ALASKA
Para quienes quieren descubrir el poder destructivo de una amistad profundamente tóxica.
ALASKA
“Yo no podría estar sin mi mejor amigo.”
El recién inaugurado negocio, Cajas Fuertes Alaska, se ha impregnado de un pungente olor a repelente de mosquitos. Este peculiar aroma, impregnado en la peculiar Martina, es presagio de una serie de eventos que podrían poner en peligro la tan estrecha amistad entre el agresivo Jimi y el muy introvertido Miguel. El pasado en las aguas heladas del norte los ha unido, un cariño malentendido los ha encadenado, el amor de una mujer los dividirá, pero serán sus secretos lo que los orillará a cometer actos de los que no hay marcha atrás.
“Es un secretito muy chiquito el que quiero guardar.”
Jimi y Miguel parecieran estar unidos de la cadera desde aquel viaje al Polo Norte, dando la impresión de que uno no es capaz de funcionar sin el otro. Esta relación tan cercana no permite que otros interfieran, no si Jimi lo puede evitar, mucho menos si se trata de un tema de faldas. La amistad masculina, llevada a extremos disfuncionales de codependencia y toxicidad, es retratado con una fuerte carga de un muy peculiar humor negro en “Alaska” del dramaturgo Gibrán Portela. A partir de tres peculiares, casi surrealistas personajes, los tres plagados de fallas de carácter que los condenan al fracaso, el autor de obras como Hay un lobo que se come el sol todos los inviernos, Shanghái, y Adiós y buena suerte construye una singular narrativa donde el golf que juega el manco Miguel en su cabeza, el minúsculo secreto que guarda la parlanchina Martina y la muy evidente imbecilidad de Jimi se unen en un oscuro camino que difícilmente podría llegar a buen término.
“No me vuelvas a preguntar nada de mi pasado.”
Al dar la segunda llamada, los tres personajes aparecen en escena. El reducido escenario cubierto por pasto artificial está enmarcado por dos plataformas inclinadas donde se llevarán a cabo jugadas de golf. Se escucha la clásica canción de Los Apson Fue en un Café, música con que los protagonistas de la obra realizan una coreografía que, de ser vista con suma atención, cuenta en gran medida la historia que está por comenzar. La compañía Caracoles Teatro, originaria de la ciudad de Puebla, se ha caracterizado en sus montajes anteriores (R.E.M. Rapid Eye Movement y Bare-Knuckle) por su capacidad de utilizar de manera precisa y contundente el movimiento escénico como vehículo narrativo. Esta misma línea creativa se intenta en “Alaska”, bajo la dirección de Lisha Montaño, con resultados interesantes, pero distantes de los alcanzados con anterioridad principalmente a falta de un rigor coreográfico que permita ver a los tres personajes como una unidad armónica. Esta ausencia se percibe en diversos aspectos técnicos adicionales, iluminación, diseño sonoro y en las transiciones entre escenas, provocando que a momentos la contundencia de la narrativa se disluya y pierda contundencia. No obstante, se debe reconocer que a momentos, se consiguen momentos poderosos, como sería al momento en que Miguel decide hacer uso de su palo de golf mental como una arma en contra de aquel que pareciera ser el más interesado en su felicidad. De igual manera es destacable el uso de algunos elementos de utilería como en la primera cita entre Miguel y Martina, donde los jóvenes enamorados comen helado de manera ingeniosa o al momento de entrar a la sala en la que se llega a percibir el olor a repelente de mosquitos, elemento clave en el desarrollo de la trama.
“Sólo busco a alguien con quien platicar.”
Jimi no deja de limpiarse los mocos de la nariz, casi de manera compulsiva; Martina se rasca la pierna como si un millar de mosquitos la atacaran al momento de sentirse incómoda, Miguel mantiene una mirada perdida sin importar su estado de ánimo, a excepción de un momento clave en la historia en la que verdaderamente pierde la cabeza. Siendo congruentes con la propuesta de escenificación a partir del manejo del cuerpo, el elenco de “Alaska” conformado por Tania Noriega, Israel Sosa y Salvador Carmona desarrollan la creación de sus personajes dotándolos de ciertos rasgos físicos que reflejan el conflicto interno que cada uno de ellos maneja. Esto a nivel formal y personal funciona, cada uno de ellos siendo un cúmulo de fallas que los convierten en seres resquebrajados. Una vez dicho esto, se percibe una desconexión entre los tres miembros de la puesta en escena, cada uno operando sin verdaderamente reaccionar hacia el otro, así como una carga emocional que surge desde la formalidad, no del fondo. Sin embargo, el trabajo global de la puesta en escena llega a buenos términos, principalmente dada la fascinante historia que ha hilvanado Portela, misma que crecerá a niveles mucho más elevados en la medida que el equipo sobre el escenario indague desde la entraña y se mueva como una verdadera unidad.
“No tengo nada que guardar, ni siquiera recuerdos.”
“Alaska” se presenta los días jueves a las 20:30 en el 77 Centro Cultural Autogestivo del Foro Shakespeare hasta el 25 de Julio.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Alaska”
DRAMATURGIA: Gibrán Portela
DIRECCIÓN: Lisha Montaño
ACTÚAN: Tania Noriega, Israel Sosa y Salvador Carmona.
DÓNDE: El 77 Centro Cultural Autogestivo del Foro Shakespeare.
DIRECCIÓN: Abraham González 77, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Jueves 20:30 horas. Hasta el 25 de Julio.
COSTO: $200 entrada general.
DURACIÓN: 65 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.Principio del formulario