Para quienes quieren reír con una comedia de enredos sobre lo difícil que es hacer teatro.
LOCOS POR EL TÉ
Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Producción
“A mí la menta me violenta.”
Lo que la diva del teatro más quisiera es renunciar, pero no puede; lo que el joven hijo del productor más quisiera es actuar pero tampoco puede. La directora, experta en Shakespeare pero muy incapaz en ser entendida, desea fervientemente una obra de calidad y el primer actor sólo necesita su momento sobre el escenario para brillar, ninguno de los dos lo conseguirá exitosamente. El chalán trata de ayudar con consejos absolutamente ridículos, la vestuarista toma medidas para crear trajes góticos y cada una de las inverosímiles ideas de aquel en traje de sirviente son desechadas sin la más mínima consideración. El estreno es inminente, todo es un desastre y una exquisita taza de té no logrará poner orden sobre este caos desquiciado. Silencio, la tercera llamada se ha dado, la obra está a punto de comenzar.
“Si la tetera está vacía, no me voy a poder concentrar.”
El increíblemente complicado mundo del teatro, lleno de directores apasionados, actores temperamentales, plagado de pequeños detalles que pueden salir mal y todo por la simple búsqueda de que el público tenga una buena velada de entretenimiento, ha sido fuente de inspiración para la creación de grandes comedias de enredos que roban el respiro a punta de carcajadas. Prueba de ello es la ganadora del Premio Molière a mejor comedia del 2011 “Locos por el Té” de Danielle Navarro y Patrick Haudecoeur. Todas las complicaciones que se pueden suscitar durante los ensayos antes del estreno de una obra de teatro llegan a un desquiciado e hilarante clímax a partir de toda una serie de situaciones, tanto divertidas como ridículas, donde queda en absoluta evidencia que la función debe de continuar aun cuando la utilería no funcione, un actor termine medio muerto tras bambalinas y un bigote postizo se niegue a cooperar.
“¿El ladrón soy yo?”
Una diva en decadencia y con un sórdido pasado, tres actores que van de lo inepto a lo sublime, un tramoyista que se cree muy listo, una directora a quien nadie entiende y una vestuarista un tanto subnormal son los personajes que conforman el universo de “Locos por el Té”. La colección de psicopatías y neurosis que logran reunir los dramaturgos, así como su verdadero desbordamiento de ingenio para la creación de gags, confusiones y enredos, consiguen que un caminar como pollo, un traje de superhéroe, una peluca mal puesta o una silla rota sean motivos de enormes risotadas por parte del público quien sencillamente no para de reír al ser víctima de un verdadero bombardeo de chistes en sucesión. La obra, dividida en dos actos claramente diferenciados por una ficticia tercera llamada, constantemente deleita y asombra por la gran manera en que se consigue que la comedia vaya en crescendo, y lo que hizo sonreír en un principio se convierta en una gigantesca carcajada al ser reinterpretada hacia el final. “Locos por el Té” es un éxito absoluto a nivel dramatúrgico, una obra que inmediatamente remite a la comedia de enredos por excelencia “Noises Off” de Michael Frayn.
“Contraste es igual a gag.”
Asumir la dirección de una obra tan compleja como “Locos por el Té” no es una tarea fácil ya que requiere de un manejo exacto y preciso del ritmo de la obra, la cual debe de funcionar como si se tratara de la maquinaria de un reloj suizo. De igual manera, el tono de la obra se debe de tratar con sumo cuidado ya que la naturaleza misma del texto podría interpretarse como una farsa y no como una comedia. Estas son consideraciones que la directora Vanessa Vizcarra deberá tener en mente a lo largo de cada función para lograr que la obra se mantenga en los altos estándares que merece y así alejarse del chiste fácil. A nivel técnico, el montaje funciona espectacularmente, ya que Vizcarra claramente ha tenido el cuidado de que cada luz y efecto de sonido, cada minúsculo detalle en todas las múltiples cosas que pasan durante la función sucedan en el momento exacto en el que provocarán la mejor carcajada.
“¡Antes muerta que sustituida!”
Siempre resulta una delicia ver en el escenario a una gran figura de la actuación como Susana Alexander, quien es sencillamente adorable y divertida en su papel de una diva del teatro venida a menos, obligada a ser parte de un desafortunado montaje debido a un oscuro y vergonzoso secreto en su pasado. Julio César Luna, quien alterna con Juan Ignacio Aranda, logra ganarse el aplauso y el afecto del público al hacer gala de un ridículo carisma en su papel del primer actor de la obra, ya que con tan sólo un mero levantamiento del pie o con sus diálogos llenos de ácido provocan risas durante toda la obra. Ricardo Maza como el intenso actor que desesperadamente quiere ser el centro de atención consigue magníficos resultados al gratamente sorprender con su destreza física y su excelente sentido de la comedia. Ulises de la Torre, Claudia Nin y Cecilia Romo como el tramoyista, la directora y la vestuarista respectivamente logran risas constantes durante la obra, aun cuando podrían convertirse en grandes risotadas en la medida que se alejen de un tono fársico y se mantengan dentro de la comedia.
“Como esto es teatro, yo pensé que no tenía que hacerlo de veras.”
La gran actriz Susana Alexander tiene, merecidamente, el primer crédito de la obra, hecho que no se discute dada su gran trayectoria. Sin embargo, quien verdaderamente se lleva las palmas, las más fuertes carcajadas y todo mi respeto es el magnífico actor y comediante Gustavo Egelhaaf en el papel de un muy inepto actor. Egelhaaf, quien alterna funciones con Jack Duarte, demuestra una vena natural para la comedia, un sentido perfecto del timing y un claro entendimiento de lo que es gracioso sin tener que recurrir a lo burdo que hacía mucho no veía en escena. Ya sea luciendo un traje ridículo, caminando como pollo, siendo electrocutado, cayéndose por el hoyo de una silla o simplemente diciendo sus parlamentos, Egelhaaf demuestra y da una verdadera clase sobre cómo la mejor comedia se logra a más seria se realice. Mis más absolutas felicitaciones a Gustavo Egelhaaf, uno de los grandes talentos en la escena mexicana contemporánea.
“El día del estreno cada quien se rasca con sus propias uñas.”
El mundo del teatro es maravilloso, sublime y único. El placer que provoca conmover a un público hasta las lágrimas, de hacerlo reír a carcajadas o de motivarlo a levantarse de su asiento para ofrecer una ovación de pie es únicamente equiparabale con los más grandes placeres. De igual manera, el mundo del teatro es patético, ridículo y verdaderamente surrealista. Los egos inflados, la pavorosamente complicada logística que implica un montaje, los directores clavados en sus visiones, toda una gama de neurosis que tienen sentido desde adentro pero que son verdaderamente sin sentido desde afuera. “Locos por el Té” es un homenaje a cuán grandioso es el teatro y a cuán desquiciados están todos aquellos que se dedican a él.
Búscanos en Facebook y Foursquare como Entretenia
Twitter: @Entretenia
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Locos por el Té”
DRAMATURGIA: Danielle Navarro y Patrick Haudecoeur.
DIRECCIÓN: Vanessa Vizcarra
ACTÚAN: Susana Alexander, Jack Duarte, Gustavo Egelhaaf, Juan Ignacio Aranda, Ulises de la Torre, Cecilia Romo, Ricardo Maza, Claudia Nin y Julio César Luna (alternan funciones).
VOCES EN OFF: Omar Villegas y Lolita Cortés.
DÓNDE: Teatro Fernando Soler dentro del Centro Teatral Manolo Fábregas.
DIRECCIÓN: Velásquez de León 31, Colonia San Rafael.
CUÁNDO: Jueves 20:00, Viernes 19:30 y 21:30, Sábado 18:00 y 20:30, Domingo 16:30 y 18:30 hrs.
COSTO: $600, $500 y $400. Boletos en taquilla y ticketmaster.
DURACIÓN: 100 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento. Les recomendamos revisar la cartelera de los otros teatros que se encuentra en el lugar.