BAJO LA MIRADA DE LAS MOSCAS
Para quienes entienden que la familia puede ser tan unida como las moscas al estiércol.
BAJO LA MIRADA DE LAS MOSCAS
“¿Dónde estarás a la hora de mi último aliento?”
Fueron únicamente tres días lo que duró su ausencia. Setenta y dos horas en las que pudo alejarse de lo único que había conocido toda su vida, del yugo castrante y amoroso de su madre, de los cuidados que con tanta dedicación y perversidad le administraba su odioso primo, del zumbido de las moscas y del olor de la porqueriza que ha sido perenne toda su vida. Fue muy poco tiempo el que se fue, horas apenas en las que pudo conocer el amor, la intimidad, un atisbo quizá de felicidad antes de cometer la más terrible de las equivocaciones: volver.
“Si calentamos demasiado, las oímos zumbar.”
El talentoso dramaturgo quebequense, Michel Marc Bouchard, escritor de obras tan importantes como “Los Endebles” y “Tom en la Granja”, crea en el año 2000 una retorcida y perturbadora visión de la parábola del hijo pródigo en “Bajo la Mirada de las Moscas”, Bajo la simple premisa de un hijo que regresa con su enamorada a la casa familiar tras haberse escapado por el corto lapso de tres días, Bouchard construye un poderoso melodrama que se atreve a llevar el concepto de disfunción familiar al estercolero más maloliente donde la co-dependencia, las adicciones, la sed de venganza, la negación y la ambición se revuelcan con delicia.
“Soy buena para fingir que escucho.”
El verdadero interés de “Bajo la Mirada de las Moscas” radica, más allá de la anécdota, en la habilidad que tiene Bouchard para la construcción de personajes tan complejos, que pasan de víctimas a victimarios, de inocentes a culpables, de unidimensionales a complejos, en un abrir y cerrar de ojos, en la más simple de las vueltas de tuerca, dejando al descubierto cuán fallido es el ser humano y cuán corrompible es dadas las circunstancias adecuadas. Aunado a esto, la belleza lingüística con que el texto ha sido hilvanado resulta una delicia de escuchar, permitiendo que el espectador pudiera incluso cerrar los ojos para simplemente disfrutar de la obra como si se tratara de un gran audio drama.
“Si te quedas aquí, vas a convertir lo erótico por lo terapéutico.”
Tras varios exitosos y memorables montajes de diversas obras del mismo autor, Boris Schoemann aborda “Bajo la Mirada de las Moscas” con una estética que exacerba la limpieza que existe dentro de la casa, un claro reflejo de toda la podredumbre que existe en el exterior de la misma y en el interior de cada uno de sus habitantes. Asimismo, la escenificación de cuadros teatrales verdaderamente memorables como la recreación de “La Piedad” de Miguel Ángel en un verdadero momento dramático y apasionante de la historia dan muestra de por qué Schoemann es considerado uno de los bastiones de la escena mexicana contemporánea. Sin embargo, esta propuesta visual de lo más atractiva de entrada, incluyendo un muy interesante manejo de telas para la visualización de diferentes niveles dentro de la casa, termina siendo no explotado del todo en favor de darle un mayor foco al trabajo actoral, hecho que se lamenta a medida que la obra avanza y se ven oportunidades perdidas o, incluso, desperdiciadas.
“Dicen que desde la muerte de su madre las moscas lo aconsejan.”
Aun cuando el montaje busca darle foco y peso a la primera actriz Pilar Pellicer, quien entrega un trabajo histriónico que desafortunadamente no llega a tocar ni las capas más superficiales del personaje de la madre, la verdadera figura estelar de “Bajo la Mirada de las Moscas” es Antón Araiza quien aborda el personaje de Primo con delicia y encanto, sacando a relucir su perfil actoral más retorcido y malévolo en una propuesta que, aun cuando caiga en lo casi caricaturesco de la villanía, resulta exquisita de ver y un honor de aplaudir. A su lado, Constantino Morán entrega un trabajo sobrio y enfocado, contenido y bien elaborado de un personaje que fácilmente correría el riesgo de caer en lo excesivo del melodrama pero que en sus manos enternece y causa repudio ante su nivel de patetismo. En contraste, Teté Espinoza brinda vida y energía en su papel de Dócil la enamorada, efectivamente contrapunteando la dinámica disfuncional de toda la familia. Completa el elenco un muy eficiente Miguel Romero, la siempre interesante Pilar Boliver, Mercedes Olea y Stefanie Izquierdo.
“Mi única razón para vivir sufre en alguna parte.”
La disfunción familiar es un tema que nunca dejará de producir grandes obras de teatro por la sencilla razón de que el núcleo familiar está conformado por seres fallidos, humanos bendecidos por virtudes, pero desafortunadamente plagados de defectos. Estoy consciente de cuantas moscas zumban alrededor de mi propia familia, cuántos puercos rodean las paredes de mi casa y cuanta podredumbre se esconde en los mismísimos cimientos sobre la cual está construida. Quizás mi único consuelo es el saber que así como se encuentra la mía, se encuentra la de todos y cada uno de nosotros aun cuando lo queramos esconder bajo una endeble fachada creada únicamente para el beneficio de los demás.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Bajo la Mirada de las Moscas”
DRAMATURGIA: Michel Marc Bouchard
DIRECCIÓN: Boris Schoemann
ACTÚAN: Pilar Pellicer, Antón Araiza, Teté Espinoza, Constantino Morán, Miguel Romero, Pilar Boliver, Mercedes Olea y Stefanie Izquierdo.
DÓNDE: Teatro El Galeón dentro del Centro Cultural del Bosque.
DIRECCIÓN: Paseo de la Reforma y Campo Marte S/N.
CUÁNDO: Miércoles a Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingos 18:00 hrs.
COSTO: $150 entrada general. Boletos en taquilla y ticketmaster. Aplican descuentos.
DURACIÓN: 105 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: El Centro Cultural del Bosque cuenta con una extensa cartelera en sus diferentes teatros, les recomendamos revisarla. Cuentan con dos estacionamientos gratis al mostrar sus boletos para la obra.