CÓMO APRENDÍ A MANEJAR

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Para quienes desean adentrarse al horror de una época que, ante lo impensable, prefería disimular que no pasaba nada.

CÓMO APRENDÍ A MANEJAR

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Cortesía de la Producción

“A veces, para compartir un secreto, primero tienes que contar una lección.”

Las miradas que se enfocan más en los pechos que en la cara, los toques ligeramente más cariñosos de lo necesario, el pretender que una lección al volante era sólo eso y no una excusa para pasar tiempo de más con una menor de edad. Él era su tío, y ella adoraba la atención que recibía, la buscaba constantemente, incluso jugaba un poco más de lo permisible a sabiendas que estaba cerca de quemarse con las flamas. Lo que pasaba en esa familia no era correcto de ninguna manera, grotesco es la palabra correcta. Sin embargo, lo peor de todo, es que ellos dos no eran los únicos que lo sabían.

“La familia es un gusto adquirido, como los besos de lengüita.”

La pedofilia, el incesto y la misoginia, así como la manera en que la sociedad de los 60s normalizaba ciertas violencias o sencillamente prefería mirar hacia otro lado antes que tener que confrontar incomodas realidades son algunos de los muy escabrosos temas que la reconocida dramaturga norteamericana Paula Vogel explora en “Cómo Aprendí a Manejar”, su ópera prima que le valiera el Premio Pulitzer en 1998. A partir de una relación por demás inapropiada entre un tío y su sobrina, la autora de otras grandes obras como Indecenteda cuenta de la manera en que, apenas hace unas cuantas décadas, las mujeres silenciaban horrores bajo el peso del patriarcado, de alcoholismos normalizados, de agresiones en las escuelas completamente aceptados y hasta de abusos sexuales que, bajo la bandera de la familia, era mejor ponerlos bajo la alfombra y pretender que no existían.




“No va a pasar nada entre nosotros hasta que tú quieras.”

La obra comienza en 1969. Cosita de 17 años está en el coche con su tío Peck quien está tratando de convencerla de que le permita desabrocharle el brasier. Años más tarde, Cosita habla con su tío para confesarle que ha tenido relaciones con un chico inexperimentado y el placer que ella encontró en el poder que enarbolaba por su condición de ser la mayor. En una escena que transcurre en 1965, cuando la protagonista tiene apenas 13 años, se da una secreta sesión de fotos que eriza la piel, sobre todo cuando el tío sugiere un horrendo plan a cinco años. Aun cuando las situaciones que “Cómo Aprendía a Manejar” son profundamente perturbadoras, una constante en la obra es que no se percibe la presencia de una víctima y un victimario, de un predador y una presa, aquí no hay villanos ni princesas indefensas, son dos seres humanos, con virtudes y defectos, con evidentes psicopatías y adicciones, con vulnerabilidades y un profundo amor entre ambos. Es en este equilibrio que Vogel demuestra su verdadera presteza como dramaturga. Al no emitir juicios sobre los personajes, al meramente presentar una serie de situaciones fuera de órden cronológico, en su forma de intercalar la relación entre tío y sobrina con las relaciones periféricas con el resto de la familia, incluyendo una madre alcohólica, un abuelo machista, una abuela sumisa con ideas decimonónicas sobre el sexo, y un primo que también ha sido objeto de seducción, es que Vogel crea un retrato fidedigno, lamentable y perturbador no sobre una familia disfuncional, no sobre una relación incestuosa y pedófila, sino sobre toda una época.

“¿Cuándo me vas a dejarte enseñar lo bien portada que soy?”

Al fondo del escenario se encuentra una pared de madera donde una serie de paneles muestran imágenes que remiten a los sesenta, a un cierto hotel Flamingo, a carreteras, a un afiche de una seductora mujer. A momentos la iluminación proviene de un poste de luz de calle que pende en las alturas, en otro podría ser de una bola disco. En una escena que se lleva a cabo en un restaurante, tío y sobrina cenan comida afrodisiaca y beben de más, aun cuando ella es una menor de edad, todo esto dialogado con absoluto realismo. Sin embargo, las intervenciones del mesero, así como los comentarios de la madre de Cosita sobre cómo beber en sociedad son realizadas dentro de absoluta teatralidad, creando un contraste que esta ficción es muy real, pero sigue estando regida por los lenguajes de la escena. La dirección de Angélica Rogel en “Cómo Aprendí a Manejar” balancea los sórdidos discursos de la obra con elementos meta teatrales que ayudan a aligerar a momentos la carga de tensión que la dramaturgia genera. Con la misma facilidad con que el tío roza ligeramente el hombro de su sobrina, se puede dar también un momento musical con alguna canción propia de la época. Apoyada por la escenogrfía de Daniela García Moreno, la iluminación de Patricia Gutierrez y el vestuario de Libertad Mardel, la puesta en escena de Rogel es un trago duro sin duda, un puñetazo al estomago a momentos, pero realizado con un balance en el discurso de empoderamiento femenino que ayuda a que la reflexión post evento sea esperanzador y capaz de abrir los ojos a espectadores que quizá aun normalizan ciertas violencias.




“Si pongo las dos manos en el volante, ¿cómo me voy a defender?”

Cosita tiene 11 años y está enojada con su mamá porque no la deja ir en carretera con su tío a quien tanto quiere; Cosita ya es una mayor de edad, acaba de cumplir los 18 años, y es capaz de enfrentar a su tío para decirle que esto que ha hecho durante años no es correcto y tiene que parar; Cosita tiene 13 años y obedece mientras asume poses que se asimilan demasiado al afiche sexualizado que está detrás de ella. Durante todas estas escenas, el tío Peck transita entre un hombre dominado por sus bajos apetitos y un familiar que realmente quiere a su sobrina. El trabajo actoral que despliegan tanto Cassandra Ciangherotti como Juan Carlos Remolina en “Cómo Aprendí a Manejar” está asentado en la verdad emocional, en la fractura, una libre por completo de melodrama, de exacerbación sentimental o de chantajes. Esta honestidad desde la que operan es la que imprime un verdadero peso, una gravedad terrible a toda la puesta en escena, logro merecedor de una ovación de pie sin duda. Junto a ellos, el resto del elenco conformado por Mahalat Sánchez, Pablo Perroni y las alternancias entre Luz Olvera y Vaita Sosa funcionan como si de un coro griego se tratara, siendo testigos de lo que sucede entre los protagonistas, al mismo tiempo que asumen ciertos roles como el abuelo, la madre o jóvenes adolescentes. Tanto Sánchez como Perroni dan rienda suelta a sus tablas sobre el escenario para entregar trabajos histriónicos a la altura del reto que esta obra presenta.

“La familia es la familia, ¿no?”

Cómo quisiera pensar que “Cómo Aprendí a Manejar” es únicamente el reflejo de los sesenta, de un tiempo que ha quedado atrás y que no volverá. Sin embargo, sé demasiado bien que la misoginia, los secretos familiares, las violencias, el arte de pretender que aquí no pasa nada sigue tan vigente ahora como hace 50 años en ciertos sectores, bajo ciertas creencias o preceptos morales, en lugares donde la mentalidad WOKE progresista no sólo es criticada, es directamente rechazada. La obra es un llamado a tomar el control, el volante, de nuestras vidas, a no permitir ser violentados, a decir que no. Claro… eso es fácil decirlo y pensarlo entre adultos, pero cuando de niños se trata, el problema va mucho más allá de un empoderamiento, es un llamado a abrir los ojos de todos cuantos nos rodean, a no ser ciegos jamás ante la violencia.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Cómo Aprendí a Manejar

DRAMATURGIA: Paula Vogel

DIRECCIÓN: Angélica Rogel

ELENCO: Cassandra Ciangherotti, Juan Carlos Remolina, Mahalat Sánchez, Pablo Perroni, Luz Olvera y Vaita Sosa (alternan funciones)

DÓNDE: Foro Lucerna

DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.

DURACIÓN: 110 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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