SALOMÉ

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Para quienes quieren ver el clásico de Oscar Wilde despojado de sus velos de género.

SALOMÉ

Por Beatriz L
Fotografías: Cortesía del CCB

«Salomé» de Oscar Wilde es una obra de teatro de finales del siglo XIX en un solo acto que presenta una versión del aclamado dramaturgo inglés acerca de la historia bíblica de la hijastra del gobernante Herodes Antipas. La puesta en escena dirigida por Tava Pope y co-adaptada con María Inés Pintado, ofrece una visión fresca de esta narrativa al contar con un elenco totalmente femenino. Para quienes ya conocen el texto original, esta adaptación les permitirá ver cómo temas como el poder, el deseo y la venganza se reinterpretan desde una nueva perspectiva, profundizando en la psicología de los personajes. Para quienes no conocen la obra, verán cómo un grupo de actrices transforma un clásico, asumiendo todos los roles sin importar el género.

«La voz de tu cuerpo es una música que me enamora.»

La adaptación conserva el argumento original de la obra, centrado en la fascinación de Salomé por Iokanaan (Juan el Bautista), un predicador ambulante, que había inculpado al tetrarca Herodes Antipas por casarse con Herodías, la exesposa de su hermano. Mientras Herodías pedía su ejecución, Herodes, se entretenía, con cierto temor, escuchando sus historias. Salomé, la seductora y caprichosa hijastra del rey, sufre el rechazo del profeta, quien la detesta. Tras bailar para su padrastro Herodes, la joven princesa exige como recompensa la cabeza de Iokanaan. En esta versión, los acentos hacen hincapié en el contexto histórico del pasaje bíblico que transcurre en Galilea. Las palabras y acciones de Herodías, la esposa de Herodes y nueva reina, adquieren una mayor relevancia. La soberana ya no es solo la esposa por obligación de un rey supersticioso; ahora se muestra astuta y ambiciosa, alertando a su nuevo esposo sobre las amenazas al reino e influyendo en sus decisiones. Herodes, por su parte, presiente al nuevo Dios como una temible amenaza que se le revela a través de las palabras del profeta prisionero.




«El misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte.»

La directora de esta puesta en escena establece una convención donde los personajes masculinos del rey Herodes (Érika de la Llave) Iokanaan (Sonia Couoh/Sak-Nikté Romero) y el sirviente Kemet (Elizabeth Pedroza) son interpretados por mujeres. Esta decisión pone en evidencia la implicación masculinizante y patriarcal del poder. Vemos a un rey, bebiendo vino, mirando lascivamente a Salomé, despreciando a la reina, temiendo lo que escucha en voz de Ioakanaan: El anuncio de la llegada del Mesías, una profecía que aterroriza a Herodes y que lo lleva a considerar a Iokanaan como un «hombre santo», a pesar de las maldiciones que le dirige al fondo de la escena. La propuesta abre la posibilidad para reflexionar sobre la representación de los roles de género en el arte.

La escenografía y la iluminación del palacio de Herodes diseñadas por Carolina Jiménez es un espacio abstracto, sin adornos, una plataforma de madera, con una cruz al fondo, donde está ubicado el calabozo en el que Iokanaan está preso. La propuesta espacial al ser muy frontal, y la disposición del público a tres frentes, obstruye la mirada de los laterales por la pared del fondo, y por momentos, impide la mirada del espectador hacia las acciones que suceden dentro de la celda. La iluminación, enfatiza los momentos trágicos y el misterio de las profecías cumplidas iluminando por debajo del piso y creando haces de luz alrededor del profeta delirando en el calabozo o frente a Salomé. Sol Kellan junto a Fabián Castillo, diseñadores de vestuario, maquillaje y caracterización, ubican a los personajes en un espacio-tiempo casi onírico, con referencias orientales. Mientras que el rey usa una capa roja y un pantalón amplio que establece la silueta de un personaje masculino poderoso, Iokanaan usa una túnica de lana o algodón, que recuerda a los Sadhus, monjes santos de la India que renuncian a las comodidades mundanas en busca de la iluminación, la penitencia y la austeridad. Por su parte, los personajes femeninos portan vestidos-túnicas translúcidos elaborados con telas sintéticas brillantes, maquillajes que simulan antifaces de diamantina, sin joyería, algunas coronas de flores sintéticas y un velo que no definen su estatus como nobles en un reino antiguo en el desierto.




La música en vivo, creada e interpretada por Ricardo Estrada y Sebastián Betancourt, evoca una naturaleza trágica y amenazante para sostener las emociones y acompaña los movimientos de algunos de los personajes, como la danza de Salomé o las revelaciones de Iokanaan. La música utiliza el sonido en sí mismo (timbre, textura, color) en lugar de una sucesión de notas melódicas o canciones.

Al ver a mujeres interpretando a personajes masculinos, se crea un espacio para que el espectador pueda cuestionar las nociones de prepotencia, violencia y fragilidad que a menudo se asocian a un género específico. Desde que comienza el espectáculo abundan en datos históricos, cómo llegaron a relacionarse los personajes, su ubicación geográfica, mientras dejan caer piezas de ropa ensangrentada, acto que ilustra lo explicado. Entretanto, un esclavo desde el fondo, en un calabozo, describe su situación como habitante de un pueblo invadido por la violencia y la indolencia; por momentos la información exhaustiva frena la acción dramática y nos impide seguir con claridad los sucesos que acontecen en la obra.

 Las actrices en rol masculino logran verosimilitud y claridad en su cometido. Usan su plasticidad corporal, su palabra y sus acciones para describir, mostrar el conflicto entre el delirio y el deseo. El personaje de Herodías (María Inés Pintado) busca estrategias que la alejan de la seducción femenina, se muestra decidida, arrogante y amenazante, una gobernante fría y ambiciosa. Salomé (Lucía Uribe), en su interpretación, apuesta por desafiar, arrojar objetos, maltratar al sirviente, contradecir a los reyes, exigir, en lugar de enamorar a quienes la rodean. El emblemático personaje de Salomé, embriagado por el placer, la delicadeza y encanto femenino se desvanece, la actoralidad a la que recurre no encarna el deseo, el poder de la seducción y la fascinación que implica este personaje trágico.

Esta propuesta es un riesgo artístico que nos permite mirar con perspectiva de género, el dolor que causa el poder desmedido, mientras que los temas políticos y los conflictos humanos, como la opresión de un gobierno sin ética, resultan vigentes.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Salomé

DRAMATURGIA: Óscar Wilde

ADAPTACIÓN: María Inés Pintado y Tava Pope

DIRECCIÓN: Tava Pope

ELENCO: Érika de la Llave, María Inés Pintado, Lucía Uribe, Sonia Couoh, Sak Nikté Romero y Elizabeth Pedroza

MÚSICOS EN ESCENA: Ricardo Estrada y Sebastián Betancourt

DÓNDE: Teatro El Granero, Xavier Rojas, dentro del Centro Cultural del Bosque.

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

CUANDO: Jueves y viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 28 de septiembre  2025.

CUANTO: $150 adultos. Aplican descuentos. Boletos en taquilla y en Boletos | SALOMÉ | Centro Cultural del Bosque

DURACIÓN: 70minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

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