LOS EQUILIBRISTAS
LOS EQUILIBRISTAS
Por Juan Carlos Araujo
Las nubes de polvo que se levantaron en el camino marcaron la llegada de la Revolución al pueblo. ¿Serían los Zapatistas o el ejército quienes entraban? ¿Tal vez ambos? En una guerra donde nadie quiere morir las oportunidades siempre existen para volver a ver a un padre, convertirse en héroe, suplantar la identidad de un general, dejar atrás los lujos y comodidades, defender al país, encontrar el amor, clamar justicia por el país o simplemente dejar de existir al momento de entrar en contacto con una bala. En este enfrentamiento sin sentido quien más se divierte es un pedazo de metal que sale volando a toda velocidad en busca de piel, huesos, músculos y órganos que penetrar y destruir.
Posiblemente una de las características más interesantes de la dramaturgia de David Gaitán es su habilidad para transitar libremente entre estilos y géneros de forma exitosa. En lo que va del año, Gaitán ha llevado a su público a viajar al espacio exterior con una escalofriante historia de suspenso, lo ha hecho reír sin parar con los enredos que provoca la hipocresía y la corrupción y lo ha involucrado en una serie de asesinatos dentro de un macabro hotel donde la sangre corre por sus pasillos. Ahora, tras haber aplaudido “La Velocidad del Zoom del Horizonte”, “Simulacro de Idilio” y “Romeos” (críticas en www.entretenia.com), se nos invita a volver en el tiempo, a la época de la Revolución Mexicana, con su más reciente obra “Los Equilibristas”, para presenciar un encuentro histórico entre los Zapatistas y el ejército de Porfirio Díaz que nunca sucedió pero que pudo ser.
“Los Equilibristas” es un balance exquisito entre lo trágico y lo cómico, lo poético y lo prosaico, lo simbólico y lo tangible, para conseguir una obra que confronta al espectador con imágenes tanto conmovedoras como divertidas. Dentro de los confines de este ficticio enfrentamiento bélico, Gaitán presenta a cada uno de los involucrados que incluyen a la encargada de la tienda de raya, un soldado haciéndose pasar por el general Zapata, la esposa de un rico hacendado, el héroe involuntario, un padre que busca despedirse de su hija, la soldado que decidió unirse al primer bando que se cruzó en su camino, entre otros, e incluso a la bala que vuela por los aires en busca de a quién matar. Gaitán narra una historia de sangre y dolor con ironía y seriedad, donde los muertos hablan de lo que pudo ser, los vivos gritan sus deseos por no dejar de serlo, un sombrero podría ser la línea entre la guerra y la paz y una bala se divierte de lo lindo.
La conceptualización escénico/estética a cargo del director Damián Cervantes es de gran efectividad a partir de una economía de recursos y una sencillez en el trazo que consigue potencializar tanto el texto de Gaitán como el trabajo de los catorce actores en escena, al mismo tiempo que es propositiva e impactante a nivel visual y emocional. Un semicírculo donde trece de los catorce involucrados pasan la mayor parte del montaje sentados, narrando su personal punto de vista de lo acaecido ese trágico día, es el marco de donde parten toda una serie de cuadros teatrales que involucran al espectador con la acción y con el sentimiento que aqueja a cada uno de ellos. El miedo a morir, el deseo de ser parte de algo más grande, la adrenalina que provoca avistar al enemigo o el pánico que se siente cuando se está a punto de morir son sensaciones que se proyectan hacia el espectador desde el escenario gracias, en gran parte, a la fuerte labor que claramente Cervantes ha realizado con todo el elenco. La presencia de trece veladoras al frente del escenario, que serán acompañadas de trece pares de huaraches, zapatos y botas, logra profundizar la propuesta del autor y dar sentido al montaje entero.
“¿Vale la pena contar la historia por trece?”
Hay historias que deben ser contadas, escuchadas y recordadas. La caída de trece almas, de padres e hijas, de enamorados y héroes, de impostores o idealistas, soldados o soñadores, todos muertos por la imparable trayectoria de una bala, es un hecho terrible y lamentable que debe trascender la llama de una veladora para llegar a los corazones del mayor número de personas en esperanza de que esto nunca vuelva a suceder. El pequeñísimo detalle de que nada de esto sea verdad, que la Revolución Mexicana en “Los Equilibristas” existe únicamente en la mente de David Gaitán, es peccata minuta. A fin de cuentas, el equilibrio que existe entre la realidad y la ficción presente en el teatro es la mejor herramienta que tiene el artista para cambiar el mundo, aunque las balas opinen lo contrario.
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