LA GOLONDRINA
Para quienes desean adentrarse al dolor y pérdida que 173 disparos en 5 minutos provocaron.
LA GOLONDRINA
“Mamá, hoy voy a morir.”
La clase de canto no parece que vaya a ser muy fructífera. A pesar de que Amelia es una gran maestra, y Ramón tiene toda la intención de aprender, hay algo en el respirar del alumno que sencillamente no le permite llegar a las notas necesarias. Entre galletas no muy apetitosas, fotos de un pasado borrado a balazos, y un dolor compartido del que nadie está listo para enfrentar, dos almas profundamente heridas por el odio se verán a los ojos, se tomarán de las manos, y entenderán que lo que pasó esa noche en la discoteca Pulse no fue un acto terrorista. No, lo que pasó esa noche imposible de olvidar fue la más ruin y repugnante de las homofobias.
“Nadie puede entender lo que significa perder a alguien de esta manera, hasta que te pasa.”
El 12 de junio de 2016, un ser cuyo nombre no merece ser publicado entró al club nocturno gay Pulse de Orlando y disparó sobre todas las personas presentes, matando a 49 e hiriendo a 53. Este es considerado el acto de violencia más mortífero en contra de la comunidad LGBTIQ+ en la historia de los Estados Unidos, y una muestra más del inmenso odio que aún hoy en día existe en contra de un grupo de personas condenadas por el simple hecho de amar de manera disidente a la heteronorma. Esa misma fatídica noche, tras escuchar las devastadoras noticias, el dramaturgo español Guillem Clua comenzó a escribir “La Golondrina”, una exploración sobre el duelo y la pérdida sufrida por los familiares de los caídos, así como de los sobrevivientes de tan dantesco Domingo.
“Con cada bala se apagaba un grito.”
Ramón ha entrado a casa de Amelia bajo la excusa de querer aprender a cantar una canción en específico durante el memorial de su madre fallecida hace un año; Amelia dice haber perdido a su hijo Danny en un accidente hace ya casi un año. Ambos están mintiendo. Durante el transcurso de la velada se van revelando secretos de que los dos personajes guardan, hechos que los unen de manera profunda a través del dolor con que han tenido que sobrevivir desde el 12 de junio de 2016. Libre del melodrama gratuito, sin tomar una posición a favor o en contra de ningún personaje, y permitiendo que sea el espectador quien interprete las decisiones de una madre y el enojo de un amante de Lorca bajo sus propios referentes, “La Golondrina” es un golpe duro y directo al corazón que obliga a la reflexión sobre el odio que aun existe en nuestros días, un sentimiento tan podrido que es capaz de llevar a una bestia a disparar sin sentido sobre seres humanos indefensos. Sin embargo, el dramaturgo va un paso más allá y presenta un texto que se adentra igualmente a lo que nos hermana a todes y cada une de nosotres, plantea temas de empatía, duelo y frustración desde la más generosa de las humanidades, recuerda entre lágrimas imposibles de evitar que una melodía puede sanar el alma, que no importa cuántas balas se disparen, cuán grande sea el odio, el amor siempre será más fuerte y nos levantará con el orgullo que tanto se necesita.
“Me parece que tú te quieres apropiar el dolor de todos.”
El espacio es la sala de una casa que de inmediato remite a una decoración propia de los setenta. Del lado derecho del escenario se encuentra un teclado donde Amelia imparte sus clases. A medida que la maestra de canto y su alumno se enfrentan en toda una serie de discusiones, revelan sus dolores, y se unen por el amor a un alma que fue arrancada de este plano existencial, se deja en claro que ni uno de los dos es culpable o inocente, nadie tiene propiamente la razón, ambos son sencillamente humanos en sus propias contradicciones. Apoyado por la sutil pero eficaz escenografía e iluminación de Ingrid Sac, así como la música original de Pablo Chemor, la dirección de Alonso Íñiguez sobre “La Golondrina” permite que sean las palabras y la actoralidad lo que impacte sobre las butacas. A través de un cuidadoso manejo de tono y ritmo, para evitar caer en lo gratuitamente chantajista, y para permitir que el desarrollo de los personajes se aprecie sin la menor prisa, Íñiguez se aleja de cualquier parafernalia escénica, entrega elegancia en su montaje, donde la filosofía de menos es más impera. El resultado es emocionalmente devastador y esperanzador a la vez, el camino de Amelia y Ramón hacia la catarsis se percibe como orgánico, el realismo con que se opera consigue que el espectador se vea tocado en el corazón y lo lleva a levantarse del asiento para ovaciones tan potente trabajo mientras se enjuga las lágrimas.
“Lo que nos hace verdaderamente humanos es sentir como propio el dolor de los demás.”
Mientras que Ramón le lanza a Amelia de toda una serie de acusaciones, la mujer lo mira fijamente, la cara paralizada de rabia, sus manos abriendo y cerrándose con fuerza. Luego de escuchar una carta que le atraviesa por completo el alma, Amelia toma la mano de Ramón con delicadeza, para luego posar su cabeza sobre ella, sin decir una sola palabra. “La Golondrina” es encabezada por Margarita Sanz, una actriz que siempre ha sabido destacarse por la monumental verdad que siempre imprime a sus personajes. En el caso de Amelia, Sanz consigue dotar a la maestra, madre y doliente de una armadura que le permite sobrevivir a los peores golpes posibles, al mismo tiempo que es capaz de dejar entrever su fragilidad con el simple hecho de ofrecer una galleta. Es en esta dualidad que Sanz demuestra una vez más que es una de las mejores actrices que engalanan los escenarios con su mera presencia. A su lado, Germán Bracco, quien alterna funciones con Alejandro Puente, consigue estar a la altura del gran reto que implica la obra y su personaje, tanto desbocando su ira contra una mujer que asume tiene más culpas de las que carga, como reviviendo paso a paso la peor pesadilla que un ser humano pudiera enfrentar en vida. Ya sea Sanz cantando a Ravel con una servilleta de cisne en la mano o hablando de kiwis y lentejas con la voz entrecortada, Bracco tratando de deglutir una horrenda galleta, o ambos tratando de cantar una canción que les parte el alma, “La Golondrina” se beneficia profundamente de la capacidad de ambos histriones para operar desde la más pura entraña.
“Tal vez yo estaba demasiado ocupado con mi dolor y me olvide del suyo.”
Recuerdo perfectamente cómo me sentí cuando escuché las noticas de lo acontecido en Pulse. Quisiera decir que sentí rabia, impotencia, un deseo de justicia, pero la verdad es que lo único que sentí fue miedo… muchísimo miedo. Han pasado más de 7 años desde entonces y, aun cuando pueda andar por las calles con la frente muy en alto, rebozando de orgullo, hay una parte dentro de mí que sabe muy bien que me estoy exponiendo, que en cualquier momento un ser horrendo podía decidir acabar con mi vida por el simple hecho de… ser. No quiero que un día le llamen a mi madre para decirle que me mataron por ser gay, no quiero que mi esposo tenga que identificar el cadáver de un hombre que se atrevió a salir a la calle en falda y tacones… pero me niego, me rehuso a dejar que el miedo me invada y me controle. Ante el miedo, mejor cantar y que todo el mundo nos vea.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: La Golondrina
DRAMATURGIA: Guillem Clua
DIRECCIÓN: Alonso Íñiguez
ACTÚAN: Margarita Sanz, Germán Bracco y Alejandro Puente (alternando funciones).
DÓNDE: Teatro Milán
DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Viernes 20:45, Sábado y Domingo 17:00 y 19:30 horas. Hasta el 30 de Julio 2023.
COSTO: $850 y $650. Boletos en taquilla y Boletos para LA GOLONDRINA | Detalle de fechas para Espectáculo | Ticketmaster MX
DURACIÓN: 120 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.