Para quienes se sienten cansados del reflejo en el espejo

SOLEDADES

El sueño de toda mujer, como me lo enseñó Susanita, la amiga de Mafalda, es casarse y tener hijitos. Puede ser. También puede ser una pesadilla. Las lágrimas de alegría y emoción que una mujer deja caer discretamente el día de su boda se pueden convertir en una cascada amarga y dolorosa cuando no se puede estar más lejos de la felicidad.

“¡Felicidades, eres toda una señora!”

Soledad lleva 16 años casada y está sola. Su marido Miguel Ángel le proporciona todo lo que necesita pero nada de lo que ella quiere. Eso lo recibe la amante. Es madre, pero se arrepiente de ello y su hijo sólo le recuerda todo lo que tuvo que abandonar por él. De hecho, es capaz de admitir que lo odia. Nada le satisface, nada le consuela. Su pasado llegará a enfrentarla, a proponerle un cambio definitivo que la salve. ¡Aún hay tiempo! Si es que el teléfono no la detiene en su lugar.

Un texto fuerte y atrevido sin lugar a dudas es el que presenta la dramaturga y directora Viridiana Buñuel en “Soledades”. El tema de la insatisfacción femenina en su rol de ama de casa sumisa no es nuevo, pero el candor con el que se presenta en el Trolebus Doble Vida me resulta vigorizante. Una mujer que confiesa, sin ningun tipo de censura, no sólo su arrepentimiento por haberse casado, sino, peor aún, el odio que profesa por el hijo que vino a arruinarle su vida y sus sueños es sencillamente impactante. La presencia de una Soledad joven que llega a cuestionar duramente las decisiones que ha tomado ella misma, ahora madura, me remitieron directamente a “Tres Mujeres Altas” del gran autor Edward Albee. Un halago por demás poderoso, me atrevo a confesar.

“Tengo miedo de morir como mi madre.”

El trabajo de las actrices Ginny Luna y Alejandra Rescala está bien balanceado entre ellas y llenan el reducido espacio del trolebús con toda la angustia de la situación. Luna como la mujer madura es patética y desgraciada mientras que Rescala baila de ser el marido, al hijo para terminar siendo la joven que tiene repudio por sí misma. Un sólido trabajo en equipo que logra engrandecer un texto que, en su mayoría, resulta bien logrado.

La dramaturgia, como ya mencioné, está bien lograda. Donde Viridiana Buñuel necesita reforzar sus habilidades teatrales es en la dirección. Si uno cuenta con un texto poderoso y dos actrices capaces de llevarlo a sus últimas consecuencias, la parafernalia teatral resulta a veces innecesaria. Movimientos escénicos no realistas o juegos de iluminación excesivos, terminan por distraer al público del mensaje final de la obra. En este caso mi recomendación es: menos es más. Ciertamente, le aplaudo su dirección de actores pues es claro que el trabajo de mesa que se hizo para que ambas actrices llegaran a las alturas que alcanzan es gracias a ella.

Un viaje que comienza casualmente con una mujer insatisfecha se va pervirtiendo y pudriendo a medida que pasamos de la muerte del único ser que la ha amado incondicionalmente, al repudio que siente por su hijo, hasta llegar a la confrontación con ella misma para discutir dónde quedaron sus sueños de fama, de baile, de amor, de ser feliz. Un trabajo teatral que en únicamente 45 minutos me hizo entumirme en asco de saber que esa mujer alguna vez pude ser yo.

Tengo 39 años y confieso que soy muy feliz. Soy feliz hoy, no siempre lo he sido y me ha tomado mucho tiempo llegar hasta donde estoy. Estuve diez años atrapado en un matrimonio infeliz del que nunca pude encontrar la salida. Para escapar me tuvieron que dejar. “Soledades” es una mujer, fui yo y muy probablemente lo has sido o lo eres tú. ¿Qué vas a hacer al respecto?

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