LAS TRES HERMANAS
Para quienes desean aplaudir la última entrega del Proyecto Chéjov de Diego del Río.
LAS TRES HERMANAS
“Aquí está el teatro.”
Olga, Masha e Irina no son felices. Tratan de serlo, en verdad lo intentan, pero las cadenas que las atan son demasiado pesadas. Allá afuera el mundo arde en llamas, pareciera que Moscú las espera con ansias, pero ellas no logran reunir las suficientes fuerzas como para provocar el cambio que con tantas ganas ansían. La vida no es más que un teatro y es justamente ahí, público y actores en comunión, donde las palabras de Chéjov cobran vida y condenan a las tres hermanas a una vida vacua de esperanza.
“A todos nos van a olvidar.”
Escenarios que dan la sensación de vacío, una clara apuesta por la actoralidad como eje de la escena y montajes que en todo momento recuerdan que el espacio habitado es un teatro. En 2013, el director Diego del Río comenzó una atrevida travesía escénica conocida como El Proyecto Chéjov en la que adaptaría y dirigiría las cuatro obras de largo formato del dramaturgo ruso Antón Chéjov. Su primera entrega, Proyecto Chéjov: Vania mostró la capacidad del creador para adaptar las letras de Chéjov a una puesta en escena puntual y a la vez asequible de las tan complejas situaciones presentes en el universo chejoviano. En 2015, La Gaviota y en 2017 El Jardín de los Cerezos siguieron la misma línea, mostrando variantes niveles de riesgo, acierto y contundencia, pero siempre fieles a la propuesta y exploración de Del Río.
“Pasan tantas cosas y nadie se da cuenta.”
La última entrega en esta serie, “Las Tres Hermanas” es un acertado cierre, un trabajo congruente con el todo creado a lo largo de cinco años. Antes de comenzar con la historia de las hermanas Prózorov, una enmarcada por el peso que tiene el paso del tiempo y la insatisfacción perenne en que existen, el actor encargado de representar a Fyodor le recuerda al público que están en un teatro, que el público y los actores son cómplices de un fatuo intento por representar la realidad en un escenario donde la ficción es lo que predomina. Esta introducción que realiza Del Río, una de la que él mismo se burla a través de la exasperación de Masha por comenzar la obra, permite que los presentes reciban la anécdota y su escenificación con una mente abierta capaz de aceptar la presencia de 63 sillas en el escenario en representación del hogar Prózorov, donde un Gansito Marinela es el pastel de cumpleaños de Irina y la ropa de calle de todo el elenco es realmente vestuario a la usanza rusa de principios del siglo XX.
“Estoy vieja, no tengo vida y estoy muy cansada.”
Olga está hastiada de su trabajo como maestra, Masha ha descubierto sentimientos encontrados en su corazón entre el deseo por un coronel del ejercito y el desprecio hacia su esposo, Irina está dispuesta a casarse con alguien por quien no siente gran cosa con tal de escapar. Los conflictos que viven cada una de las mujeres Prózorov están presentes en la adaptación que realiza Diego del Río a “Las Tres Hermanas”. Sin embargo, la historia que predomina en esta versión es aquella de la impositiva y escandalosa Natalia, esposa de Andrei, quien toma primer plano. Esta decisión, tanto en dramaturgia como en dirección, ofrece una nueva lectura a la obra maestra de Chéjov, a través de los ojos de una mujer externa a la familia que voluntariamente se ha insertado e invadido la casa familiar.
“Empezar un nuevo año es una nueva posibilidad.”
El resultado es una mezcla entre lo excesivamente solemne y lo vulgar, lo moribundo de las hermanas y quienes las rodean contrapuesto contra lo desparpajado e impaciente, pero siempre vivo, de Natalia. De tal manera, se puede apreciar una contenida escena de amor que no se atreve a decir su nombre entre Masha y Vershinin, una intencionalmente pausada plática entre Andrei y su nana Anfisa, mismas que son contrastadas con violentas intervenciones de Natalia. Ejemplo de esto cuando unilateralmente decide cancelar una celebración en favor de la salud de su pequeño y aparentemente frágil hijo. El público recibe estas últimas con asombro, risas o, a momentos, con repudio a tan agresiva presencia.
“Probablemente ni siquiera existimos.”
Sobre el escenario todo el elenco está sentado en alguna de las tantas sillas que ocupan la parte trasera del lugar. Son parte de la obra cuando se mueven al frente y abordan la acción. Cuando no, son testigos silentes de la pieza. Sin embargo, al inicio del montaje, cuando las hermanas Prózorov discuten la desagradable presencia de Natalia en sus vidas, se puede apreciar un inmediato cambio de actitud en Anahí Allué, actriz encargada de darle vida al controversial personaje, quien escucha atentamente las palabras como si estuviera agarrando fuerzas para el lanzar su primer ataque. La reacción del público no se hace esperar, quien no puede evitar reír.
“Poco a poco una se va secando y amargando.”
El elenco de “Las Tres Hermanas” es sólido en su gran mayoría. Arcelia Ramírez, Emma Dib y Maya Zapata como Masha, Olga e Irina respectivamente entregan trabajos honestos y contenidos que revelan vulnerabilidad y dolor en los momentos adecuados, como cuando Olga habla de su extremo cansancio o al momento en que Masha debe enfrentar su destino ante la inminente partida del ejercito. Mauricio García Lozano como Vershinin tienen oportunidad de demostrar sus talentos como actor y pianista con acierto, mientras que Concepción Márquez, quien participó en tres de los cuatro proyectos escénicos, resulta encantadora como la casi senil Anfisa. No obstante, es Anahí Allué quien merece ser distinguida por la construcción de personaje que realiza con Natalia. Su exasperación ante su poca agraciada realidad, el fastidio con que tiene que lidiar con una anciana sirvienta o el simple desencanto que proyecta en su mirada ante una vida que no es exactamente la que esperaba es una pequeña muestra de las múltiples capas que Allué ha puesto sobre un personaje que comúnmente es descartado como la mera antagonista de la obra de Chéjov. Allué pone ante los ojos del publico su gran rango como actriz y se le aplaude como tal. El cuadro actoral lo completan con oficio Enrique Arreola, quien alterna funciones con Alejandro Morales, y Antón Araiza.
“Si estuviera en Moscú me daría igual el invierno.”
Allá afuera la vida política del país está convulsionada, el crimen organizado opera libremente y la violencia es sencillamente rampante. En la mayoría de las casas, la gente quisiera que las cosas mejoraran, más no hacen realmente nada para que eso suceda fuera de publicar sus molestias en una de las tantas redes sociales disponibles. Quizás esta es una de las razones por la que “Las Tres Hermanas” de Antón Chéjov resulta tan relevante hoy en día, motivo por el que hemos sido testigos de tres versiones de la misma obra en cartelera en un año. La binaria Manada, la patética Villa Dolorosa y la muy teatral última entrega de Diego del Río son invitaciones a la reflexión del tipo de sociedad en la que vivimos, una donde las palabras escritas por el dramaturgo ruso hace más de 100 años tienen eco sobre un México que pareciera imposibilitado a hacer algo por mejorar las cosas.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Las Tres Hermanas”
DRAMATURGIA: Antón Chéjov
ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: Diego del Río
ACTÚAN: Arcelia Ramírez, Maya Zapata, Enrique Arreola, Alejandro Morales, Anahí Allué, Evan Regueira, Concepción Márquez, Mauricio García Lozano, Antón Araiza y Emma Dib.
DÓNDE: Teatro Milán
DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Lunes a Sábado 20:45 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 10 de Enero 2019.
COSTO: $450 y $380, . Boletos en taquilla y www.ticketmaster.com.mx
DURACIÓN: XXXXXX
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking. Les recomendamos revisar el resto de su cartelera, así como las obras que se presentan en el Foro Lucerna, dentro del mismo edificio.