
SEDIENTOS
Para quienes desean adentrarse al universo poético de Wadji Mouawad desde la gélida belleza detrás de una perorata adolescente.
SEDIENTOS
“No va a servir de nada pedirme que me calle.”
Desde que Murdoch despertó a las 7 de la mañana no ha dejado de hablar; desde hace 3 días Noruega no ha querido salir de su recamara; desde que hallaron en un río a dos cuerpos congelados y abrazados desde hace 15 años, un antropólogo forense ha vuelto a sentir las heridas de un escupitajo del pasado, se ha vuelto a confrontar con la fealdad de un pulpo que habita en su mente, se ve en la necesidad de resolver un misterio que confrontará quien alguna vez soñó ser con su realidad. Tres vidas, no todas reales, todas con una insaciable necesidad de beber de ese exquisito elixir que se llama vida.
“Si un cuerpo es irreconocible, ¿qué hacer?”
La silenciosa desesperación de estar viviendo una vida no deseada, producto de decisiones tomadas por los demás y por cicatrices del pasado que nunca han terminado de sanar. Esta es la base sobre la que el dramaturgo canadiense Wadji Mouawad, aclamado mundialmente por obras como Incendios, Litoral, y Pacamambo, construye “Sedientos”. Esta obra pensada para jóvenes audiencias construye desde tres líneas narrativas un potente discurso sobre la manera en que los adolescentes deben enfrentar un mundo que no entienden, pero donde creen tener todas las respuestas, donde se confrontan a violencias, fealdades del ser humano, que marcan el resto de toda una vida, ya sea que esta continue por años, o termine abruptamente antes de que termine el día.
“Hago visible lo que ya no existe.”
Como todo buen adolescente, Murdoch piensa que todo lo que tiene que decir sin parar es algo que no sólo es inteligente, casi deslumbrante, sino que aparte es algo que los demás están interesados en escuchar. Su incesante perorata gira alrededor de su inmensa insatisfacción ante la vida que lleva, del sinsentido de tener que esperar a que llegue un camión, de cuán desesperante es el ciclo de vida que lo lleva de su casa a la escuela y de regreso. Por su parte, Boon, antropólogo forense comisionado con identificar un par de cadáveres congelados, rememora su juventud, una época en la que tuvo que escribir como texto teatral sobre la percepción de la belleza, todo por querer ayudar a su hermano a hacer la tarea. Ambos hechos, el real en el presente y el recuerdo del pasado, lo confrontan no sólo con sus propias heridas, sino con la realidad que es su vida, una que no ha vivido exactamente como él quería.
“No encontraba lo que le había pasado a mi personaje.”
Una de las primeras cualidades que se aprecian en el texto de “Sedientos” es en el uso de la narraturgia de Mouawad. La fluida y presta manera en que captura el sentir adolescente de Murdoch, el pesar con que Boon habla de su vida adulta, mientras que cuando rememora tiempos de juventud pareciera que cobra vida, así como el aura onírica que le imprime al texto con la narrativa de la imaginaria niña encerrada en su cuarto, Noruega, consiguen que la dramaturgia construya un universo dentro de sí mismo que captura la imaginación del espectador al mismo tiempo que crea un espejo sobre la realidad que vive cada uno desde la butaca. A esto se suma un sentido del humor ligero, fino, que aporta un necesario respiro a lo que podría ser una narrativa mucho más densa.
“Siento el futuro como mi tumba.”
Mientras que los personajes hablan, la música original de Alejandro Andonaegui y Bruno García Garduño se escucha casi a lo largo de la totalidad de la obra, mientras que en un ciclorama blanco trasero se proyectan imágenes diversas, como un pasillo escolar siendo recorrido a toda velocidad, en un intento por ilustrar los diálogos sin acentuarlos o fortalecerlos. La iluminación en tonos blancos y azules por Malinali Ríos Vargas aluden al helado final de uno de los personajes principales, y a la investigación forense consecuente, creando una acertada aura de frialdad a la puesta en escena.
“No viviré con esta fealdad dentro de mi toda mi vida.”
La dirección de Enrique Aguilar en “Sedientos”, a nivel estético, es un esfuerzo por reforzar las potentes palabras del autor con un uso de música y video que en momentos es incesante, ilustrativo e, incluso vacuo. De tal manera, mientras que Murdoch o Boon hablan, la constante música deja de aportar a la escena y se convierte en ruido blanco. Donde el director consigue sólidos resultados es en el ritmo de la puesta en escena que consigue de la mano de un elenco conformado por Antón Araiza, Mel Fuentes y Nabí Garibay. Mientras que Garibay como Murdoch exhibe su petulancia adolescente en un hablar como ráfaga, los diálogos de Boon, en voz de Araiza, están cargados del peso de la edad y el cansancio de vida que lleva el personaje sobre las espaldas. El aire surreal que aporta el personaje de Noruega es abordado con mayor calma por Fuentes, así teniendo tres ambientes claramente diferenciados por el ritmo y la actoralidad, misma que es acertada en casi todos los presentes sobre el escenario.
“Esa noche me maté y me enterré.”
La primera vez que me enfrenté a “Sedientos” fue en el mismo teatro hace más de 10 años con un montaje dirigido por Hugo Arrevillaga. Con 13 años menos de experiencia de vida, mi lectura de las palabras de Wadji Mouawad fueron muy distintas, percibiendo el texto como denso, incluso poco accesible para jóvenes audiencias. Hoy a mis 51 años, lo encuentro más relevante que nunca, sobre todo cuando pienso en todos estos adolescentes obsesionados con una vida digital que los convence de una realidad muy distinta a la que se vive lejos de las pantallas. Hoy debo tener la edad de Boon, y me siento muy feliz de poder decir que veo al pasado con una sonrisa de paz, en calma, feliz de estar haciendo lo que me llena el alma, diseccionar teatro, no cuerpos, analizando montajes, no cráneos donde alguna vez existió una vida.

DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Sedientos
DRAMATURGIA: Wadji Mouawad con la colaboración de Benoît Vermeulen
TRADUCCIÓN: Humberto Pérez Mortera
DIRECCIÓN: Enrique Aguilar
ELENCO: Antón Araiza, Mel Fuentes y Nabí Garibay
DÓNDE: Teatro La Capilla
DIRECCIÓN: Madrid 13, Del Carmen Coyoacán.
CUÁNDO: Jueves 20:00 horas. Hasta el 7 de Agosto 2025.
COSTO: $350. Entrada general. Boletos en taquilla y en SEDIENTOS #0625 – Boletópolis
DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.