BAMBIS DIENTES DE LECHE
Para quienes entienden que el fútbol es puro teatro.
BAMBIS DIENTES DE LECHE
Nada es más hermoso y bienintencionado que las esperanzas que los padres depositan en un hijo. Lo inscriben en actividades deportivas con el sueño de algún día verlo correr triunfante con una copa dorada en alto; planean grandes fiestas de cumpleaños en espera de tan sólo recibir una gigantesca sonrisa en la cara del pequeño cuando descubra todas las sorpresas que se han preparado pensando únicamente en él. Nada es más desastroso y equivocado que las esperanzas que los padres proyectan en un hijo. A ellos les podrá encantar cierto alienígena y adorarán el fútbol, pero lo que él realmente quisiera es escuchar a sus zapatos sonar sobre un escenario, recibiendo una ovación de pie. ¡Que salgan los zapatos de tap y el trapeador, que la función está a punto de empezar!
“Mis amigos dicen que tengo una incapacidad social.”Más un espectáculo unipersonal que un monólogo, “Bambis Dientes de Leche”, escrita y protagonizada por Antón Araiza, nos adentra en la mente de un niño de escasos cinco años en plena fiebre mundialista de México 86. Pique, la Chiquitibum, el himno mundialista y los álbumes de estampitas forman parte de toda una gama de recuerdos que verdaderamente consiguieron traumar a este pobre pequeño, sumido en la obsesión pambolera de sus padres. El mundo podrá estar unido por un balón pero a este niño no le podría importar menos.
“Un partido de fútbol es algo único, especial, sobre todo para los papás.”Esto podría sonar como una obra oportunista que se trepa en el ruido que genera el próximo mundial, y puede que sí lo sea un poco, pero “Bambis Dientes de Leche” es muchísimo más que una simple obra sobre fútbol. Su temática rebasa la simple anécdota para llevarnos a pensar en todas esas cosas que los padres quieren para uno, sin tomar en cuenta los gustos personales, los deseos, los sueños propios. Aclaro que Antón no hace una denuncia a todos los traumas provocados por los padres durante la infancia ni entrega una comedia simplona sobre la obsesión del fútbol en México. Lo que presenta en el escenario es un punto medio donde reiremos mucho recordando todos esos momentos vividos, no sólo durante México 86, sino durante toda nuestra infancia, fiestas infantiles mal logradas incluidas, a medida que reflexionamos sobre el punto de equilibrio que debería existir entre los sueños de uno y los de los papás.
“La sorpresa, camino pensando en la sorpresa: seis largos meses que se pasan volando.”En texto, “Bambis Dientes de Leche” es sólida sin duda, pero lo que realmente brilla con una luz enceguecedora es la pasión con que Antón Araiza se entrega de lleno a su espectáculo y público. La obra inicia modestamente con el actor firmemente plantado en el centro del escenario de donde casi no se moverá en lo que nos va atrapando. Una vez que estamos involucrados con historia y actor, Antón desencadena una furia escénica brutal reflejada en una maravillosa crónica del fatídico partido México-Alemania, que deja con la boca abierta a más de los asistentes. El relato de cómo fue México eliminado de la copa del mundo en 1986 es traducido a un desenfrenado baile de tap, perfectamente medido a cada palabra, que conquista e hipnotiza con cada nuevo zapatazo, ya sea en el suelo o en las paredes mismas de La Capilla.
“Por lo general ponemos atención a lo que no tenemos.”Pero, como si eso no fuera suficiente, Antón entrega una segunda crónica, ahora de un partido infantil, deslizándose sobre una superficie llena de agua enjabonada. Podría escribir párrafos y párrafos tratando de describir la gran precisión física mostrada, la energía que despide el actor en cada movimiento, en cada voltereta, la imaginación con que cada movimiento esta concatenado al relato, o el enorme placer que irradia de la sonrisa de Antón a medida que nos deleita con todos sus recuerdos, pero de verdad es algo que se tiene que ver y que se tiene que apaludir de pie.
“¡Mierda, mierda, mierda! Yo grito mierda aunque nadie lo escucha.”Ciertamente, Antón no está trabajando solo. La dirección escénica de David Jiménez Sánchez, así como el trabajo de iluminación y escenografía de Raúl Castillo, son absolutamente necesarios para que “Bambis Dientes de Leche” llegue a consumarse con éxito. Sin un cuidado absoluto del ritmo de la obra o de las coreografías, tanto de tap como de deslizamiento, esta obra no sería ni la mitad de espectacular de lo que llega a ser con tan sólo un hombre y sus recuerdos.
“Quisiera ser actor, quizás cuando tenga dientes lo logre.”Odio el fútbol con todo mi corazón pero eso no detuvo a mi padre de arrastrarme a ver uno de los partidos más famosos en la historia: Inglaterra-Argentina el 22 de junio de 1986. Así es, yo estuve sentado, con una jeta enorme, mientras Maradona anotaba el famoso gol de la mano de Dios. No me pudo haber importado menos. Hoy recuerdo con una pequeña sombra en los ojos la gigantesca emoción de mi papá cuando me dijo que me iba a llevar a ver un partido del mundial y la igualmente gigantesca indiferencia con que le dije: ok. Él me quiso hacer feliz con algo que él amaba. Después de tal fiasco, mi padre pagó por un palco para que pudiera ver la temporada entera de ópera en Bellas Artes. El hombre aborrecía la ópera. Gracias Antón por hacerme recordar y reír con todo lo que ese maravilloso hombre hizo para hacerme feliz.
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