INMO-BILL

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Para quienes entienden que, cuando enferma, la mente puede generar la peor de las parálisis.

INMO-BILL

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

“Tranquilo muchacho, tuviste un accidente.”

Cuando Bill despertó, se encontró en una cama de hospital, imposibilitado de mover sus piernas. Sin embargo, la verdadera parálisis no provenía de sus extremidades inferiores, sino de su peor enemigo: su propia mente. Un accidente automovilístico ocasionó que un hombre dominado por sus demonios internos emprendiera un viaje hacia su propio espacio sideral, a ese universo donde un amigo de plástico vestido de astronauta siempre le ayuda a seguir adelante, un lugar imaginario donde la vida es más fácil de llevar que en la realidad donde una pastilla, o varias, son necesarias para que pueda operar día a día sin colapsar.

“¿Hoy es el día en que me toca morir?”

La salud mental es un tema que aun en nuestros días se considera tabú. La ansiedad, la depresión, o el trastorno de déficit de atención con hiperactividad son problemas muy reales que aquejan a millones de personas por todo el planeta, todas ellas enfermedades que paralizan el buen funcionamiento de tantos y tantos, pero pareciera que es mejor callar y pretender que no existen a enfrentarlos cara a cara. “Inmo-Bill”, escrita, dirigida y actuada por Emmanuel Morales, es un monólogo que confronta, desde un lugar tanto descarnado como lúdico, tan difícil tema, adentrando al espectador al universo mental que habita Bill, un hombre paralizado en cuerpo y psique a causa de un accidente automovilístico y por un estado alterado mental con el que tiene que lidiar todos los días.




“Mis pensamientos siempre tenían el poder de inmovilizarme.”

Bill lleva en la bolsa un playmobil de un astronauta. Este pequeño juguete funciona como su alter-ego, una versión de sí mismo que no grita desquiciadamente cuando no puede ir al baño, que no quiere salir huyendo desesperadamente de donde se siente incómodo, que no olvida cuidar a su perro cuando la depresión lo ahoga. Es a partir de este muñeco que Bill puede irse en su mente a lugares muy lejanos a su realidad, a espacios donde una pastilla no determina su bienestar. Aún cuando el tema que aborda “Inmo-Bill” es profundamente serio y necesario, la manera en que Morales lo aborda lo hace amable, incluso divertido a momentos, para el espectador. A esto se le suman un par de giros de tuerca que obligan a reinterpretar la anécdota de manera ingeniosa, y ciertamente dolorosa, incluso alcanzando a momentos la contundencia. No obstante, resulta redundante e innecesario el presentar una ilustrativa moraleja final, donde literalmente el autor da una lección sobre las personas que viven con alguna enfermedad mental, cuando este mensaje ha quedado más que claro a lo largo de la dramaturgia sin que sea necesario deletrearlo. Una vez dicho esto, y salvo por una escena oscura en su lectura cuando el personaje interactúa con una bocina inteligente, es evidente que la obra parte desde un lugar honesto, mismo sobre el cual Morales construye con una cabal progresión dramática hasta una conclusión dura y potente.

“Yo no quiero tomar otra pastilla porque es como usar muletas.”

En el centro del muy reducido espacio que conforma el escenario hay un baúl metálico con ruedas sobre el que está postrado Bill, minutos antes de empezar su rutina diaria. Mientras que el personaje relata su día a día, con mímica o palabra, describe el terrible accidente y su estancia en el hospital, este se va moviendo con precisión por el lugar, dando vueltas, maromas, y saltos sin jamás cruzar la línea del escenario. Su vestuario es un traje de astronauta, reflejo de su playmobil, vestimenta que lo hace sentir seguro en la vorágine que es su mente. La luz va también creando un reflejo de sus pensamientos o del lugar donde se encuentra, inundando el lugar con luz blanca mortecina propia de un hospital o creando oscuros totales cuando su mente está transaccionando o en crisis. La dirección escénica que Morales propone sobre “Inmo-Bill” fortalece profundamente la dramaturgia, al dotar de acción la narrativa, al darle una mayor fuerza a partir de toda una gama de recursos, destacando principalmente el movimiento escénico y el trabajo de iluminación, ambos a cargo de Benjamín León. A esto se suma el uso del baúl, que sirve para representar toda una serie de elementos, desde una ambulancia o una cama, hasta un espacio seguro donde Bill puede convivir con sus muñecos. Asimismo, de su interior aparecen piezas de utilería, unas más efectivas que otras, pero igualmente es de importancia mencionar una mascota que sorpresivamente sale del baúl para deleite del espectador, una manipulación inteligente que impacta directamente con las emociones que se busca provocar. Sin duda, hay una armónica simbiosis entre texto y escena que Morales ha orquestado con precisión




“Mis muñecos siempre me salvaron.”

Al no poder defecar, Bill se golpea las rodillas con fiereza, su día ya ha comenzado mal. Mientras está acostado en una cama de hospital, el hombre paralizado vocifera a todo pulmón su rabia e importancia ante una inmovilidad que lo domina, no por la inactividad en sus piernas, sino por la que sus pensamientos le generan. Al estar con sus playmobil, Bill se permite ser niño, un niño dragón que juega y que quisiera volver a esos tiempos en que la vida no era tan complicada. Conseguir que “Inmo-Bill” funcione demanda la presencia de un actor que se comprometa de lleno con el texto, que habite todo el dolor que padece el protagonista, que permita ver sus exacerbadas emociones, tanto depresivas como maniacas. Emmanuel Morales se da ese permiso a manos llenas. Ciertamente, a momentos resulta demasiado agresivo el escuchar los alaridos del personaje en un espacio tan reducido, pero claramente es parte de la experiencia que se busca, el incomodar. Al mismo tiempo, cuando Morales se dirige directamente a los espectadores para discutir nombres, es capaz de generar gran empatía y establece una conexión emocional. Es en esta multiplicidad de sensaciones, emociones y estímulos, incluyendo el cantar un rap sobre la salud mental, que Morales demuestra su capacidad actoral, misma que se suma a su gran manejo corporal.

“Tranquilo, nadie te va a quitar la paz mental hoy.”

Seis meses estuve en cama a los doce años a consecuencia de una depresión clínica producida por la muerte de mi papá. En ese tiempo mis piernas dejaron de funcionar, mientras que mi mente le daba instrucciones a mi cuerpo para que se muriera. Entiendo perfectamente la oscuridad que existe en la enfermedad mental, entiendo los mecanismos que se necesitan para salir adelante. En el caso de Bill, él tenía un playmobil de astronauta. En mi caso, un hipopótamo llamado Hugo que de hecho llevo tatuado en el brazo izquierdo. La salud mental no es cosa de juegos, pero a veces un juguete o una película animada es lo que nos puede ayudar a sobrevivir.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Inmo-Bill

DRAMATURGIA, DIRECCIÓN Y ELENCO: Emmanuel Morales

DÓNDE: Foro Cultural Bellescene

DIRECCIÓN: Zempoala 90, Colonia Narvarte.

CUÁNDO: Domingo 18:00 horas. Hasta el 14 de Julio 2024.

COSTO: $400. Boletos en taquilla y en Events – Boletopolis

DURACIÓN: 55 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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