NIÑO PERDIDO
Para quienes quieren ver una obra infantil demasiado adulta sobre el niño interno que todos tenemos.
NIÑO PERDIDO
“Yo toda mi vida quise ser un superhéroe.”
La oficina en donde trabaja sin el menor interés, sus sueños frustrados de ser alguien en la vida, la ropa que usa, la de su jefe y hasta la de esa linda chica que adora en silencio, sus sueños de volar olvidados, así como la estación del metro en la que piensa quitarse la vida… todo es gris. Ante esta deprimente situación, la única que podría ayudar es una hada, un ser mágico que pueda ayudarle a encontrar color en su vida, recordarle que la respuesta para la felicidad está dentro de él, en ese niño interno que hace mucho dejó de jugar y de querer abrazar a su papá.
“En esta caja están los recuerdos de la peor época de mi vida.”
Quecho Muñoz, reconocido dramaturgo por la exitosa farsa “Doce Princesas en Pugna” (crítica en www.entretenia.com), explora el olvido del niño interno, las frustraciones asociadas con ser un adulto, las relaciones entre padres e hijos y la capacidad de creer en los milagros en “Niño Perdido”. Lo que claramente es un cuento de hadas con todo el potencial de ser un hermoso montaje infantil dado los temas que toca y la muy inocente manera en que se manejan, el autor eligió enfocar su obra a cierto tipo de público adulto que disfruta más del humor de doble sentido, el albur y los chistes que tengan que ver con la realidad nacional actual.
“Para ser un hada, eres bastante mal hablada.”
Cuatro enternecedores monólogos en voz de cada uno de los cuatro personajes adultos en “Niño Perdido”, permitiendo conocer un poco de los niños que alguna vez fueron, son testamento de la habilidad que tiene Muñoz para conmover y manipular emociones y sentimientos. De igual manera, su ingenio e inteligente sentido de la comedia se puede percibir claramente en el personaje del hada que viene a salvar al protagonista de una encontronazo con el sistema de transporte colectivo metro. Sin embargo, esto sólo se consigue apreciar una vez que se separa de un sinnúmero innecesario de chistes que tienen que ver con la entrepierna o con un futuro candidato a la presidencia.
“¿Tú estás orgulloso de ti?”
Una escenografía un tanto elemental que pareciera ser creada por piezas de Lego, en el primer acto totalmente grisáceas, es el marco de acción donde el director Donald Bertrand sitúa la acción de “Niño Perdido”. Al montar una obra donde se pueden crear momentos de verdadera dulzura y vulnerabilidad melodramática, como la descripción de cómo un padre hizo todo lo posible por crear magia para su hijo quien perdió a su madre a corta edad, con una farsa desquiciada donde una hada limítrofe se la pasa de albur en albur dando piruetas por todo el escenario, la propuesta escénica resulta un tanto oligofrénica al no comprometerse ni con una visión ni con otra. Un justo balance sería ideal, eliminando un gran número de la musicalización y sonorización exacerbada, para conseguir resultados óptimos que apelen más al público deseado, sobre todo para que el verdadero mensaje de la obra sea recibido con toda su fuerza.
“Mi papá es mi persona más favorita del mundo.”
Dada esta dualidad en la dirección, “Niño Perdido” se convierte en un vehículo para el lucimiento de Lupita Sandoval como el hada y del también protagonista Quecho Muñoz, ambos actores encargados de la excesiva carga fársica sobre el escenario. Es indiscutible la capacidad de los dos intérpretes, aunque ciertamente sería mucho más apreciada si no se encontrarán los personajes tan desbocados, permitiendo así un mejor manejo de contrastes y verdad escénica. Como contrapunto, se aprecia y se aplaude el trabajo que realiza Gerardo González sobre el escenario, quien es capaz de mostrar vulnerabilidad y honestidad sobre el escenario con el simple agarrar con manos temblorosas y nerviosas a un oso de peluche mientras describe la manera en que admira a su papá o con la rabia que detona ante la frustración de no poder ver a su hijo triunfar. Este tipo de trabajos son los que, sin duda, hacen de “Niño Perdido” un montaje interesante, hecho que también se llega a apreciar en la bien lograda labor de Crisanta Gómez y de José Daniel Figueroa.
“Ferrocarril era mi grosería favorita.”
Cuando era niño, siempre me robaba las libretas de mi papá y escribía obras de teatro donde los protagonistas eran los personajes de Plaza Sesamo. Hoy, a mis 42 años, junto a mi escritorio, en un lugar privilegiado, se encuentran mis figuritas de plástico del Monstruo Comegalletas, Enrique y la Pantera Rosa. Mi niño interno nunca se ha ido de mi lado, lo llevo conmigo a donde sea que voy, permitiendo que se siga maravillando de todo lo que el mundo puede ofrecer. Estoy convencido de que cuando decidan hacer el montaje de “Niño Perdido” en su versión infantil, él la aplaudirá lleno de felicidad.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Niño Perdido”
MÚSICA: Quecho Muñoz
LETRA: Donald Bertrand
ACTÚAN: Lupita Sandoval, Quecho Muñoz, Crisanta Gómez, José Daniel Figueroa y Gerardo González.
DÓNDE: Teatro Julio Prieto
DIRECCIÓN: Eje 4 Sur Xola y Nicolás San Juan, Colonia Del Valle
CUÁNDO: Lunes 20:30 hrs.
COSTO: $300 y $200. Boletos en taquilla y ticketmaster.
DURACIÓN:120 minutos con un intermedio de 15 minutos.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.