Para quienes quieren emprender un viaje en tren hacia la eternidad.

PULLMAN CAR HIAWATHA

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)

Este es un tren que va de Nueva York a Chicago en el año de 1930, atravesando poblados y sembradíos en el norte de los Estados Unidos. Este es un teatro y aquí el director de escena es quién manda, pone las reglas y establece los espacios donde la acción sucederá. Este también es el universo entero donde los planetas confluyen entre sí, los fantasmas se escuchan con el viento, el tiempo se mueve filosófica y teológicamente, la vida y la muerte se encuentran cara a cara y los ángeles hablan con los recién fallecidos. Esto no es un viaje cualquiera y ninguno de los tripulantes, el público incluido, saldrá de la misma manera de como entró.

El tres veces ganador del premio Pullitzer y escritor de “Our Town”, una de las piezas claves de la dramaturgia norteamericana del siglo XX, Thornton Wilder lleva un aparentemente simple viaje en tren a niveles meta-teatrales y surreales en “Pullman Car Hiawatha”. Con ayuda de un stage manager que rompe la cuarta pared, en compañía de un matrimonio a punto de llevarse un mal trago y una mujer demente, a través del tiempo y el espacio, Wilder lleva al espectador a trascender el ferrocarril y viajar más allá, a mundo fantásticos y a distintos planetas. Esta premisa podría sonar confusa o bizarra, pero en realidad es una bella travesía por la mente humana, por sus pensamientos, miedos y anhelos y todo aquello que nos define como humanos.

“Pullman Car Hiawatha” es una historia plagada del sabor de Norteamérica. Sin embargo, el trasfondo que plantea Wilder rebasa esa limitante a través de personajes que van desde lo más común como un simple ingeniero en camino a Chicago hasta la complejidad que representa ver en escena a un fantasma alemán, a un grupo de horas llenas de filosofía platicando o a todo un sistema planetario. Diálogos tanto poéticos como ordinarios se entrecruzan como las vías de un tren dando como resultado un texto interesante y bien logrado que provoca a aquellos espectadores capaces de subirse a tan místico viaje.

El trabajo de dramaturgia en “Pullman Car Hiawatha” es complejo, difícil de comprender, dada su ambiciosa grandiosisdad temática, pero la estupenda dirección a cargo de Alejandra Aguilar y Cristian José García consiguen elevar la propuesta de Wilder a un verdadero deleite visual de gran atractivo teatral al mismo tiempo que lo vuelven digerible para un espectador casual. Maletas que hacen las veces de puertas, sillas o incluso de instrumentos musicales, un guiño al teatro negro, un inteligente trabajo de iluminación por Jesús Núñez Giles, una maximización del espacio escénico disponible a partir de la creación de ingeniosas coreografías para la creación de diferentes ambientes  y mucha imaginación logran que el público se entregue de lleno al montaje, se deje llevar por la propuesta y termine con una clara sonrisa en la cara al término de la función. En la medida en que estos dos jóvenes directores fortalezcan un poco más el ritmo de la puesta, el montaje alcanzará un mayor potencial. Dos promesas a las que no debemos de perder de vista.

“Pullman Car Haiawatha” cuenta con más de una veintena de personajes, mismos que son representados por once actores en escena, muchos de ellos aun cursando la carrera de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM. Destacando la labor que hace Valeria Navarro Magallón como la pronta a morir Harriet, Elvira Cervantes como la muy demente señora Churchill y Anaid Bohor como la stage manager del teatro, el elenco se nota evidentemente comprometido con el montaje, aun cuando la edad de los participantes pueda llegar a dejar en evidencia la falta de experiencia escénica, misma que se compensa la mayor parte del tiempo con talento y arrojo. Haciendo a un lado ciertos detalles que pueden ser solucionados con facilidad, la maquinaria actoral que se mueve con perfecta sincronía en cada uno de los integrantes funciona y proyecta, consiguiendo que la visión de los directores se solidifique.

Soy egresado del Colegio de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y me llena de orgullo y satisfacción el haber tenido la fortuna de presenciar tan bella puesta en escena a cargo de alumnos de la que hace ya muchos años fue mi alma mater. Me queda claro que este país tiene talento de sobra en sus nuevas generaciones, es nuestro deber y responsabilidad apoyarlos llenando los teatros donde se presentan. Esta es la única manera en que seguirán sorprendiéndonos, provocándonos y ofreciéndonos sus almas y corazones sobre el escenario. Yo sé que ahí estaré, espero verlos sentados a lado mío, listos para disfrutar de una estupenda función.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)