EL PEQUEÑO PONI
Para quienes entienden que la autenticidad debe ser algo celebrado, en vez de ahogarla por la violencia.
EL PEQUEÑO PONI
“Al parecer, Miguel tiene problemas con los compañeros.”
La elección de mochila nunca debió de ser un problema. Pero el que Miguel, siendo apenas un niño de primaria, eligiera llevar al colegio un trozo de tela llena de colores, no con dibujos de caballos, sino con caballitos ponis con los pelos de colores, fue motivo suficiente para que la violencia comenzará, se ignorara, y escalara a niveles que nunca nadie habría podido imaginar. Sus papás debieron protegerlo ante todo, el director de la escuela tuvo que haberle puesto un alto a las agresiones en el baño de hombres… y nadie hizo lo suficiente hasta que Miguel tomó el control de las cosas con sus propias manos.
“El problema es el niño.”
En 2014, en Jackson Mississippi, Michael Morones de 11 años intentó suicidarse luego de ser víctima de bullying en su escuela, en gran parte porque cometió el imperdonable crimen de llevar una mochila de Mi Pequeño Poni a clases. Ese mismo año, en Candler, North Carolina, se le solicitó a Greyson Bruce de 9 años a no atender a su escuela con una mochila de la misma caricatura. Esta prohibición era la manera en que ese colegio pretendía terminar con la violencia que azotaba al pequeño, poniendo la culpa en la víctima, no en los agresores. Este tipo de aberrantes acontecimientos homofóbicos inspiraron al dramaturgo Paco Bezerra a escribir en 2016 El pequeño poni como una manera de levantar la voz, crear conciencia y hacer una clara protesta en contra de una sociedad que orilla a niños al suicidio.
“Hay ciertas cosas con las que un niño no puede salir a la calle.”
Los papás de Miguel en un inicio se presentan como una pareja enamorada, con ciertos problemas típicos del matrimonio, pero que aún se desean y disfrutan de su compañía. A medida que la trama se desenvuelve, que se revela el nivel de violencia a la que está siendo sometido su hijo, se descubre que Jaime e Irene también son parte del problema, que existe un cierto nivel de agresión en su relación, que representan a parte de esa sociedad que trata de aniquilar cualquier cosa que se desvíe de lo que las buenas costumbres dictan como “normal”, que el amor que una madre siente por su hijo puede estar directamente afectado por la vergüenza que le pueda ocasionar su autenticidad. Aun cuando la construcción dramática de El Pequeño Poni cae a momentos en el melodrama exacerbado que busca manipular las emociones del espectador, el discurso de Paco Bezerra resuena con actualidad y urgencia en el México de 2024. El hecho de que el autor señala las agresiones que sufre Miguel, personaje nunca presente físicamente en escena, no sólo en la escuela, sino también en su entorno familiar, invita a la reflexión del espectador en la manera en que uno puede cómplice de las agresiones normalizadas a las que minorías o grupos de riesgo son sometidas día con día.
“¡Yo no quiero que mi hijo sea una persona normal!”
Al centro del escenario se encuentra una casita de madera en representación del hogar de Miguel y sus papás. Esta utilería es en un principio manipulada con cuidad al moverse de un lado al otro, más a medida que la trama avanza, esta edificación en miniatura es olvidada en el piso, a momentos pateada, y en un momento muestra un dibujo que refleja la angustia del muy violentado niño. La escenificación de El pequeño poni corre a cargo de Diego del Río quien exacerba el melodrama intrínseco en la dramaturgia para generar emociones más intensas en el público. Ya sea sugiriendo la presencia de Miguel de una manera sonora, con el azotar constante de una puesta por poner un ejemplo, o cayendo en lo ilustrativo como es el mostrar el dibujo del niño que se describe en escena y que podría haberse quedado en la imaginación de cada espectador, la dirección de del Río consigue que la violencia a la que es sometido el protagonista sea patente, incuestionable, y al mismo tiempo elegante, sugerente, que no evidencia una acción fatídica de Miguel que lleva el destino del niño hasta sus últimas consecuencias.
“El niño identificó 253 agresores.”
Al comenzar la obra, Irene y Jaime negocian un beso de manera juguetona. Cuando Jaime confronta a Irene sobre la manera en que su esposa piensa sobre Miguel, la violencia se comienza a desatar, culminando en una guerra a gritos entre ambos que se desborda hasta la estridencia. Las actuaciones en El pequeño poni corren a cargo de Francisco Celhay y Natalia Morlacci. Ambos actuantes parten del realismo, de dejar que sus emociones fluyan con toda libertad, hecho que se realiza con destreza y oficio, y se aplaude. Sin embargo, dado que la obra se realiza en un espacio íntimo, con la butaquería a un par de pasos de distancia, un ejercicio de contención emocional es requerido para que el vociferar de un padre y una madre sea entendido a plenitud y no se ahogue en la cacofonía.
“Por mucho que podes, del tallo de un rosal nunca van a salir jazmines.”
Recuerdo desde muy niño, siete u ocho años apenas, haber sentido fascinación por el cuerpo masculino. No de manera sexual, no tenía noción de esas sensaciones, pero sí en quedarme viendo caras y cuerpos en televisión, en la calle, en donde fuera. Desde niño yo mismo sabía que era diferente a los demás… los demás también lo notaron y me lo hicieron saber de múltiples maneras, ninguna de ellas amorosa. Pareces niña, te mueves como mariquita, no camines así, no hables así, no bailes así, no seas así. La sociedad desde muy pequeño me pidió no ser como era y pagué las consecuencias, específicamente desarrollando un profundo odio hacia mí mismo que me tomó más de 40 años superar. Hoy camino en tacones con la frente muy en alto. Yo soy un poni de colores que brilla con toda su intensidad y lo que piensen los demás… es problema de los demás.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: El pequeño Poni
DRAMATURGIA: Paco Bezerra
DIRECCIÓN: Diego del Río
ELENCO: Francisco Celhay y Natalia Morlacci.
DÓNDE: Foro Shakespeare
DIRECCIÓN: Zamora 9, Colonia Condesa.
CUÁNDO: Miércoles 20:15 horas. Hasta el 18 de diciembre 2024.
COSTO: $350. Boletos en taquilla y Boletos | El pequeño poni | SHKSPR & CÍA
DURACIÓN: 75 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Hay un estacionamiento justo a lado.