ARROJADOS AL MUNDO SIN COBERTOR DE LANA
Para quienes quieren ver cómo evoluciona una relación bajo el crujir de las hojas secas.
ARROJADOS AL MUNDO SIN COBERTOR DE LANA
Una banca de parque es un buen lugar para leer, relajarse, contemplar el mundo pasar o incluso entablar una conversación con un extraño. En el momento en que ese otro ser humano, un hombre o una mujer, se sienta a lado de uno la pregunta obligada salta a la mente: ¿de qué se puede hablar con un desconocido, sobre el clima? Ciertamente hay temas que la sociedad no permitiría tocar, pero… lo que se busca es una conexión real, ¿qué no? Todos necesitamos de algún tipo de protección en contra de un mundo sumamente hostil; algunos usarán armaduras y escudos imposibles de penetrar, otros simplemente un cobertor de lana que los mantenga calientitos, haciéndolos sentir seguros y en paz. A veces ese cobertor tiene cara, una voz, y puede ser el inicio de algo que será real.
El encuentro fortuito entre un hombre y una mujer en la banca de un parque sirve como detonador para un diálogo entre dos almas solitarias en medio de un ambiente que produce miedo, asco y desprecio. La necesidad de entablar una conversación, crear algún tipo de vínculo, aunque sea a partir de hablar del clima o del tiempo, que no es lo mismo, permite a Cantú Toscano crear diálogos tanto agresivos como líricos, donde la banalidad y el aparente sin sentido de todo lo que se dice viene cargado de una gran simbología, producto de una serie de malestares que aquejan a quienes viven en una sociedad “civilizada”. El dramaturgo provoca con destreza y agilidad a los espectadores a partir de un fino manejo del lenguaje, ya sea en sus niveles más burdos y groseros o en crear imágenes de profunda hermosura.
La naturaleza misma de los diálogos en “Arrojados al Mundo sin Cobertor de Lana” exige un ritmo preciso, calculado y controlado, que module y enfatice cuanto dicen los personajes, siendo como una ráfaga de ametralladora o con toda la delicadeza y calma con la que teje una abuela. El director Ricardo Delgadillo consigue esto con la misma maestría con que logra recrear un solitario parque por medio del uso de hojas secas, cuyo crujir se convierte en una terrible y melancólica melodía que refleja el sentir de ambos personajes. Un trabajo redondo de dirección que rinde homenaje al texto de Cantú Toscano, al mismo tiempo que lo profundiza y le imprime mayor fortaleza.
A nivel actoral, “Arrojados al Mundo sin Cobertor de Lana” es una verdadera lección de compenetración y comunicación. Leticia Cavazos y Marco Treviño funcionan como una sola unidad, respondiendo en perfecta armonía ante los estímulos, violentos o tiernos, burdos o seductores, que se lanzan entre ellos, provocando la duda en el espectador de si realmente este es un encuentro casual entre dos extraños o si más bien es un baile perfectamente coreografiado por una pareja buscando mantenerse unida a pesar del paso del tiempo. La maravillosa expresividad de Cavazos y Treviño, el lenguaje corporal que logra proyectar una enorme cantidad de emociones sin necesidad de decir una sola palabra o la naturalidad con que reaccionan ante caricias o insultos hace que el montaje evolucione de una mera obra de teatro a una experiencia deliciosa que invita a regresar por el simple placer de volver a ver interpretaciones tan precisas.
Este mundo en el que nos tocó vivir es agresivo, violento a veces, provoca que queramos encerrarnos en nuestras casas y nunca salir de ahí por temor a que nos pase algo. Sin embargo, cada vez que enfrentamos al mundo, ya sea para ir a estudiar, trabajar, al teatro o simplemente a sentarnos en la banca de un parque, corremos el enorme riesgo de encontrarnos con un extraño, comenzar una conversación e iniciar una nueva amistad, tal vez con quien podría convertirse en el siguiente amor de nuestras vidas. A lo largo de mis cuarenta años he vivido terribles crisis, enfrentado al infierno y deseado morir. Gracias a cada uno de mis amigos, a mi familia, a mis compañeros de trabajo y a la persona que amo, todos ellos hilos en mi cobertor de lana, es que he salido adelante, es que hoy soy feliz. Gracias de todo corazón a todos ustedes por cobijarme y protegerme con sus consejos, con sus risas y, sobre todo, con su amor.