Para quienes se quieren reír mucho de la locura que reside en todos.
LIMÍTROFES
Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (@RiAlCastillo)
“¿Me puede decir cuál es el eslogan de Sears?”
Las tiendas departamentales mienten descaradamente, el atún es la respuesta a la vida eterna, los viejitos son sexys y la Virgen del Tepeyac es un fraude. Unos se obsesionan, otros son neuróticos, algunas son histéricas y unas cuantas simplemente tienen apetitos muy alternativos. La muy delgada línea entre la cordura y la locura se ha desdibujado entre campañas publicitarias engañosas, divorcios injustificados, relaciones alternativas y religiones que recaudan millones basándose en la fe ciega. En un mundo lleno de incongruencias y desatinos, lo único que queda es aceptar que todos albergamos alguna psicopatía oculta y que un pingüino es una hermosa criatura digna de todo nuestro respeto.
“¡Comer atún no es causa de divorcio y punto!”
El ser humano es una criatura de enorme complejidad capaz de encerrar en su mente toda una serie de disfunciones, perversiones y desórdenes mentales. En este mundo moderno y civilizado, una mujer puede perder la cabeza por culpa de un microondas entregado a destiempo con la misma facilidad con la que un hombre se puede obsesionar con su alimentación al punto de ser patético. Mientras que una enfermera seduce a personas de la tercera edad acariciando sus arruguitas, en alguna parte hay un hombre desesperado al ver cómo toda su fe se resquebraja ante la irrefutable evidencia de un engaño. El dramaturgo y director Ignacio Flores de la Lama entiende que la locura reside en cada una de las personas que habitan este planeta y que aquel que se atreva a juzgar a alguien por su condición debiera primero verse al espejo. A partir de ello, es que prefiere divertirse con todo este asunto y crear el espectáculo “Limítrofes”.
“Me gustan las venitas saltonas.”
Cuatro monólogos narrados a tres voces y uno final interpretado por los seis actores participantes es el esqueleto sobre el que Flores de la Lama construye “Limítrofes”. Con un sentido del humor que transita libremente entre lo ácido y mordaz, la comedia y la farsa, lo ridículo y lo irreverente, este aparentemente ligero espectáculo lleva de la mano al espectador a que se ría a carcajadas de lo estrambótica que puede llegar a ser la gente, sin darse cuenta de que realmente uno se está riendo de sí mismo. Cada uno de los cuatro primeros monólogos brilla con su propia luz, algunos de forma mucho más brillante, concatenándose hasta llegar a un poderoso remate en el monólogo final que, aunque pudiera resultar un poco discursivo, encierra la tesis final de la obra en su profundo mensaje de tolerancia y respeto disfrazada de absurdo.
“¿Ya vieron dónde tiene la cintura la virgen?”
Escénicamente, Ignacio Flores de la Lama permite que sean los textos y el talento de sus actores los que luzcan en escena, en una propuesta de dirección minimalista que sencillamente potencializa el mensaje y la comedia. Posiblemente su decisión más interesante sea la de romper la estructura clásica del monólogo para que sean interpretados por tres actores o actrices a la vez, lo cual logra un efecto positivo sobre el espectador al brindar mucho mayor movilidad y ritmo a la puesta. De igual forma, cabe resaltar un buen diseño de vestuario y de iluminación, mismos que logran apoyar la dramaturgia y las actuaciones, dándoles un toque más atractivo.
“Esa fue la gota de estupidez que derramó mi paciencia.”
En un trabajo como “Limítrofes” resultaría injusto destacar a uno de los miembros del elenco, siendo que cada uno de ellos aporta algo especial y único al montaje, consiguiendo una unidad actoral sólida. Mientras que Laura de Ita nos fascina con su gran expresividad facial, Francisco Rubio arranca carcajadas leyendo un texto antiguo como si él fuera español; Daniela Zavala es una gran histérica peleando en Sears mientras que Verónica Toussaint es deliciosa como una perversa enfermera; José Carlos Femat convence de su amor al atún con la misma energía con que Luis Rosales llora descorazonado por la pérdida de su virgen morena. Seis actores que claramente se la están pasando muy bien en escena y que contagian a los asistentes para que se unan a la diversión antes de darles un fuerte puñetazo en la conciencia al lanzar un fuerte grito de ayuda para salvar la dignidad de un pingüino. Cuando la vean, y la aplaudan, entenderán.
“Toda cosa tiene su belleza, pero no todos lo pueden ver.”
Tengo cuarenta años y tengo una pantera rosa de juguete en mi escritorio. Mi pantalla de inicio en mi computadora es una imagen de los personajes de Plaza Sésamo y más veces de las que quisiera aceptar me engaño a mi mismo sobre mi forma de comer. También me encanta tener la razón y soy argumentativo hasta el cansancio. En pocas palabras soy obsesivo, compulsivo y tengo el síndrome de Peter Pan. Todos sufrimos de alguna o varias psicopatías, lo tenemos que aceptar, pues a medida que seamos capaces de asumir nuestra propia locura podremos ver que todos somos un pingüino. Agitemos nuestras aletas en aplausos.
Búscanos en Facebook y Foursquare como Entretenia
Twitter: @Entretenia
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Limítrofes”
DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Ignacio Flores de la Lama
ACTÚAN: Laura de Ita, Daniela Zavala, Verónica Toussaint, Juan Ríos Cantú, Francisco Rubio y José Carlos Femat.
DÓNDE: El Bataclán
DIRECCIÓN: Popocatépetl 25, esquina con Amsterdam, COlonia Condesa.
CUÁNDO: Sábado 20:00 hrs.
COSTO: Boletos en taquilla.
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking. Tiene servicio de restaurant con ensaladas y baguettes.
FOTOGRAFÍAS: RICARDO CASTILLO CUEVAS (@RiAlCastillo)
El ser humano es una criatura de enorme complejidad capaz de encerrar en su mente toda una serie de disfunciones, perversiones y desórdenes mentales. En este mundo moderno y civilizado, una mujer puede perder la cabeza por culpa de un microondas entregado a destiempo con la misma facilidad con la que un hombre se puede obsesionar con su alimentación al punto de ser patético. Mientras que una enfermera seduce a personas de la tercera edad acariciando sus arruguitas, en alguna parte hay un hombre desesperado al ver cómo toda su fe se resquebraja ante la irrefutable evidencia de un engaño. El dramaturgo y director Ignacio Flores de la Lama entiende que la locura reside en cada una de las personas que habitan este planeta y que aquel que se atreva a juzgar a alguien por su condición debiera primero verse al espejo. A partir de ello, es que prefiere divertirse con todo este asunto y crear el espectáculo “Limítrofes”.
“¿Ya vieron dónde tiene la cintura la virgen?”
“Esa fue la gota de estupidez que derramó mi paciencia.”
