Mito, infancia y pornografía: el enigma de Boca Ostra
Fernando Martín Velazco
¿Ven los muertos-roca a la Medusa antes de morir?
¿Acaso la desean o la aman?
Julia M. Walker — Medusa’s mirrors
Boca Ostra: Diario de mi lengua roca presentada por Artescena MKM durante la 44 Muestra Nacional de Teatro en La Paz, Baja California Sur, inició con una instalación de objetos, videos y sonidos que remitieron a la infancia y el pasado familiar de Katlin Arce, dramaturga e intérprete de este unipersonal, por cierto única dramaturgia originaria de la ciudad sede programada en esta 44 Muestra. El ambiente hogareño y nostálgico al que fuimos invitados a habitar como público previo al inicio formal de la obra, se vió interrumpido por recortes de revistas y videos de alto contenido erótico: propiamente pornografía.
La obra desarrolló un juego, nada sutil, de contrapuntos entre memorias evocadas por su diario infantil y diversas objetualizaciones del cuerpo femenino, que fueron mediados por una dramaturgia rica en su lenguaje poético e imágenes estridentes. A partir de esto se propuso una serie de relecturas provocadoras: La Sirenita (1989), filme de animación clásico de Disney, que se convirtió en el hilo conductor mediante el cual Katlin narró la migración de su familia de Nayarit a Baja California Sur cuando era una niña; así como el mito de la violación de Medusa en Las Metamorfosis de Ovidio, mediante el cual introdujo en escena la violenta transformación de niña en mujer, es decir, en objeto de deseo. Además, poblaron el escenario objetos de diverso origen: retratos familiares, cartas, revistas antiguas, juguetes infantiles —muñecas, peluches, avioncitos— y juguetes para adultos. Estos referentes de la cultura popular, la literatura clásica y los símbolos de su familia, fueron subvertidos en un tono que si bien, desde un primer momento denotaron cierta denuncia, no fueron complacientes en lo narrativo ni en lo ideológico. Por el contrario, la trasposición semántica del binomio infancia-erotismo logró incomodar, confundir y confrontar.
La obra ha tenido varias versiones. Surgió como un recorrido escénico asesorado por Fernando Yralda, y ha sido adaptado ahora a un escenario a la italiana bajo la asesoría de Claudio Valdés Kuri y Cristian David. En esta nueva versión se integró a su vez a la soprano Liliana del Conde. La participación de muchas manos durante el proceso de montaje llegó a resentirse, pues la estructura dramática fue confusa al diluir la interpretación, en tono personal y sus contrapuntos emocionales, con la saturación de elementos escenográficos. Aún así, fue posible apreciar la propuesta dramatúrgica que hizo tan singular a la obra: la de un enigma.
Durante las escenas, Katlin usó los objetos colocados en escena, provenientes del hallazgo durante la pandemia de un baúl abandonado en la antigua casa de su abuela. La autora e intérprete revisó la historia de las mujeres en su familia y escenificó la toma de conciencia paulatina de su feminidad durante el tránsito a la adultez, lo que reveló desde su articulación simbólica, esta transformación como un acontecimiento profundamente violento. Al remitirnos a su linaje, Katlin puso en juego la idea de feminidad como una experiencia compartida entre las mujeres de su genealogía familiar, al introducir en ese mismo ámbito doméstico la violencia simbólica yacente en la apropiación de esa identidad. Un patrimonio, sí, y un antiguo reclamo.
La obra no rehuyó las inquietantes implicaciones psicológicas de su planteamiento, por el contrario, se recreó en ellas. En algún momento la niña que juega a las muñecas descubrió un dildo entre sus cosas, a partir de lo cual interpretó el canto de la sirena Ariel, en La Sirenita, al hallar un objeto del mundo humano. Esto le hizo fascinarse por un entorno prohibido, pero a su vez reconocer la distinción morfológica que la separa del otro-masculino, lo que alude a la etapa psicosexual de la infancia que Freud denomina perversidad polimorfa, cuando “no se han erigido todavía o están en formación los diques anímicos contra los excesos sexuales: la vergüenza, el asco y la moral. No fue casual que entonces la obra abordara el mito de Medusa, que desde la perspectiva freudiana a su vez se relaciona con las fantasías infantiles de la empancipación y la castración.
En su lectura del mito de la metamorfosis de Medusa de mujer en monstruo —luego de haber sido violada por Neptuno en el templo de Minerva— Julia M. Walker resalta que esta transformación no responde a un acto de voluntad de la Gorgona, sino a un castigo provocado por la acción de los hombres y de la divinidad. Medusa es transformada para no ser vista, pues la verdad de su violación es insoportable. Pero esta es incapaz de reaccionar a su propia tragedia, dado que antes, durante y después del crimen, está desprovista de voz.
En Boca Ostra: Diario de mi lengua roca, Katlin Arce encarnó el mito a partir de su experiencia biográfica, en la búsqueda de darle voz a la Medusa mito, mujer y monstruo. Un abordaje inusual en el contexto de una Muestra Nacional de Teatro dominada por tratamientos documentales que buscaron directamente la empatía del espectador. En este caso, la obra propuso, a manera de enigma, un cuestionamiento al público respecto de la forma en que participa y consume experiencias de dolor. Implicó en la disposición de los cuerpos, los objetos y las narraciones, un secreto subyacente que no pudo ser solamente visto —lo que supondría una objetualización perversa— sino que demandó un esfuerzo de comprensión de un ‘otro’ inescrutable.
Cabe señalar que en el programa de la Muestra se anunció esta obra con Las sirenas no usan falda de Grupo de Teatro Trianón, en la misma sede y horario, lo que generó confusión en el público, que pensó que se trataba de la misma obra o de dos propuestas relacionadas, cuando su único punto en común es que ambas pertenecen al estado sede. Este par de obras breves superaron en conjunto más de dos horas y tuvieron lugar en espacios contiguos, inadecuados para su presentación. Este descuido afectó negativamente la apreciación de ambos proyectos y constituyó una segregación incomprensible.
FICHA TÉCNICA:
Compañía: ArtEscena MkM
Dramaturgia y actuación: Katlin Arce
Dirección: Fernando Yralda
Asistencia en dirección: Claudio Valdés Kuri y Cristian David
Soprano: Liliana del Conde
Musicalización: Dj Pavlov
Técnico de Audio: Rogelio Muñoz
Asistente de audio y videoproyección: Elizabeth Marrón
Técnico de iluminación: Omisis Beltrán
Diseño de vestuario: Federico Lozano y Katlin Arce
Diseño y elaboración de máscara: Joan Alexis Robles