
TILICOS Y FLACOS
Para quienes quieren enseñar a las infancias que las diferencias son motivo de celebración, nunca de vergüenza.
TILICOS Y FLACOS
“No quiero sentirme diferente.”
¡Este no podría ser un mejor día para Tomoani! Luego de jugar un buen rato con su amiga Atzin, los niños se han encontrado con un perrito de lo más divertido a quien decidieron llamar Pinto. El pequeño Tomoani lo piensa llevar a su casa, aunque seguramente su mamá no estará muy contenta con la nueva mascota. Sin embargo, un encuentro con quien antes era su amigo Toño, y que ahora no deja de insultarlo por su color oscuro de piel, llevará al joven afrodescendiente en una travesía por un pozo, hasta las profundidades del Mictlán donde aprenderá entre huesos y calacas lo que es el orgullo desde las enseñanzas de una tal Doña Flaquis y su mismísima abuela.
“Nunca pensé ver a un piojoso con un pulgoso juntos.”
En un México tan profundamente racializado, donde el color de piel, así sea moreno o negro o cualesquiera distinto al blanco, es motivo de burlas, discriminación e incluso violencia, resulta imperativo enseñar a las infancias no sólo sobre la igualdad entre todes, sino del orgullo de nuestras raíces, de siempre tener la frente en alto ante un origen afrodescendiente, indígena, o el que sea. Este tema tan pertinente y urgente es abordado de manera lúdica pero clara y precisa en “Tilicos y Flacos” de los dramaturgos Ismael Rojas y Jaime Chabaud, este último recién ganador del Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano.
“Siempre van a existir personas tontas y racistas, aunque no sepan que lo son.”
Luego de que Toño y sus amigos racistas deciden atacar a Tomoani, el pequeño huye a toda prisa de sus agresores junto con su perrito Pinto. Sin embargo, presa del miedo y la urgencia, el niño accidentalmente cae en el pozo del pueblo, llevándolo a emprender un viaje al inframundo del Mictlán. Una vez ahí, convertidos perro y humano en sus versiones esqueléticas, Tomoani no sólo conoce a Doña Flaca, quien le explica sobre cómo en el más allá todos son completamente iguales a los demás, sino también tiene un encuentro con su ya fallecida abuela y se revelará la verdad del por qué quien antes era uno de sus mejores amigos ahora está lleno de enojo.
“Yo no quiero ser amiga de un iztalcatini como tú.”
Más allá del tema eje que mueve la dramaturgia en torno al racismo y las violencias que las personas hegemónicas ejercen sobre la otredad, “Tilicos y Flacos” ofrece, desde un lenguaje apropiado para jóvenes audiencias y a través del juego y la música, una visión mucho más compleja en torno al origen de la agresividad en les niñes. Mientras que con el personaje de Tomoani los autores tratan la discriminación y el orgullo del origen, con su oponente se adentran en los sentimientos de pérdida, así como en la violencia intrafamiliar, ambos temas balanceados por la presencia del personaje de la niña Atzin, quien aporta un elemento de vital importancia a la obra, el orgullo indígena, mismo que es ejemplificado con claridad con el uso de náhuatl en su hablar y cantar. La conjunción de estos tópicos, aunado a que también tocan el tema de la muerte desde las tradiciones y mitologías mexicanas, dan como resultado una obra compleja, que se atreve a tocar problemáticas sociales profundas que atañen a las infancias, pero que al mismo tiempo demuestra la capacidad que tiene el teatro para hablar de ello de una manera sencilla, clara, divertida y precisa que es recibida por una audiencia sumamente joven con risas y aplausos de deleite.
“Nunca había visto que alguien en el Mictlán llorara lágrimas de huesitos.”
Cuando llega Tomoani al Mictlán, las columnas a los lados del pequeño escenario, y que estaban cubiertas de hojas, se giran para revelar un altar de muertos al mismo tiempo que el espacio entero se cubre con papel picado de colores y salen a escena seis calacas bailarinas. El cuerpo de Doña Flaca está hecho de flores de cempasúchil moradas y naranjas, mientras que su cabeza está creada con un guaje, elemento que se usa también para el cuerpo de los títeres de varilla que dan vida a los personajes de menor edad. Un pequeño petate aparece cuando se escenifica la casa del protagonista, misma que tiene como decoración flores e imágenes de poderosas mujeres de afrodescendencia.
“Yo sé lo que se siente que te rechacen.”
Escénicamente, “Tilicos y Flacos” es un deleite visual, tanto para infancias como para adultos, gracias a la manufactura que la producción ha puesto en cada detalle para crear un universo que se encuentra en congruencia con la dramaturgia. Desde la creación de los títeres que remiten a lo rural, que celebran las raíces mexicanas, que crea el cuerpo de una abuela con fibra de yute deshebrada, hasta el detalle de que les niñes cuentan con un mecanismo en sus piernas que les permite bailar cuando juegan, el diseño de escenografía y títeres por parte de “El Palacio de los Titeres” y Adriana Morales es sin duda un trabajo destacable. Bajo la dirección de Raul Eduardo Ángeles Flores la obra mantiene un ritmo ágil y una atmósfera lúdica y segura, donde la audiencia se siente cómoda participando, ayudando a buscar a Pinto entre las butacas o en explicarle a la mamá de Tomoani que el niño se cayó en el pozo y se petateó. Resulta necesario destacar también el trabajo de iluminación por el mismo director así como el vestuario realizado por Sarahi García Aguirre que da cuenta de las raíces a las que se remite la génesis de la obra.
“Aquí en el Mictlán todos somos iguales.”
Los actores y manipuladores de títeres Jessica Lunet e Ismael Rojas entran a escena vestidos de negro y con una enorme energía mientras buscan a Pinto. Esta misma vitalidad se les nota cuando llega el protagonista al Mictlán, ya que ambos interpretes salen a escena con tres caras de calavera como vestuario y realizan una divertida coreografía que deja en claro que este inframundo es un espacio divertido.
“Tienes que aprender a valorarte, a quererte.”
“Tilicos y Flacos” cobra vida gracias al trabajo actoral de Jessica Lunet e Ismael Rojas quienes no sólo se encargan de dar vida a toda una variedad de personajes, también realizan un trabajo de manipulación de títeres que motiva la imaginación de la joven audiencia. A pesar de ciertas decisiones interpretativas que oscurecen el entendimiento de los diálogos, como el usar voces innecesariamente chillonas o que hablen desde la parte trasera del escenario mientras que suena la música, el trabajo de ambos consigue que el mensaje de la obra sea transmitido con la claridad necesaria para ser recibido de manera abierta tanto por les niñes como por sus acompañantes mayores de edad.
“¿Por tu tono de piel piensas que vales menos?”
Recuerdo haberme burlado junto con mis compañeros de clase de la otredad, de esos alumnos con quienes compartía salón y cuyo único “problema” era ser de otro color al mío. Eran los ochenta y esa es la única justificación que puedo encontrar para mi aberrante comportamiento. También recuerdo en mi adolescencia encontrarme como miembro de la otredad, y siendo objeto de violencias y discriminación por quien mi naturaleza me lleva a amar. Eran los noventa y esa es la única justificación que puedo encontrar para ese igualmente detestable pensar. Sin embargo, hoy, en 2025, ya no podemos seguir permitiendo, perdonando o justificando esas actitudes discriminatorias, racistas y de odio sinrazón. La mejor manera de terminar con eso que nos hace menos como raza humana es a través de las infancias, y en eso, Mulato Teatro está dando grandes pasos hacia un mundo que entiende que en la diversidad, en nuestras diferencias, es donde se encuentra la verdadera belleza.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Tilicos y Flacos
DRAMATURGIA: Ismael Rojas y Jaime Chabaud
DIRECCIÓN: Raúl Eduardo Ángeles Flores
ELENCO: Jessica Lunet e Ismael Rojas
DÓNDE: Centro Cultural La Titería
DIRECCIÓN: Vicente Guerrero 7, Del Carmen Coyoacán.
CUÁNDO: Sábados y domingos 13:00 horas. Hasta el 28 de septiembre 2025.
COSTO: $300, $250, $200 y $150. Boletos en taquilla o en Niños | La Titería de Marionetas de la esquina | Ciudad de México
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.