¿Ya viste el agua que está llorando ai? Entrevista con Renée Gerardo Nevárez y Anitza García Palafox
Fernando Martín Velazco
Para Renée Gerardo Nevárez y Anitza García Palafox, el proceso para la puesta en escena de ¿Ya viste el agua que está llorando ai? no solo representó un regreso a sus raíces sonorenses, sino la oportunidad para explorar a fondo la relación que une vida y territorio. Tras haberse formado en la Ciudad de México, el regreso a su tierra fue un reencuentro con los paisajes, las tradiciones, la sonoridad y los acentos que caracterizan la vida en el noroeste.
Esta reconexión se dio de manera natural y se volvió esencial en la creación de la obra, donde los matices y las cadencias del habla de Sonora aportan una autenticidad innegable. Indira Pensado fue nuestra guía de voz durante toda la carrera. Ella nos recordaba mucho esto de no perder nuestra identidad en nuestra voz. Conservar la identidad del acento, los regionalismos, las pronunciaciones, etcétera, explica Renée. Yo siento que jamás perdí mi acento, sino que se mezcló y sigue mezclándose todavía, añade Anitza, quien confiesa que no había notado la musicalidad propia de los pueblos de Sonora hasta regresar después de su formación escénica en la Ciudad de México. Me di cuenta de la rapidez con la que hablaba la gente allá, que es muy diferente de cómo hablamos en Hermosillo. Parece como si fuera una canción.
La génesis de ¿Ya viste el agua que está llorando ai? está profundamente vinculada con dos eventos que sacudieron a México en 2014: el desastre ecológico en los ríos Bacanuchi y Sonora, y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. El desastre del río y lo de los 43 estudiantes me sacudieron profundamente. Siento que esos dos eventos me hicieron replantear el tipo de teatro que iba a hacer, comparte Renée. Desde ese momento la idea de regresar a Hermosillo y formar un colectivo de teatro documental empezó a tomar forma.
Fue entonces que el dúo conformó el Colectivo lo que viene del Sol con el fin de crear una obra que abordara temas relevantes para su geografía. Desde el principio tuvieron claro que el Río Sonora y su historia serían los ejes centrales del proyecto. Sin embargo, como suele suceder en los procesos creativos, el proyecto comenzó a tener su propia complejidad. Teníamos como muchas ideas de qué era lo que iba a pasar, pero, como siempre, nunca pasa lo que tú imaginas, recuerda Renée con énfasis en el largo proceso que llevó la investigación. Anitza explica: Fue un año primero de hacer investigación documental: ponernos a leer desde el origen de la minería, el territorio que es Cananea, cómo ha sido su historia y cuándo llega a manos de la empresa que la maneja. Comprender también el extractivismo, la mina a cielo abierto, o sea: todo. Era demasiada información y fue como que okey, hasta aquí. Luego nos fuimos al trabajo de campo, a viajar por el río en dos ocasiones y yo creo que ahí fue donde empezó realmente la creación, pues era escribir bitácoras, grabar en la medida de lo posible audios y videos, platicar mucho con la gente: yo siento que fue como un trabajo antropológico. Contaron para este proceso con la asesoría del sociólogo Luis Roberto González, Nos acompañó durante todo el viaje y fue muy bonito tener este intercambio de conocimientos entre nosotres.
Para su sorpresa, a pesar de investigar un desastre ambiental, el trabajo de campo continuamente les llevaba a entornos festivos. Ya cuando estuvimos en el trabajo de campo, nos dimos cuenta de que era más bien testimonio. Era testimonio y era mucha gozadera, porque es una tierra muy gozosa. O sea, la gente para todo quiere hacer fiesta, para todo quiere celebrar. Y estuvo muy lindo eso. Fue muy revelador para cómo íbamos a abordar la pieza, recuerda Renée. Este contraste influyó profundamente en el enfoque de la obra.
Uno de los aspectos más singulares de ¿Ya viste el agua que está llorando ai? es la integración de la cocina en escena. Esto surgió de una experiencia que tuvieron durante su viaje de campo, cuando conocieron a una mujer en el poblado Arizpe que cocinaba para los mineros. Ella nos hacía quesadillas con tortillas de harina, gorditas con leche clavel. Y se deleitaba diciéndonos cómo hacía las quesadillas. Se nos quedó muy, muy, muy presente la personalidad de ella y lo que decía, el amor que le tenía a la cocina, sobre todo a hacerle de comer a la gente. Al principio queríamos que ella estuviera ahí de alguna u otra manera. Obviamente lo más inmediato era que estuviera en escena, pero pues no era posible. Entonces, ya una vez que estábamos montando, fue bueno, porque nos inspiramos en su personalidad y construimos dos personajes, también, como basándonos en la relación que hay entre amigas, explica Renée. En escena, la comida se convierte en un elemento clave que conecta al público con la experiencia sensorial del territorio. Añade: El queso es regional, a veces de Trincheras, a veces de Ures, depende de cuál encontremos. Y las tortillas y las gorditas también son de acá, y es algo que tenemos que gestionar, como el chiltepín. Todo lo preparamos ahí. Es bien chido cómo empieza a oler a tortillita quemadita, luego el ajo y así. Da mucho para la improvisación, sobre todo esta premisa de que somos dos amigas de vida.
La obra se estructura en torno a varios testimonios y tanto Renée como Anitza representan múltiples voces. Sin embargo, a lo largo de la función se difuminan las fronteras entre los personajes y las intérpretes. «Cuando cambiamos de personajes, casi siempre hay algo que se adhiere a nosotres, ya sea un sombrero, un morral, un pañuelo… Es como si entráramos en una máscara, comenta Renée. Esta transición fluida entre personajes permite que la obra mantenga su ritmo y conexión emocional con el público.
Después de más de 100 funciones, ¿Ya viste el agua que está llorando ai? ha evolucionado significativamente. Renée reflexiona sobre cómo la pieza ha cambiado con el tiempo: Siempre nos dicen que ha cambiado… que ha cambiado. Y, claro, cambiamos nosotres, entonces la pieza cambió también. En cada función, la obra se adapta al espacio y a las circunstancias, desde plazas públicas hasta teatros convencionales, lo que les permite participar en circuitos teatrales convencionales y a su vez volver a su área de gestación. En el noveno aniversario nos invitaron en Hermosillo a participar en un festival por la vida y el agua del río Sonora. Y estaban personas de ahí del río, gente con la que convivimos y que conocen el proyecto desde el inicio, y lo vieron ahora, años después. Lo que dicen es que les da mucho gusto ver esa pieza, que les llena, que se sienten acompañades. Y, aparte, les impresiona mucho que dos niñas estén diciendo eso. Es curioso, pues, cómo se sienten agradecidas.
A lo largo de sus más de cien representaciones, la obra se ha presentado desde en pequeñas localidades de Sonora y urbes del Noroeste, hasta la Ciudad de México y el Festival Internacional Cervantino. Ahora se presenta en la Muestra Nacional de Teatro, en Baja California Sur, un estado profundamente hermanado con Sonora por factores sociales, históricos, económicos e incluso geográficos. Renée comenta: Cuando nos notificaron que estábamos en la selección fue como: ¡Wow, en La Paz!. Justo están habiendo conflictos ahí por el territorio y quieren entrar con la minería. Dije: Es un lugar más con quien conectar. La verdad es que hemos estado en lugares donde nos dicen: Oigan, acá también tenemos conflictos de agua, por la minería o por una empresa. Entonces, siempre hay como ese intercambio. Nos lleva más hacia lo profundo de nuestra relación con el agua. ¿Qué onda con nuestra relación con el agua? Es fuerte, cómo en cualquier territorio la gente va a conectar con ese tema, con el agua. Y sí, lo implicadas que estamos con el tema del agua. Mis expectativas son eso, el intercambio, ir más profundo, entender más. Y conectar. Siempre es esa oportunidad de conectar con el tema y con el teatro. Siento que llevamos al río. Llevamos el río al teatro.
Sobre esta relación con el río, Anitza menciona: Sabíamos que queríamos hablar del río y eso implicaba todo: las plantas, los animales, las personas. Queríamos hablar de toda la vida. Era algo que teníamos bien claro. Estando ahí te das cuenta de que la gente está conectada con sus animales. Todos sus testimonios son como: Ay, cuando viene el escarabajo. Historias de animales, como los perros que veían los helicópteros y se asustaban. Entonces, es esa relación orgánica con el entorno. Siento que era muy consciente, queríamos que estuviera ahí todo, hasta las plantas, la sensación del monte, todo, las luciérnagas.
Ese anhelo de hablar del río en amplio espectro conduce a una dramaturgia cuya poética si bien se recrea en la potencia de lo vivo, no deja de establecer con claridad sus demandas. Al respecto, Renée abunda: Yo siempre lo veo así, como algo que se tiene que nombrar otra vez y otra vez. No lo veo tanto como una denuncia, sino como un ejercicio de memoria, como decir: Se tiene que recordar, se tiene que volver a nombrar. Creo que es doloroso, pero es necesario. Por eso también es desde el gozo, desde la celebración de la vida, de esa vida. Creo que el teatro te da esa oportunidad, justo de repetirlo y que no sea en vano, que no sea al aire, sino que sea para rascar la memoria y dejar la marquita. Con el tiempo me doy cuenta de que es algo que tengo que repetir una y otra vez, porque no se nos puede olvidar. Anitza añade: Para mí esta memoria representa mucho de lo que no queremos que vuelva a suceder. Pero nosotros en escena lo acentuamos… Siento que es muy poderoso cuando la gente nos pregunta muchas cosas después de la obra. A veces pienso: Ahorita no quiero hablar, pero digo: Qué bonito que al menos se generen preguntas. No sé si respuestas, pero muchas preguntas.
¿Ya viste el agua que está llorando ai? se presenta el martes 12 de noviembre a las 18:30 horas en el Teatro Juárez, La Paz, BCS.