EL ÚLTIMO TREN

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Para quienes desean ser testigos de un enfrentamiento entre la mente y la fe donde más de una vida está en juego.

EL ÚLTIMO TREN

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“¿Realmente cree que Dios está aquí en este cuarto?”

Luego de que Negro salvara a Blanco de aventarse a las vías del metro, ambos hombres se encuentran sentados frente a una mesa donde el libro más leído de todos los tiempos es una presencia innegable. Entre tazas de café, un expresidiario quien ha encontrado sus respuestas en las sagradas escrituras y un maestro quien ha perdido por completo la fe en todo aquello que alguna vez creyó tendría las soluciones a sus múltiples dudas se enfrentan. Dios y ciencia, misticismo y datos, Tolstoy y la Biblia, el espacio que existe entre todos estos universos son el campo de batalla para que empiece un debate que lleva siglos llevándose a cabo entre meros mortales o los más grandes pensadores de la historia.

“¿Quién lo nombró mi ángel de la guarda?”

Considerado como uno de los más grandes novelistas norteamericanos del siglo XX, Cormac McCarthy aborda la eterna confrontación entre el pensamiento lógico y la religión, entre el sentido de la vida y el significado de la muerte, en “El Último Tren”. Considerada por algunos como una novela corta posando como dramaturgia, la obra es una disertación teológica llevada a cabo por dos personajes sentados frente a una mesa donde la ausencia de una progresión dramática o un sentido de urgencia incitan al espectador a sentirse involucrado más por las ideas que plantea y confronta que por una anécdota como tal que contar.




“Las cosas en las que yo creía ya no existen.”

Discutir literatura o contar un violento recuerdo en la cárcel, debatir una aparentemente inútil adicción a la cultura o tratar de encontrar el camino a través de Jesús, pelear por salvar una vida que no tiene la menor intención de ser salvada. Con una traducción a cargo de Gerardo Enrique Capetillo Pasos, y una adaptación del también director Luis Ángel Gómez, “El Último Tren” remite a otros valiosos trabajos de dramaturgia como “La Última Sesión de Freud” de Mark St. Germain o incluso la afamada “Oleanna” de David Mamet, donde el atractivo de la obra no se halla en una anécdota propiamente, sino en la guerra de intelectos que se enfrentan en una lucha de poder por alcanzar la supremacía. Es en este rubro donde las palabras del autor se convierten en universales, al abrir cuestionamientos que han estado en la mente de la mayoría, sin necesariamente ofrecer respuestas, sino aun más preguntas.

“Si usted no tuviera dolor en su vida, ¿cómo entendería la felicidad?”

Blanco y Negro se encuentran en el departamento de este último. Sin embargo, la humilde morada se encuentra rodeada por un círculo naranja cuya iluminación responde a momentos al momento del debate en que se encuentran los personajes, lo mismo que hace el foco desnudo que pende por encima de ellos. Este espacio podría ser realista, un departamento en una zona por demás humilde de la ciudad, pero también podría sugerir un purgatorio, un círculo en el infierno de Dante, un lugar abierto a la interpretación del espectador. Llevar a la escena “El Último Tren” es un reto de alto rango dada la complejidad y densidad de la dramaturgia. La propuesta del director Luis Ángel Gómez, apoyado por el trabajo en escenografía e iluminación de Bryan Guerrero, apuesta por un espacio que transita entre lo realista y lo onírico, uno que es capaz de acentuar las álgidas discusiones filosóficas entre los personajes. Esto, aunado a un ritmo sostenido in crescendo que aumenta la intensidad de las discusiones hasta el punto de quiebre, permite que la obra sea no sólo asequible para el público, sino que lo involucre intelectualmente en una batalla donde posiblemente nadie sea capaz de clamar victoria.




“Quiero que los muertos se queden muertos para siempre, y quiero ser uno de esos muertos.”

Negro es un hombre corpulento con una sonrisa abierta francamente contagiosa. Cuando habla de Dios su mirada se ilumina, su afabilidad es real, su deseo de ayudar al prójimo proviene de un lugar honesto en su alma. Sin embargo, al recordar su tiempo en la cárcel, sus ojos se oscurecen, sus facciones se endurecen y es ahora una bestia asesina capaz de cometer las peores de las violencias. Entre estas contrastantes emociones, también hay lugar para un quiebre emocional ante el posible fracaso de salvar a un alma. A su lado, Blanco parte desde el enojo, desde la rabia que implica la frustración de vivir y de no haber podido quitarse la vida. Para poder llevar a escena “El Último Tren” es imperativo contar con la presencia de actores capaces de dialogar desde la fractura, operar desde una realidad emocional, libre de pretensión, es necesario que se apropien de los preceptos filosóficos y los hagan propios. Esta compleja labor la realiza Rodolfo Guerrero a manos llenas, asumiendo por completo el papel de Negro desde la ternura, la furia o el dolor. A su lado, Rodrigo Vázquez realiza una labor que empata la calidad de su contraparte, aun cuando a momentos se perciban dejos de actoralidad. Una vez establecido esto, la evidente complicidad entre ambos actores, la comunicación y empatía que desarrollan a lo largo de la escena es una de las cartas más poderosas con las que cuenta, y se beneficia, la puesta en escena.

“¿Cuánto tiempo cree que debo quedarme para poderme ir?”

En un rincón de mi departamento, en un espacio que normalmente está fuera de mi vista, hay un pequeño altar religioso que puso mi esposo. Su fe en un dogma que durante siglos ha promovido el odio en contra de la comunidad LGBTQ+ es algo con lo que he aprendido a vivir, más no es un tema que discuto con él, nuestro debate teológico ha concluido con una sana tregua. No obstante, la disertación entre la mente y la fe, entre el entendimiento del mundo desde la lógica o el misticismo siempre será una discusión fascinante de la cual nunca me cansaré de dilucidar, ya sea durante una cena con amigos, o desde la butaca con la escena.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: El Último Tren

DRAMATURGIA: Cormac McCarthy

TRADUCCIÓN: Gerardo Enrique Capetillo Pasos

ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: Luis Ángel Gómez

ELENCO: Rodolfo Guerrero y Rodrigo Vázquez.

DÓNDE: Teatro El Milagro

DIRECCIÓN: Milán 24, Colonia Juárez.

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 8 de Septiembre 2024.

COSTO: $300. Boletos en taquilla y en Teatro El Milagro – Boletópolis (boletopolis.com)

DURACIÓN: 110 minutos sin intermedio

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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