LA DANZA CIRCULAR DE MARÍA
Para quienes quieren una amarga probadita de los horrores que suceden en el norte del país.
LA DANZA CIRCULAR DE MARÍA
“Despierta tú, que aún crees que estás viva.”María vio a su hijo en un sueño y decidió abandonar su amada Colombia, tan llena de ritmos calientes y aroma a café, para ir a encontrarlo allá, en los Estados Unidos. Su sueño la llevó, junto con su maleta cargada de sabores colombianos, hasta el puerto de Veracruz donde tomó uno de los dos buses que llevarían a 72 pasajeros hacia la frontera. María nunca volverá a Colombia, nunca volverá a ver a su hijo, nunca volverá a ver la luz del sol. San Fernando, Tamaulipas, será la última parada para todos. Lo único que se escucha en tan inhóspita noche son los ritmos de una cumbia y sus llantos ahogados, una mezcla de rabia y pánico.
“¿No me temes?”El 22 y 23 de Agosto de 2010, 72 pasajeros con la intención de entrar a Estados Unidos fueron brutalmente asesinados a manos de sicarios en San Fernando, Tamaulipas, sin mayor razón que la que puede dar el dinero. El dramaturgo originario de ese estado, Medardo Treviño, toma este, de entre tantos y tantos abominables casos sucediendo en el norte del país, para mostrar una herida aún punzante y hedionda en su obra “La Danza Circular de María”. Una mujer colombiana de edad madura es encerrada por Ángel, miembro de esta banda de animales, ya que no merecen el honor de ser llamados humanos, con la intención de hacer con ella lo que mejor le venga en gana. Lo que sucede en ese cuarto, un lugar olvidado de Dios, es un relato lleno de culpas, de miedo, de desesperación, de la sangre derramada sin razón alguna y de los llantos de una multitud de madres clamando justicia por sus hijos desaparecidos.
“¿Me vas a desaparecer?”El texto de Medardo resulta fascinante en la forma que entremezcla la crudeza de los hechos acontecidos con la lírica que evoca al adentrarnos en la mente de tanto víctima como victimario. La humillación de algo tan ordinario y humano como tener que orinar se contrasta profundamente con el relato de un asesino que alguna vez creyó ser capaz de tocar el paraíso por haber interpretado a Cristo en Semana Santa. La mirada acusadora de cada madre que visita en sueños a esta bestia se mezcla entre los pliegues de la falda de María, quien trata de salvarse el pellejo con una bolsa de café o bailando la cumbia regional “La Pollera Colora”. La religión y las tradiciones, los horrores vividos en cada país, la humanidad a flor de piel o escondida en lo más profundo del subconsciente, son parte de un todo que encierra en “La Danza Circular de María” el grito de toda una humanidad que simplemente no puede tolerar que hombre mate a hombre, por cualquiera que pueda ser la razón.
Transformando la distribución de El Círculo Teatral para acomodar una plancha de madera a lo largo de toda la extensión del lugar, el director Víctor Carpinteiro le da una propuesta visual de gran riqueza a “La Danza Circular de María”. El juego de distancias que se establece entre María y Ángel crea atmósferas de gran cercanía entre celador y presa o de enorme distancia, ya sea para tratar situaciones de violencia o humillación, o para adentrarnos en la mente de alguno de ellos para visitar recuerdos o compartir sus sueños o pesadillas. Carpinteiro, quien ya cuenta con un importante curriculum bajo el brazo, muestra una nueva madurez, promesa de grandes trabajos por venir.
“No quedará un solo rincón en la tierra donde no le siga mi mirada.”Actoralmente “La Danza Circular de María” me conmovió profundamente. Los contrastes entre el bien y el mal, el blanco y el negro, el ir y el venir, Dios y su absoluta ausencia, son parte esencial de esta danza propuesta en el montaje y justamente eso es lo que se logra con el trabajo de Javier Escobar y Ángeles Marín. Escobar se muestra estoico, inamovible, carente de compasión como el sicario Ángel. El deseo por odiarlo es sobrecogedor y, sin embargo, lo único que realmente se llega a sentir por este gorila es lástima. Javier Escobar proyecta, a momentos, a un monstruo capaz de los más bajos actos para después convertirse en un niño perdido en un mundo que nunca ha terminado de entender y donde simplemente se ha limitado a seguir sus instintos más básicos. Del otro lado del escenario, Ángeles Marín sencillamente me dejó helado en su interpretación de la colombiana María. Una mirada llena de terror se convierte en una de absoluto placer a medida que María teme por su vida o se deja llevar por el ritmo de “La Pollera Colora”. Sus ojos llenos de esperanza y lágrimas al ofrecer una bolsa de café como tributo por su vida me dolieron en el corazón mientras que el odio por su captor me llenaba la piel de escalofríos. Sin temor a equivocarme, uno de los mejores trabajos actorales femeninos de este año.
Vivimos en un país dominado por la barbarie. Militares persiguen a narcos quienes, a su vez, matan a quien se interponga en su camino; miembros de un cartel matan a los del otro y entre todos matan a políticos y policías; venganzas se cobran y cabezas aparecen colgadas a la mitad de avenidas; riñas entre paramilitares y facciones terroristas, porque eso es lo que son, obligan a la gente a encerrarse en sus casas con la esperanza de que estos horrores no crucen el quicio de sus puertas. “La Danza Circular de María” nos entrega una probada de lo que muchos capitalinos ignoramos o, más bien, preferimos ignorar. Es hora de darle un buen trago a tan amarga bebida, con la esperanza de que en cada uno de nosotros existe el poder para transformar el mundo, o aunque sea nuestro país, nuestra ciudad, nuestra colonia, en algo mejor, en un lugar seguro para vivir y ser feliz.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.