realidad insostenible, una posibilidad de amor en medio de una desgracia. Onírica y con elementos de realismo mágico, “Tierra Oceana” es hermosa en las imágenes que inspira, poéticamente dura y sin concesiones en su dramaturgia, aunque al mismo tiempo con una anécdota relativamente pequeña y sobre extendida haciendo uso justamente de esa capacidad lírica del autor. Esto genera un contraste interesante donde la mayor fortaleza de la escritura a momentos es también su principal área de oportunidad. Mientras que en el personaje principal, Antoine de 40 años, sus disertaciones sobre su estar roban el aliento y cautivan, en el tío Dave pueden percibirse como perorata mientras que en el pequeño y enfermo Gabriel se pueden leer como melodramáticamente chantajistas. En cada espectador quedará la lectura de la puesta, en base a su capacidad de simplemente dejarse llevar por las bellas palabras que emplea el autor para describir la más horrenda de las situaciones.
“¡Quiero vivir!”
Una cámara negra casi vacía salvo por una escalera de tres peldaños, un piano rojo en una esquina y un xilófono. En este espacio habitan los tres personajes de la obra, padre e hijo adoptivo interpretando sus papeles, el tío Dave con libreto en mano leyendo su papel y varias acotaciones casi como si se tratara de una lectura en atril. La propuesta de dirección que Boris Schoemann propone para “Tierra Oceana” es contrastante. Profundamente íntima, casi personal en su diseño, pareciera que está la puesta en escena sucediendo exclusivamente para un espectador, para que este conecte con las vicisitudes de cada uno de los personajes. Adicionalmente, la obra es montada libre de casi toda utilería donde una pared es una cama, una mano es un teléfono y en una expresión se vislumbra todo un universo. Sin embargo, la decisión de que el tío Dave sea personificado por Francisco Hinojosa con libreto en mano, claramente sin saberse los diálogos, afecta de manera directa el buen flujo del montaje, lo entorpece y, en mi parecer, no aporta en nada a la propuesta en general. De haber una justificación escénica, no fue percibida por mí.
“Ve… ve… ve en paz.”
Con lágrimas contenidas en la mirada, Antoine comparte sus sueños, lo que ha dejado atrás, toda su impotencia ante la inminente muerte de su hijo. Su lírico monólogo eleva el espíritu, hiere el corazón, acaricia y afecta el alma de quien ha tenido la desgracia de ver a la muerte en los ojos de un ser amado. La fuerza escénica de “Tierra Oceana” se centra en el trabajo actoral de Antón Araiza quien se deja llevar por el trance que vive en una interpretación cargada de elegante verdad contenida. A su lado, Emmanuel Lapin consigue a momentos notas fluidas y verdaderas como el niño Gabirel, siendo necesario explorar aún más la entraña y el dolor para dotar de mayor carga emocional un personaje por demás complejo y complicado. El elenco lo completa Francisco Hinojosa como el antes mencionado Tío Dave en un trabajo que francamente demerita al montaje de manera global, llegando él incluso a llamar a los actores por sus nombres y no por el de sus personajes. Al terminar la función no pude evitar pensar qué habría sido de la puesta en escena de haberla visto libre de un libreto que daña muchísimo más de lo que aporta.
“Estoy tan feliz de haberte encontrado.”
Mi mano tomando la de mi amada Maru mientras ella se desvanecía poco a poco en una cama de hospital; la noticia de mi mejor amiga de un bulto poco optimista en su seno; horas formado en el Seguro Social esperando recibir las medicinas contra el VIH que tomaba una persona a quien quisiera no recordar. La enfermedad ha estado presente en mi vida muchísimas más veces de las que hubiera querido, me he tenido que enfrentar a ella con las muchas o pocas herramientas a mi alcance. Gracias teatro por tu catarsis, por compartir mi dolor, por llevarme a recordar que no soy el único que ha tenido que lidiar con camas, hospitales y dolor. Así es la condición humana… maldita sea.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Tierra Oceana”
DRAMATURGIA: Daniel Danis
DIRECCIÓN: Boris Schoemann
ELENCO: Antón Araiza, Francisco Hinojosa y Emmanuel Lapin.
DÓNDE: Sala Novo
DIRECCIÓN: Madrid 7, Del Carmen Coyoacán.
CUÁNDO: Domingo 18:00 horas. 20:00 horas. Hasta el 28 de Octubre.
COSTO: $200 entrada general. Boletos en taquilla y en www.redticket.com.mx
DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking. Les recomendamos revisar el resto de su cartelera.
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