JAZMINES EN EL LÍDICE

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Para quienes entienden que, aun en tierra humedecida por sangre derramada, pueden crecer las flores.

JAZMINES EN EL LÍDICE

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“En esta casa estamos de luto.”

Hoy es el cumpleaños de Dayana, pero en esta muy humilde morada no hay nada que celebrar. Al menos eso es lo que siente Meche, su madre, quien no ha podido esbozar sonrisa desde que perdió a su hijo Raúl a manos de una bestia que, para empeorarlo todo, recién ha sido liberado de la cárcel. Entre intentos fallidos por dejar el barrio en favor de una vida donde no se respira violencia en cada esquina, amigas y familia que llegan para celebrar con lágrimas en los ojos que, a pesar de todo, aun hay una vida que vivir, y el exquisito olor a arepas recién preparadas, seis mujeres encontrarán en sus miradas el luto que comparten, pero también el amor que les impulsa para seguir adelante, aunque le hayan arrancado un preciado pétalo a cada una de estas hermosas flores.

“El tipo que mató a mi hijo, lo soltaron.”

En el año 2013, las fundadoras del Proyecto Esperanza, entidad que desde 1999 se ha especializado en ofrecer apoyo integral a mujeres víctimas de la trata, contactaron a la dramaturga venezolana Karin Valecillos con el propósito de escribir los guiones para una serie de cortos a partir de la recopilación de testimonio de 50 madres víctimas de la violencia en el barrio de Lídice en Caracas. Inspirada por todas estas historias, la autora desarrolla “Jazmines en el Lídice”, una ficción que encapsula en voz de seis personajes femeninos aquellos relatos de pérdida, dolor y rabia, pero también de resistencia, fuerza y resiliencia.




“Aquí, cuando comienza el chisme, lo mejor es hacerle caso.”

Meche no ha logrado superar la muerte, asesinato mejor dicho, de su hijo Raúl, sumiéndola en un profundo estado de rabia y tristeza, pero también le ha inyectado una férrea fortaleza que la enraíza aún más al barrio a pesar de que el perpetrador de dicho crimen ha sido liberado. Sus hijas y amigas, una sororidad de mujeres unidas por las pérdidas que cada una ha sufrido a manos de la rampante violencia en Caracas buscan la manera en que Meche pueda volver a sonreír, al mismo tiempo que cada una rememora a ese esposo, bebé, hijo que ya no se encuentra a su lado por culpa de una bala. Un pastel de cumpleaños, arepas recién hechas, un baile y muchísimo amor puede ser suficiente para conseguir un ligero aroma de alegría, pero las lágrimas siguen rodando por las mejillas de todas.

“Yo a usted la conocí feliz.”

El desarrollo y concatenación de las seis historias que Karin Valecillos crea en “Jardines en el Lídice”, así como la construcción de sus seis voces femeninas, está centrado dentro del melodrama, uno libre de manipulación o de chantajes sobresentimentales. Esto se consigue principalmente gracias a la forma en que la autora decanta la esencia de los 50 testimonios de manera veraz, respetuosa y sensible, libre de discursos panfletarios, incendiarios, o morbosos. Igualmente, al abarcar diversas generaciones en sus personajes, cada una con su propio recorrido de duelo y supervivencia, la dramaturgia abre un abanico que permite dimensionar la gravedad de la situación, la cantidad de sangre derramada, pero sin la pretensión de forzar una lágrima a través de la exacerbación emocional.




“Hay tantas balas perdidas que se llevan a nuestros hijos.”

La humilde casa de Meche recibe a los espectadores. Al centro se encuentra una cocina donde se están cocinando arepas y el comedor rebosante de ingredientes, tazas y platos de todo tipo. Del lado izquierdo la salida a la calle y un tendedero lleno de ropa, del derecho un sillón viejo que conforma la sala. La recreación del espacio es enteramente realista y captura con claridad el estrato social donde se ubica la acción. Cuando el muy real peligro que se esconde detrás de una moto estacionada en frente de la morada de Meche se intensifica con una iluminación roja que rompe, por única vez, con este realismo.

“Yo sé que es mucha rabia, pero debería haber otra cosa.”

En absoluta congruencia con la dramaturgia, la dirección de escena de Giovanny García en “Jazmines en el Lídice” apuesta por la recreación minuciosa del estilo de vida que llevan este grupo de mujeres, una vez más no para efectos de sentimentalismo, sino casi en un ejercicio documental. Esto se consigue gracias a la labor de Alfredo Correia en la dirección de arte, quien logra que el Espacio Urgente 2 del Foro Shakespeare se agigante para acomodar toda una pequeña casa. Asimismo, es de notar el trabajo de Samantha Castillo en el diseño de vestuario y la iluminación de Alejandro Hernández Vera.




“El dolor es un espejo donde no hay belleza.”

Meche abraza una planta como si se tratara de su hijo perdido, las lágrimas que derrama encierran todo su pesar; la frustración de Anabel ante la necedad de su madre es un reflejo de todo el amor que le tiene; Dayana quisera dejar detrás toda la tristeza y poder celebrar su cumpleaños, pero ella misma vive un duelo personal que no termina de sanar; con profunda frustración, Sandra lamenta haber perdido a su esposo y no a un hijo pues se siente rechazada por las demás pues al parecer su pérdida no es tan grande; los números de muertos han agotado las fuerzas de Aída, mientras que la bebida y el humor son las armas que usa Yoli para seguir adelante con su vida.

“Si tú no me pides que me vaya, yo no te pido que te quedes.”

Hacia el final de “Jardines en el Lídice”, las seis mujeres comienzan a bailar. Sonríen, ríen incluso, pero sus lágrimas no dejan de caer. La veracidad de esta agua derramada, la fractura emocional desde donde operan cada una de ellas es tan real como la escenografía desde donde accionan. El trabajo actoral que realiza el elenco de la puesta en escena, conformado por Sheila Monterola, Eulalia Siso, Samantha Castillo, Mónica Quintero, Vera Linares y Andreina Mesa, es de tal honestidad, es tan evidente que cada una es atravesada por estas historias, que es difícil no conectar a nivel anímico con sus historias. Más allá de imitar un problema lingüístico, lejos de cualquier tono telenovelesco, estas actrices se entregan con cuerpo y alma, y amplio talento, a que estas historias no sean olvidadas.

“Lo malo no se recuerda, lo que pasa es que a una no se le olvida.”

Esta no es una historia que sucede en Venezuela. El dolor de Meche y de Yoli no surge en un barrio de Caracas, los duelos de Aída y de Anabel no son propios de un país, las lágrimas de Dayana y Sandra son reflejo de las que muchas, demasiadas, mujeres derraman por toda Latinoamérica. Hay tanta, tanta, tanta sangre, son tan altos los números de desaparecidos y asesinados, que pareciera que lo único que queda es una tierra seca, muerta como lo que nos ha dejado la violencia. Sin embargo, en todo este pesar, una flor puede crecer, aun hay espacio para que se le pida un deseo a una pestaña caída. Es en esa esperanza donde cabe la humanidad entera.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Jazmines en el Lídice

DRAMATURGIA: Karin Valecillos

DIRECCIÓN: Giovanny García

ELENCO: Sheila Monterola, Eulalia Siso, Samantha Castillo, Mónica Quintero, Vera Linares y Andreina Mesa.

DÓNDE: Espacio Urgente 2 del Foro Shakespeare.

DIRECCIÓN: Zamora 9, Colonia Condesa.

CUÁNDO: Viernes 20:00 horas. Hasta el 29 de agosto 2025.

COSTO: $350. Boletos en taquilla y Boletos | JAZMINES EN EL LIDICE | SHKSPR & CÍA

DURACIÓN: 70 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Hay un estacionamiento justo a lado.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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