LOStheULTRAMAR: Intervención performática y construcción efímera del territorio

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LOStheULTRAMAR: Intervención performática y construcción efímera del territorio

Edwin Sarabia

Bailamos. Estamos. Con la huella. Es el trance. Es hechizo, señores. Somos cuerpos. Son las mentes. Que ríen. Son. Somos, señores. De Ultramar venimos, señores. En procesión venimos. Con la muerte, venimos. Con pasado. Venimos. Con la tierra seca señores. Con los pueblos señores. Con los nuestros venimos. Somos uno. Y somos dos en uno y somos tantos en uno. Y somos…

El andar genera arquitectura y paisaje, representa la acción estética primaria que transforma el espacio y crea un orden nuevo a partir del caos. Nace como gesto de supervivencia y, una vez satisfecha esa urgencia, se vuelve acto simbólico que permite habitar el mundo, este mundo donde todo lo sólido se desvanece en el aire. Ese andar, repetido hasta el cansancio en la estética posmoderna, refleja también un ritmo mecánico: pasos que imitan la automatización contemporánea y revelan que la vida urbana avanza entre rutinas coreografiadas.

LOStheULTRAMAR es una intervención performática en espacio público y activa un diálogo colectivo. Los intérpretes ponen el cuerpo en contacto directo con la urbe, con sus estructuras y con los transeúntes. La acción diluye la idea clásica del espectador y abre un campo de participación inmediata. La pieza se concibió para la calle, para ese territorio donde la ciudad se comporta como un libro-performance escrito con cuerpos en movimiento, donde cada desplazamiento deja una marca y cada gesto crea una nota al margen del paisaje urbano.

La experiencia inicia como instalación. El público observa personajes paralizados que portan un rictus singular, tocados de aluminio con un foco y máscaras inspiradas en los parachicos de Chiapa de Corzo, lentamente caminan entre ellos, observando. Cuando las personas parecen sentirse cómodas entre esas figuras se activa la acción. Los personajes avanzan en una peregrinación que convoca a una tribu nómada: intérpretes, espectadores y transeúntes se incorporan al flujo común.

El cierre desemboca en una pachanga sonidera carnavalesca que convierte lo cotidiano en acontecimiento y transforma el espacio urbano en un territorio sensible. Los recorridos, los cuerpos y la posibilidad de comunión aparecen cuando la rutina se suspende.

Destaca la corporalidad reducida que sirve como sello distintivo. Los performers sostienen gestos mínimos, casi mecánicos, que producen un estado de energía latente. Esa energía no estalla, pero marca el ritmo y conserva una potencia que puede desplegarse en cualquier instante, y esa posibilidad mantiene un permanente estado de incertidumbre. Cuando llega el momento del baile colectivo, la energía contenida se expande y la escena toma la forma de comunión tribal, donde el cuerpo deja de ser unidad aislada y se funde en un movimiento común.

En entrevista con Muestra Crítica, Marcela Sánchez Mota y Octavio Zeivy explican que su propuesta parte del concepto de máscara corporal, una práctica que transforma el rostro, la presencia y la lectura del cuerpo sin necesidad de cubrirlo. La máscara sin máscara abre un espacio para pensar la identidad como superficie móvil.

La música guía el desplazamiento afectivo y corporal. La fusión de una banda de alientos de la Huasteca Potosina con beats electrónicos crea una textura híbrida que impulsa el movimiento y activa un trance dinámico. Esta sonoridad enlaza tradición y presente, orienta el paso de quienes participan e invita al público a caminar, bailar y sumarse al rito. La intervención adquiere una dimensión sociológica y política. Reconfigura el espacio urbano y activa la noción de Marc Augé sobre los “no lugares”. Zonas destinadas al tránsito impersonal se transforman en escenarios de encuentro donde la mirada deja de ser momentánea. La ciudad se reordena por instantes y muestra su fragilidad, su movimiento incesante y la incertidumbre que la atraviesa.

David Harvey plantea los espacios de esperanza como territorios donde las prácticas colectivas abren fisuras en el orden urbano. Esas brechas, creadas por acciones que interrumpen la lógica neoliberal, permiten imaginar otras formas de convivencia. En LOStheULTRAMAR, la deriva comunitaria y la activación del espacio público operan como una de esas grietas: un intervalo donde el desplazamiento deja de ser automatismo y se convierte en posibilidad compartida.

El gesto que estructura el baile final consiste en tomarse de las manos y mantener el vínculo durante el movimiento. La cadena humana recuerda que el contacto recuperado después del aislamiento sanitario no es un simple detalle, sino un acto político. Las manos, antes vigiladas como territorio de riesgo, se convierten en puente afectivo, sostén y señal de presencia encarnada.

La intervención funciona como celebración del encuentro. La tribu posmoderna encuentra un espacio efímero pero significativo mientras la procesión deriva en sonidero y en fiesta compartida. La acción muestra que una coreografía basada en la contención puede abrir un horizonte expansivo cuando se enlaza con la colectividad y que la ciudad toma otra forma cuando el tránsito se convierte en rito, libro y territorio vivo.

Epílogo

La intervención performática ocurrió en Puerto Juárez, una colonia de Cancún donde permanecía la decoración de Día de Muertos. El papel picado, colgado de lado a lado de la calle, vibraba con cada ráfaga de viento y marcaba un ritmo involuntario en el paisaje. Durante el evento me preguntaba si el equipo de dirección hacía un mapeo minucioso del espacio público elegido. Dos días después tomé un Uber hacia la misma zona y ahí descubrí que el sitio es conocido porque desde ese punto salen los cruceros de Cancún rumbo a Isla Mujeres. Lo que más me llamó la atención fue el nombre de la empresa de ferrys: Ultramar.

Ficha técnica

Autoría y dirección: Marcela Sánchez Mota y Octavio Zeivy
Con: Marsel Toledo, Verónica Wong, Andrea Navío, Claudia Canchola, Lucio Sosa, Luis Villegas, Emmanuel Torres y Esteban Hernández
Producción: Foco alAire producciones
Producción ejecutiva: Rodrigo Vázquez
Vestuario: Foco alAire producciones
Iluminación: Foco alAire producciones
Edición de sonido: Foco alAire producciones
Máscaras diseño y realización: Foco alAire producciones

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