BANDA DE GUERRA
Para quienes quieren reír y horrorizarse de la barbarie que puede existir en una secundaria.
BANDA DE GUERRA
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
El sonido de las trompetas y de los tambores resuena por toda la escuela, premonición funesta de lo que la ambición, la corrupción, el deseo y el abuso pueden llegar a ocasionar. La banda de guerra grita a todo pulmón con su música lo que tiene que callar una maestra imposibilitada a reprobar a sus alumnos, todo lo que ha sucedido en el laboratorio de biología, lo que un “inocente” ya nunca podrá decir. Los pasos de los cadetes marchando son un eco por los pasillos, recordatorio de la ambición desmedida de un director. Este secundaria está podrida hasta lo más profundo de su ser y ni alumnos ni profesores son inocentes aquí.
“Está prohibido reprobarlos.”El dramaturgo mexicano Luis Ayhllón lleva los problemas típicos de una escuela secundaria como son el bullying, el robo de un examen y las relaciones extramaritales entre el director y una de las maestras del plantel a niveles brutales de perversidad y bestialidad en “Banda de Guerra”, un melodrama con tintes cómicos que logra tanto arrancar carcajadas como provocar profundos escalofríos en el espectador a partir de una crítica profunda tanto a una sociedad corrompida por la ambición como a lo más repugnante que reside en el alma humana.
“6… 10… 16… ¿qué más da?”El trabajo de Ayhllón en “Banda de Guerra” es ambicioso al buscar abarcar una enorme gama de temas en el espacio de una misma obra de teatro, explorando incluso aspectos meta-teatrales o transitando entre el realismo y el simbolismo al adentrarse al interior de la mente de sus propios personajes. El resultado de esto es una obra que es interesante para un público adulto, al mismo tiempo que es divertida para los más jóvenes, aun cuando a momentos pueda ser agotadora para el espectador casual, sobre todo por la ausencia de un intermedio en un montaje de más de dos horas. Sin embargo, se reconoce la manera en que el dramaturgo logra concatenar todas y cada una de las diferentes vertientes que toma la historia con un clímax escalofriante y fascinante.
“No tengo nada que hacer y ya estudié lo que tenía que estudiar.”La labor des producción en “Banda de Guerra” es imaginativo e impresionante. Empezando por el trabajo de escenografía realizado por Auda y Atenea, quienes con cada nueva propuesta escénica demuestran ser uno de los equipos más sólidos en su rubro, el diseño de vestuario de Teresa Alvarado, hasta la iluminación de Phillipe Armand, cada detalle en el montaje sorprende por su cuidadosa y efectiva manufactura. “Banda de Guerra” es un deleite visual que provoca y asombra al espectador con su poderosa creatividad.
“Todos en mi clase me dan asco.”La mente detrás de este montaje es Mauricio Jiménez, quien aporta una dirección de sumo interés a “Banda de Guerra”. Al imprimir tintes fársicos a la obra, un alto nivel de fisicalidad al trazo escénico, incluso llegando a coreografiar los movimientos de los actores, y aprovechando al máximo la maravillosa escenografía, Jiménez logra sacar lo mejor del texto de Ayhllón y lo eleva a su mayor potencial. Un mayor cuidado al ritmo hacia la parte final de la obra sería beneficioso, sobre todo al brindarle a los momentos más oscuros o menos realistas de la obra un mayor entendimiento para el público. Sin embargo, la labor que realiza el director es sin duda el mayor atractivo de “Banda de Guerra”, una obra de teatro que encanta y fascina gracias a la visión de un director que claramente entiende el texto y sabe traducirlo a una escena poderosa y cautivadora.
“Los perros fieles no ascienden en la escala evolutiva.”Alberto Estrella ha demostrado en múltiples ocasiones su gran rango actoral y su presencia escénica. La facilidad con que él es capaz de hacernos reír a carcajadas o de congelarnos la sangre con su interpretación de Matamoros, el director de la escuela, es testimonio absoluto de sus tablas sobre el escenario y de su compromiso con el teatro. Estrella encanta y convence como el antihéroe de la obra, ya sea simplemente regañando a un alumno, blandiendo peligrosamente una navaja o tumbado en el suelo víctima del alcohol. A su lado, Irela de Villers realiza un trabajo sólido como una maestra/cómplice de toda la corrupción que existe dentro de la secundaria. El resto del elenco, que conforma al cuerpo estudiantil de la escuela, logra resultados atinados, algunos mejores que otros, pero adhiriéndose a la perfección con los lineamientos planteados por el director.
“¡Salve Matamoros, tú serás rey!”La agresividad que existe en las escuelas es un tema que se ha puesto de moda a través de la palabra “bullying”. Sin embargo, esto es un fenómeno que siempre ha existido. Recuerdos de golpes en mi cabeza con pelotas de volleyball, insultos a mis espaldas o en mi propia cara debido a ser diferente de los demás, por ser huérfano de padre por ejemplo, fueron algo que viví a diario. Algunos maestros se interesaban en los problemas de los alumnos, la mayoría estaban demasiado ocupados con sus propios problemas, sus propios demonios o ambiciones como para interesarse. “Banda de Guerra” me ha traído recuerdos a mi mente que llevaban años dormidos, ha despertado algo muy negro que aún residía en mi interior. El descubrimiento de esto es el primer paso hacia el perdón, el olvido y la paz. Lo que sucedió entonces, marcó mi vida, moldeó una parte de quien soy hoy; creo que no terminé tan mal.
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