EL DÍA QUE LAS ESTRELLAS DEJARON DE BRILLAR

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Para quienes entienden que negar la realidad no borra la bestialidad de violencia que nos azota.

EL DÍA QUE LAS ESTRELLAS DEJARON DE BRILLAR

Por Juan Carlos Araujo

“Una nave se llevó a papá.”

Para una niña, por supuesto que fue más fácil pensar que papá fue llevado por extraterrestres a enfrentar la realidad, era más lindo pensar que esas luces que truenan en la oscuridad eran luciérnagas y no una ráfaga de balas. Como adolescente, era casi imposible negar la realidad cuando es mejor cortarse el pelo como hombre y usar ropa suelta antes que ser atacada, cuando tus amigos del alma caen por un error de identidad, por estar en el lugar equivocado a la hora equivocada. Hoy, en 2025, mientras todos aparentan que todo está bien y que los chacras están en línea, sólo hay que voltear al cielo para darse cuenta de que la violencia se ha encargado de poner una venda sobre los ojos de la sociedad entera.

“Si se evita la oscuridad, se evita la inseguridad.”

A partir de la inmensa ola de violencia que se ha desatado sobre la ciudad de Xalapa, Veracruz, producto del crimen organizado y la complicidad con las autoridades, así como de una sociedad que prefiere pretender que todo está bien antes de ver a los ojos a semejante barbarie, la joven dramaturga Mariana Reskala escribe El día que las estrellas dejaron de brillar. Ubicada en tres momentos en la vida de una mujer, su niñez, adolescencia y temprana adultez, la autora ofrece una contundente y aterradora visión de lo que significa crecer en una ciudad azotada por la violencia, donde el mero acto de salir a la calle a comprar algo en la tienda de la esquina es un desafío a la seguridad, donde salir a tomar una copa en un bar es un riesgo a ser secuestrada, en donde es mejor establecer un cerco alrededor de una ciudad, y fingir que la paz existe, a atacar de frente a carteles que se saben intocables.




“Por primera vez tenía los pies completamente en la tierra.”

Luna perdió a su padre y todo parecía estar bien hasta que su madre la llevó con un psiquiatra que le recetó pastillas de realidad; su adolescencia no era la más sana, andar en moto y bebiendo alcohol en exceso con amigos, pero qué otra alternativa queda cuando la muerte acecha en cada esquina; cuando las luces de la calle iluminan con tal fuerza que ocultan las estrellas, lo único que queda es bajar el switch y enfrentar cara a cara la oscuridad. Lejos de caer en lo aleccionador, panfletario o discursivo, Reskala construye con elegancia y sutileza El día que las estrellas dejaron de brillar. De tal manera, la inconcebible violencia que se describe aparece de manera casual, en una conversación entre madre e hija, entre amigas que quieren salir a divertirse, durante una sesión de terapia con una fraudulenta coach de vida. Este estilo produce que el escalofriante mensaje de la obra sea aún más contundente. Ciertamente, los dos primeros capítulos de la obra alcanzan mayor fuerza, el tercer sintiéndose apresurado en su resolución, adentrándose en terrenos más de ficción que cimentados en la cruda realidad. No obstante, la visión que la autora propone, la forma en que los asesinatos y desapariciones son percibidos por los ojos de una niña o de una adolescente, y la manera en que eso trastoca su cosmogonía, es un mensaje que duele profundamente, que disloca y abre conversaciones necesarias y urgentes en este México más controlado por el crimen que por el gobierno.

“Papá… Rocko… Sofía…”

Luna está vestida de blanco, todos los demás personajes que tocan su vida, interpretados por Teté Espinoza, van vestidos de negro, color del luto que impera en la sociedad. Con tan sólo dos sillas en escena se construye el mundo de esta chica quien trata de ser feliz a pesar de ir perdiendo a las personas más importantes de su vida a manos de la bestialidad humana ya sea creando un espacio seguro para tomar terapia o una moto en la que andar a toda velocidad es más seguro a caminar por las calles. Los diálogos se lanzan a toda velocidad a momentos, el ritmo es acelerado, provocando que ciertas escenas de intimidad o de profunda introspección no alcancen su potencial fuerza. La dirección de El día que las estrellas dejaron de brillar corre a cargo de Ricardo Rodríguez quien estéticamente consigue una puesta en escena sólida, en gran parte gracias al apoyo que recibe de un equipo creativo que incluye a Sergio López Vigueras en el diseño de iluminación y escenografía, así como a Yayo Villegas en el diseño sonoro quien genera atmósferas auditivas potentes que fortalecen la escena. Sin embargo, Rodríguez establece un ritmo in crescendo, en ocasiones precipitado, incluso en ciertos momentos que no permite profundizar en los sentimientos de la protagonista, y diluyen el impacto de lo que sucede o dice.




“Si no aparece, y no está aquí, ¿dónde está?”

Una psiquiatra de voz chillona atiende a Luna sobre las consecuencias físicas que ha sufrido a raíz de la desaparición de su padre; un galán más cercano a los primates que a los humanos reacciona de manera poco sensible ante la posible desaparición de la mejor amiga de Luna al estar más enfocado en sus propias necesidades que en las de con quien acaba de pasar la noche; como mujer adulta, Luna visita cada semana a una guru de voz ronca falsa quien se dedica a lavarle el cerebro para pretender que a las afueras esta ciudad no hay quema de cuerpos, que las autoridades no están al 100 coludidas con el crimen organizado. El día que las estrellas dejaron de brillar se beneficia por la presencia de Patricia Soto y Teté Espinoza en el elenco. Mientras que Soto carga la responsabilidad de darle vida a Luna durante toda la obra, Espinoza se encarga de darle vida a todos los personajes secundarios o satélite que giran alrededor de la protagonista. Por un lado, Soto opera desde el realismo, la gravedad de sus situaciones, con fractura aun cuando en ocasiones el ritmo establecido por el montaje no le permita llegar a mayores profundidades. Por el otro, Espinoza tiene la oportunidad de jugar con cada uno de los distintos roles que crea, ya sea desde la comedia o desde un peso más dramático como es la madre de Luna. Sin duda, esto genera un papel de mayor lucimiento, más la comunicación y clara confianza que existe entre las dos actrices permite que se entreguen dos trabajos actorales dignos del aplauso final.

“Este mundo no está acostumbrado a la belleza, por eso la desaparecen.”

Hace unos cuantos días en redes sociales apareció la foto de un importante miembro de la comunidad teatral mexicana. Su cara estaba plasmada en uno de esos reportes oficiales declarándolo desaparecido. No tenía más de 24 horas desde la última vez que alguien supo de su paradero, pero en esta sociedad, donde la paz mental es un lujo que no podemos darnos, ese tiempo ya era suficiente para que sus seres queridos pensaran lo peor. Esta persona apareció, dónde estaba, qué fue lo que pasó es irrelevante. Lo importante es reflexionar sobre lo que su momentánea ausencia provocó en todos nosotres, en inmediatamente pensar que lo peor había sucedido. Pero… aquí, en un México donde hay tanto bienestar… aquí no pasa nada.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: El Día que las Estrellas Dejaron de Brillar

DRAMATURGIA: Mariana Reskala

DIRECCIÓN: Ricardo Rodríguez

ELENCO: Patricia Soto y Teté Espinoza

DÓNDE: Teatro El Granero Xavier Rojas dentro del Centro Cultural del Bosque.

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

CUANDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 4 de mayo 2025. SUSPENDE FUNCIONES 17 y 18 DE ABRIL 2025.

CUANTO: $150. Aplican descuentos. Boletos en taquilla y en Boletos | EL DIA EN QUE LAS ESTRELLAS DEJARON DE BRILLAR | Centro Cultural del Bosque

DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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