
ZUR-CIR
Para quienes desean ver un espectáculo clown donde la amistad es un delicado tesoro capaz de romperse como una burbuja.
ZUR-CIR
Tras mucho tiempo sin verse, Philip’e y Pillo se han reencontrado y el amor que unía a esta amistad no tarda en volverse a forjar. Un vagabundo y una soñadora se abrazan, comparten llamadas a través de hilos, se maravillan jugando con agua jabonosa, todo eso que hacen los mejores amigos, aun cuando cierto osito de peluche no esté muy contento y un terrible accidente ponga todo en riesgo. Las máscaras podrán a veces ocultar las emociones, la imaginación es un terreno peligroso cuando el enojo entre amigos crea una división, y cuando el perdón no es capaz de llegar, ni una lluvia de burbujas es capaz de sanar el alma.
La amistad como uno de los valores más preciados que puede poseer el ser humano, así como su fragilidad, y el dolor que surge al perderla, es el tema central sobre el que David Zambrano y Pilar Carre construyen “Zur-Cir”. Utilizando como lenguajes escénicos principales el clown, la media máscara y el grammelot, imitación de los sonidos y ritmos de un idioma a veces mezclando palabras sin sentido o con significado parcial, en este caso del español, inglés, alemán y francés, la dramaturgia busca crear un arco dramático que transita de la liviandad a lo dramático, de lo cómico a lo francamente doloroso a través de presentar a dos personajes, amigos de toda la vida, quienes a pesar de quererse profundamente se ven orillados a enfrentar una ruptura.
Mientras que Philip’e se pelea con insectos o corta hilos de la maleta en la que carga toda su vida, Pillo duerme y sueña, se levanta en medio de su caos, y juega con su mascota Pelu. Luego de que los amigos se reencuentran, acto que se marca con un saludo secreto que culmina en un corazón, entre ellos comienza una rutina a lo largo de los días, misma que incluye comer cereal horrendo o jugar con burbujas. Cuando un accidente provoca una fuerte pelea, el enojo se apodera de ellos, cada uno imaginando actos terribles cometidos por el otro. El resultado es una raya que los separa y que quizá no pueda ser borrada.
A pesar de que la risa es uno de los más importantes caminos que utiliza para contar su historia, el conflicto que “Zur-Cir” presenta es muy real, doloroso y universal. Sin embargo, el arco dramático que desarrolla toma más de la mitad de la obra en avanzar, siendo la primera parte de la puesta en escena dedicada a la exposición, a presentar a los personajes y que realicen dinámicas humorísticas cuyo fin es entretener y no que siga la narrativa, hecho que empantana la progresión dramática. Una vez dicho esto, al momento en que la pelea entre los protagonistas comienza, la obra cobra verdadero peso, se convierte en relevante y consigue atrapar por completo la atención, siendo profundamente conmovedora y trágicamente hermosa en su conclusión.
El vestuario se presenta en una paleta de grises, el de Philip’e aludiendo a un vagabundo, el de Pillo a una omnipresente pijama. Las acciones de los personajes están marcadas por la música de un saxofón y un bajo, ya sea tocando la marcha fúnebre cuando el osito Pelu tiene un ligero percance, o creando atmósferas lúdicas, profundas, oníricas o hasta de peligro cuando un tiburón se acerca entre sueños. El uso de burbujas en un inicio es un elemento para generar risas y ternura, mismo que poco a poco cambiará de significado, todo ello enmarcado por una iluminación sencilla que igualmente es capaz de acentuar la dramaturgia y reflejar el sentimiento de los personajes.
Estéticamente, “Zur-Cir” se beneficia de un sólido equipo de trabajo bajo la dirección de Zambrano y Carre. El vestuario de Andrea Lumbreras, primer elemento que se percibe en la obra, introduce el espectador al universo clown donde sucede la acción. Esto se aprecia igualmente en el diseño de las medias máscaras que portan los protagonistas, la de Philip’e resaltando los rasgos masculinos como unas cejas muy pobladas, la de Pillo con ojos diminutos y mejillas emancipadas que enfatizan su femineidad. A esto se suma la música original y el diseño sonoro de Sebastián Cobos, los cuales fortalecen de manera adecuada tanto la comedia como el dramatismo de la propuesta y la iluminación de Melina Escobar quien consigue grandes resultados lumínicos con los pocos recursos disponibles a su alcance en el teatro.
Actoralmente, el trabajo que realizan David Zambrano y Pilar Carre haciendo uso de la máscara y el clown como herramientas de interpretación es correcto, admirable en un elenco tan joven, sobre todo en el uso del ya mencionado lenguaje sinsentido y la corporalidad. Es en el rubro de los matices, de entender los momentos en que se aprecia más un susurro que un grito, que no se debe buscar la risa del espectador, sino que debe surgir orgánicamente a partir de lo que se presenta, es que ambos interpretes crecerán tanto la puesta en escena como sus capacidades histriónicas que ya son dignas de un aplauso.
Durante su primer encuentro, Philip’e y Pillo tienen una larga conversación en grammelot, el cual claramente utilizan con esmero y precisión, dejando en claro cuáles son las palabras clave que el espectador debe de entender como el nombre del osito de peluche que tanto ama ella. Sin embargo, muchos de estos diálogos en un principio son estridentes, gritados innecesariamente, avocándose a una exageración en busca de risas que el montaje no requiere. Luego de haberse peleado, los protagonistas comienzan una guerra de basura mientras lanzan pelotas de aluminio entre los dos lados del escenario, escena que cumple cabalmente con el lenguaje clown provocando sonrisas, algunas risas incluso, sin caer en la hilaridad. En un intento por reconciliarse, los amigos tratan de borrar la línea que los separa, pero sombríamente fracasan. Las emociones que este intento fallido provocan son apreciadas plenamente a través de la máscara.
Actoralmente, el trabajo que realizan David Zambrano y Pilar Carre haciendo uso de la máscara y el clown como herramientas de interpretación es correcto, admirable en un elenco tan joven, sobre todo en el uso del ya mencionado lenguaje sinsentido y la corporalidad. Es en el rubro de los matices, de entender los momentos en que se aprecia más un susurro que un grito, que no se debe buscar la risa del espectador, sino que debe surgir orgánicamente a partir de lo que se presenta, es que ambos interpretes crecerán tanto la puesta en escena como sus capacidades histriónicas que ya son dignas de un aplauso.
Mi amistad con mi mejor amigo, Benjamín comenzó en 1998. Fue en 2003 aproximadamente cuando una serie de chismes nos alejaron por completo, al punto de no dirigirnos la palabra por más de 10 años. El enojo, la ofensa, el dolor estaban presentes en ese tiempo, sin duda, pero el amor nunca se fue. Cuando finalmente la vida nos permitió vernos de nuevo, y con mayor madurez hablar, el reencuentro reavivó esa amistad que nunca terminó por apagarse, y que hoy en día sigue brillando con toda su fuerza. Te amo baby, eres el clown en mi vida que siempre me llena de burbujas.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Zur-cir
DRAMATURGIA, DIRECCIÓN Y ELENCO: David Zambrano y Pilar Carre
DÓNDE: Centro Cultural El Hormiguero
DIRECCIÓN: Gabriel Mancera 1539, Del Valle.
CUANDO: Martes 20:00 horas. Hasta el 22 de Julio 2025
COSTO: $300. Boletos en taquilla y en ZUR CIR – Boletópolis
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con valet parking o estacionamiento.