Por Juan Carlos Araujo | 1 febrero, 2014 1 Comentario

Para quienes quieren tomar una clase de sexología impartida por estrellas de la televisión.

TENGAMOS EL SEXO EN PAZ

 

“Nos sentimos maestros del sexo.”

 

Los orgasmos, el punto G, la eyaculación precoz, la disfunción eréctil, la frigidez. Temas reales, que le suceden a todos, pero de los que nadie quiere hablar. El sexo es placentero, delicioso, cachondo, la mayoría de los adultos, al menos los hombres, se la pasan pensando en ello todo el día y, sin embargo, todos temen a hablar libremente sobre fantasías, deseos, perversiones y juguetes. Vivimos en un mundo donde el sexo es moneda de cambio, así que ¿por qué no nos relajamos, estiramos las piernas y nos disponemos a hablar de forma abierta, divertida y, sobre todo, adulta sobre lo que pasa entre las piernas?

“Yo soy ese demonio disfrazado de dulzura.”

 

Más una clase de educación sexual que una obra de teatro, “Tengamos el Sexo en Paz”, basada en el libro “El Zen o el Arte de Coger” de Jacobo Fo, pone en el escenario a dos hermosos especímenes humanos para hablarle al público sin miedo a las palabras o a los ejemplos sobre muchas de las realidades acerca de la sexualidad humana. En un intento por abrir una conversación franca, divertida y profunda con el público, los actores buscarán la participación del mismo para que opinen, pregunten e incluso se suban al escenario en un intento por que todos los asistentes salgan del teatro habiendo aprendido algo que quieran experimentar esa noche en el dormitorio.

“Es que sólo se levanta cuando te acercas.”

 

Seamos honestos. El verdadero atractivo de esta obra radica en poner a una belleza como Luz Elena González y a un galán de la talla de Marcus Ornellas sobre un escenario para que hablen de sexo, cachondeen un buen rato entre ellos y posiblemente con el público, y que éste se ría un buen rato. El que además de todo ella use ropa entallada y él se quite la camisa ayuda a que por supuesto se vendan más boletos.

“Hablar del punto G es como hablar del Abominable Hombre de las Nieves.”

 

Sin embargo, la intención es buena. El producto sin duda divertirá mucho a todo un target bien definido por los ratings de la televisión, mientras que posiblemente logre abrir un diálogo entre parejas sobre la vida sexual de cada uno de ellos. En un país tan reprimido, a veces cualquier espacio que ayude a entender que la frigidez es un estado mental o que la eyaculación precoz es un problema con fácil solución, se agradece.

“Niño, cómete la sopa o llamaré al orgasmo.”

 

La dirección de Claudia Ríos en cuanto a conceptualización escénica es atractiva, sin duda. Un escenario rojo de piso a techo, dos sillones muy sugerentes y un árbol que encierra un gran misterio en su interior cobran cierta vida a medida que los actores exploran los diferentes aspectos del sexo. Aunado a esto, la utilería empleada, desde un simple pizarrón hasta un par de tubos que simularán una vagina y un pene gigantes ciertamente lograron arrancarme la carcajada al aparecer en escena.

“¿Saben por qué fingen las mujeres? ¡Porque creen que nos importa!”

 

La dirección de actores se limita simplemente a que las estrellas sean ellas mismas en el escenario sin mayor indicación. Marcus Ornellas resulta muy simpático a momentos y logra seducir a su público más con una sonrisa y un guiño que con el tamaño de sus pectorales. Luz Elena González, quien lleva el mayor peso en la obra, le imprime toda su capacidad a este papel para tratar de conseguir varias risas y algunas carcajadas. 

 

“¡Al infinito del placer, y más allá!”

 

“Tengamos el Sexo en Paz” no resultará muy novedosa para quienes vieron “Orgasmos” o “Monólogos de la Vagina”, obras que igualmente tratan temas de sexualidad sin miedo a las palabras. El diálogo sexual entre hombres y mujeres siempre ha sido difícil y mientras esta condición no cambie, estas obras seguirán atrayendo al público a la taquilla. En este caso el imán es la buena genética y la fama de los actores participantes, pero la intención de llevar mayor placer al dormitorio… eso siempre se agradece, ¿qué no?

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