QUE NO SE CULPE A NADIE DE MI MUERTE
Para quienes quieren ser testigos de un suicidio sumamente entretenido.
QUE NO SE CULPE A NADIE DE MI MUERTE
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
“Hasta para irse de esta vida, hay que hacerlo con dignamente y con estilo.”
La decisión está tomada y no hay marcha atrás: todo termina esta noche. Lo único que falta para dar ese paso final es definir el método y armarse de valor. El amoroso abrazo de la soga en el cuello, el calor de una bala penetrando el cráneo, la inmediatez del golpe que produce el metro al entrar en contacto con el cuerpo o la tranquilidad de unas píldoras y un exquisito trago de whiskey. Hoy día hay tantas y tantas opciones para quitarse la vida que sólo hay que elegir una para dar fin a los constantes ataques de mamá, para acallar la voz de esa monja que aún la persigue, para no volver a lidiar con su hermana drogada o con su muy discriminadora abuela, para dejar de esperar a que suene el teléfono. Que no se culpe a nadie en específico, todos tienen la culpa.
“Para mí la estética, hasta en el último día, es indispensable.”
Humberto Robles es uno de los dramaturgos mexicanos más representados tanto en Latinoamérica como en Europa y Estados Unidos, gracias, en parte, a que su producción teatral abarca toda una gama de géneros y temáticas que pueden ir desde una muy poderosa denuncia en contra de los feminicidios en Ciudad Juárez en “Mujeres de Arena”, o un descarnado análisis sobre la represión sucedida en San Salvador Atenco en 2006 con “Mujeres sin Miedo: Todas somos Atenco”, hasta espectáculos hilarantes de cabaret como “Ni Princesas, ni Esclavas” y “Divorciadas” o una exquisita anti-pastorela como “Jesús, María y José José” (críticas en www.entretenia.com). En “Que no se Culpe a Nadie de mi Muerte”, Robles entremezcla lo serio con lo cómico, lo dramático con lo bufo e incluso lo ridículo, expone con una ácida mirada a los modelos familiares disfuncionales y a la necesidad por encontrar pareja para crear un espectáculo unipersonal de humor negro que divierte enormemente a partir de un tema por demás macabro.
“En mi muy particular caso opté por la opción Hollywoodense.”
Una de las características más marcadas dentro de la dramaturgia de Robles es su capacidad para crear personajes femeninos con una personalidad o simpatía tal que logran casi de inmediato volverse entrañables con el público a través de monólogos donde exponen su realidad, problemática o malestar. “Que no se Culpe a Nadie de mi Muerte” presenta a una suicida desesperada, cansada de su propio existir, atormentada por las demás mujeres en su vida y completamente desilusionada con sus propios prospectos de encontrar el amor, marcado por una incesante espera a que suene el teléfono. Esta premisa, que podría desarrollarse perfectamente como melodrama, consigue constantemente arrancar carcajadas de todos los presentes gracias a la naturalidad con que Robles se ríe de esta desafortunada mujer, así como de sus planes para quitarse la vida a partir de exponer todas las razones que lo ameritan. Una madre castrante, obsesionada con su propia belleza y con un enorme resentimiento hacia sus hijas, una drogadicta demasiado interesada en la vida sentimental de su hermana mayor, una abuela racista, clasista pero que, eso sí, sobrevivió al holocausto y una cruel monja que le marcó la vida desde la infancia, son parte de los fantasmas que acechan la mente del personaje principal y que la orillarán a tomar su decisión final e irreversible. Insisto, todo esto podría sonar terrible y desgarrador de no ser por la manera con que Robles ha decidido manejar el tema, con una buena dosis de ironía y sarcasmo, sin tomar tan en serio a sus propios personajes, dotándolos de una fuerte carga de sátira y muchísimo humor.
“Esta es la canción que elegí para morir.”
Andrés Tena demuestra una vez más su gran talento y estupenda visión escénica en “Que no se Culpe a Nadie de mi Muerte” al conseguir, con tan sólo un puñado de elementos, que la obra cobre mayor fuerza y sentido al mismo tiempo de que potencializa la comedia creada por Robles. Con un diseño escenográfico pequeño pero altamente manipulable, al romper la cuarta pared a su antojo, a partir de manipular un viejo baúl vintage y todos los objetos que guarda en su interior, con un mínimo de recursos técnicos y un preciso manejo del tono de la obra- que transita libremente entre lo cómico y lo fársico- Tena se revela como un juguetón manipulador de la escena y del texto, siempre en beneficio del espectador. Prueba contundente de este hecho es la muy vocal reacción que tiene el público asistente en el último segundo de la obra, producto de la muy exacta manera en que el director ha guiado el montaje desde su inicio para que los asistentes reaccionen exactamente como él lo desea.
“Tu vida resultó tan estéril como tu matriz.”
Madurar como actriz es un proceso largo y complejo que conlleva la constante preparación, sobre todo a través de ponerse nuevos retos sobre el escenario. Valeria Vera ha ido creciendo con el tiempo, con cada nuevo montaje, con las tablas que le han dado las diferentes obras en las que ha participado en los últimos años y ciertamente con alguno que otro golpe en el camino. El resultado de todo esto es muy comprometido trabajo que Valeria realiza en “Que no se Culpe a Nadie de mi Muerte” donde tiene la oportunidad de explotar su vena cómica, hacer uso de su formación artística dentro del cabaret e incluso de experimentar en el terreno dramático al demostrar un rango antes no visto. Ya sea caricaturizando a una anciana que considera a los nacos como la peor peste del mundo, mostrando fragilidad como una mujer aferrada a que suene un teléfono o encarnando la farsa de lo que sería una madre castrante, Vera deja en claro sus muy reales intenciones de posicionarse como una de las referencias cómicas dentro de la escena teatral comercial a punta de carcajadas.
“¡Llegó la hora de morir!”
Por supuesto que alguna vez he pensado en suicidarme. No como un hecho real, sino como una exploración romántico/perversa de la noción de que los seres humanos podemos tener cierto control sobre la vida y la muerte. He imaginado diferentes escenarios, variaciones sobre los métodos y las posibles reacciones que provocaría mi muerte de tan dramática manera. Sin embargo, yo confieso que ninguna de ellas resulta tan atractiva, o entretenida, como la forma en que Humberto Robles, Andrés Tena y Valeria Vera han conseguido matar a una pobre desafortunada un segundo demasiado tarde. Ante tal situación, lo único que me queda es seguir viviendo, disfrutando de más teatro, esperando aplaudir sus siguientes proyectos.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Que no se Culpe a Nadie de mi Muerte”
DRAMATURGIA: Humberto Robles
DIRECCIÓN: Andrés Tena
ACTÚA: Valeria Vera
DÓNDE: Fat Crow
DIRECCIÓN: Ejercito Nacional 843, Colonia Polanco. Dentro del Centro Comercial Antara.
CUÁNDO: Viernes 21:00 hrs.
COSTO: $220. Boletos en taquilla o en el sistema ticketmaster.
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento. Hay servicio de bar.