PROYECTO OLIVO

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Para quienes deben entender que la guerra extiende su terror más allá de los adultos.

PROYECTO OLIVO

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“Generalmente, las niñas no somos las que contamos la historia.”

En este instante, en pleno 2024, hay un genocidio sucediendo en Medio Oriente. En la franja de Gaza, en Palestina, miles mueren. No son soldados únicamente, también son familias, niños y niñas, personas inocentes que sólo quieren seguir con sus vidas, que buscan que una taza de café no huela a pólvora. Mientras los árboles de Olivo arden en llamas, en México, dos niñas de 12 años buscan entender lo que pasa, un por qué al acto de mayor sinsentido en la humanidad. Ante la ausencia de una respuesta clara, la escena pareciera ser un buen lugar para abrir una conversación que siempre se ha pensado que no es para niños, aun cuando sean también sus cuerpos inertes los que caen a consecuencia de la guerra.

“Todo comenzó con una semilla de olivo en la tierra palestina.”

Aisha Badía Ramírez y Nina Soqui Arroio son dos niñas de 12 años. Ambas provienen de familias que han tenido que migrar de sus tierras natales, que han encontrado en México un nuevo hogar. En su escuela, las jóvenes han aprendido de la guerra, del horror que está sucediendo en este preciso instante en Palestina, y han decidido que tienen algo que decir algo al respecto. Con ayuda de la dramaturga y directora Micaela Gramajo, Nina y Aisha presentan “Proyecto Olivo”, una pieza de teatro documental construida desde sus propios puntos de vista sobre la guerra, a partir de entrevistas con Omar Abdulraheem, un hombre palestino que ha migrado de su país para convertirse en un ciudadano del planeta, y que actualmente reside en Ciudad de México vendiendo chacharas en la Colonia Portales, desde una multitud de voces y perspectivas que amplían la mirada, a ir más allá de lo que los adultos piensan sobre el infierno en la tierra que ellos mismos construyen.




“Yo siento que los niños en Gaza, desde que nacemos, envejecemos.”

Anécdotas de amistad en la escuela al recuento de los daños en un hogar destruido por una bomba; una clase de inglés que despierta el interés en dos niñas se transforma en la fotografía de una mujer palestina que se encuentra devastada mientras abraza a un árbol de Olivo incendiado por un soldado que observa desde la distancia; el sueño de ver crecer una rama durante el transcurso de toda una vida se contrapone a la negativa de bailar al ritmo de un tambor de guerra. Abordar el tema de la guerra en Palestina en el teatro es adentrarse en territorio espinoso, por decir lo menos. Sin embargo, “Proyecto Olivo” parte desde un lugar tan genuino, tan profundamente honesto como lo es la visión de Nina y Aisha, que la dramaturgia consigue alejarse de la victimización, del melodrama, de lo aleccionador o panfletario, para verdaderamente ofrecer una mirada dolorosa por supuesto, pero real a lo que es un conflicto bélico, las consecuencias que implica, los pensamientos y reflexiones que provocan en dos chicas de 12 años, o en un hombre como Omar que espera algún día volver a lo que alguna vez fuera su hogar.

¿Qué se sentirá que te quiten tu tierra y destruyan tu casa?”

La puesta en escena se desarrolla en una casa en la Colonia Narvarte, específicamente en un espacio que podría servir de sala. Aquí, se han dispuesto sobre el suelo una serie de tablones de madera con telas de algodón crudo, mismas que se irán desenrollando para revelar platos rotos y llenos de tierra, toda una serie de elementos de utilería para provocar imágenes alusivas a la guerra. Sobre algunas de estas telas, colgadas con pinzas de madera para colgar ropa, se proyectarán entrevistas y fotografías, se creará un teatro de sombras para hablar de la migración, se tenderán caminos con hilo o con estambre para ejemplificar los largos y tortuosos caminos que implican la pérdida de un lugar al cual llamar hogar. Apoyada por el diseño espacial a cargo de Bernardo Gamboa y la multimedia a cargo de Miriam Romero, la dirección escénica de Micaela Gramajo para “Proyecto Olivo” lleva la dramaturgia a un terreno profundamente teatral donde una palabra árabe escrita en una tela nubla la mirada, un pedacito de fotografía rescatada de los escombros cierra la garganta, y el retumbar de un tambor congela la sangre. El camino escénico que plantea Gramajo lleva a que el espectador se compenetre con cada uno de los actantes de la obra tanto a nivel emocional como sensorial, ya sean Aisha y Nina en vivo, Omar y su padre en entrevistas, o con las mujeres, niñas y sobrevivientes que aparecen tan sólo en fotografía, pero que resultan lo suficientemente potentes para alcanzar la contundencia. El claro entendimiento que Gramajo despliega sobre el poder del objeto en escena lleva el proyecto escénico documental a niveles mucho más sólidos, a un espacio donde la reflexión profunda sobre lo planteado es inevitable.




“No voy a bailar al ritmo de ese tambo de guerra.”

Nina se pone una gorra en la cabeza y ha dejado de ser una niña de 12 años, ahora es Omar quien muestra con cariño los objetos que lleva en su bolsa; Aisha se arrodilla en el suelo, abre una tela enrollada y va sacando con cuidado toda una serie de objetos que alguna vez fueron parte de un hogar. Mientras lo hace, la niña reflexiona y comparte historias de una taza, una figura religiosa sin cabeza, de una cuchara ennegrecida por el humo de la guerra. Nina toma un megáfono y declara que ella no va a ser partícipe de este terror mientras que Aisha toca el tambor y marcha en una escena que refleja la rebeldía y la sinrazón de este genocidio. Actoralmente, “Proyecto Olivo” encuentra en Aisha Badía Ramírez y Nina Soqui Arroio una verdadera sinceridad no sólo al interpretarse a sí mismas, sino al encarnar a otros participantes de la escena. Sus cuestionamientos no fueron escritos para ellas, provienen de sus propias inquietudes, de sus propias miradas ante la guerra, y eso se refleja a manos llenas sobre el escenario, factor que enriquece y duele al mismo tiempo, que brinda esperanza pero no puede evitar estrujar el alma.

“Yo no voy a odiar por ti.”

El teatro es un acto vivo, efímero e irrepetible. De ahí su verdadero valor artístico. A la mitad de la función a la que asistí, el proyector encargado de mostrar las entrevistas con Omar dejó de funcionar para perplejidad de las niñas en escena. La manera en que se resolvió el problema, la reacción que ambas tuvieron ante la inesperada situación, y cómo se recuperaron tras el problema fue un acto de profesionalismo actoral sencillamente sorprendente. Nina, Aisha, me quito el sombrero ante ustedes por la manera en que sobrevivieron a la magia cruel del teatro. Sin embargo, también les ofrezco toda mi admiración por este proyecto que han creado y que, ante todo, me brinda esperanza a que mientras su Olivo crezca, el mundo sea un lugar mejor del que nosotros, los adultos, les hemos dejado.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Proyecto Olivo

DRAMATURGIA: Micaela Gramajo a partir de textos de Aisha Badía Ramírez, Nina Soqui Arroio, Omar Abdulraheem, Micaela Gramajo, Daniela Arroio, Suheir Hammad, Tawfiq Abu Shomer y Catalina Alzate.

DIRECCIÓN: Micaela Gramajo

ELENCO: Aisha Badía Ramírez y Nina Soqui Arroio.

ELENCO EN VIDEO: Omar y Maher Abdulraheem.

DÓNDE: Una casa en la Colonia Narvarte

COSTO: Cooperación voluntaria.

DURACIÓN: 50 minutos sin intermedio

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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