PIANO BAR
Para quienes desean deleitarse con las melodías inspiradas por la codependencia y la adicción.
PIANO BAR
“No te conozco, ni tú a mí, pero siento algo.”
Un encuentro casual que se convirtió en una gran historia de amor… hasta que ella cedió por completo el control de sus emociones. Una muy exitosa carrera a punto de surcar por las alturas… hasta que la piedra resultó ser más fuerte que él. Dos historias paralelas que parecieran no tener nada en común, dos adictos a diferentes sustancias siendo victimas de los infiernos que ellos mismos crearon, canciones interpretadas por la voz de terciopelo que nos recuerdan que el amor puede ser lo más hermoso, o lo más terrible que hay.
“A Julia lo que le gusta es enamorarse.”
La adicción, en forma de crack o de una relación codependiente, es escenificada y musicalizada en todo su patetismo y decadencia en “Piano Bar”, una sólida y bien llevada puesta en escena escrita por Yuriria del Valle y Angélica Rogel. Tomando como base la novela “Diario de un joven adicto a todo” de Bill Cleeg y otras fuentes anónimas, las autoras crean un universo contenido entre canciones de amor y desamor originalmente cantadas por Olga Guillot y Café Tacuba donde un hombre y una mujer parecieran empecinados en destruir su felicidad y sus propias vidas a causa de su inhabilidad de controlar sus impulsos autodestructivos, ya sea con amor o con drogas.
“Me duele tener su pasado tan presente.”
Obsesionada con una caja de fotografías que encontró durante una mudanza, Julia no puede dejar de atormentarse con preguntas sin sentido acerca del pasado del hombre que ama, llevándola a realizar actos patéticos para validarse. Por su parte, Billy ha tenido diferentes encuentros con toda una serie taxistas por demás excéntricos, en un infructuoso intento por llegar a Alemania siempre obstaculizado por su necesidad de más piedra. “Piano Bar”, en su dramaturgia, refleja de manera clara, brutal y sin tapujos el daño que causa la adicción, pero libre de toda moraleja o intento de chantaje o manipulación. Ya sea con sustancias o con una relación disfuncional, es el espectador quien saca sus propias conclusiones, quien se refleja en una o en ambas historias, el encargado de encontrar los puntos de conexión o de repudio. A esto se le suma un ambiente de fiesta decadente dentro del bar titular, una mezcla entre el Kit Kat Club y algún añejo establecimiento con olor a épocas pasadas.
“Estoy harta de mí contigo.”
Sal de mesa cae sobre un cochecito de juguete que avanza lentamente sobre un piano rojo. Sobre el mismo instrumento musical, dos cabezones y un gato chino de la suerte representan los taxistas a los que se ha enfrentado el drogadicto Billy. A momentos una fiesta con música disco donde todos los asistentes son convidados a cantar y a bailar, a otros un lastimero rincón donde una mujer no sabe cómo lidiar con sus demonios. Bajo la dirección de Angélica Rogel, las dramáticas historias que conforman “Piano Bar” adquieren cualidades oníricas con algunos toques de humor, aligerando lo que podría ser una narrativa mucho más densa. Salvo por una pantalla iluminada de donde se cuelgan los nombres de las escenas sin realmente aportar mucho, la propuesta de Rogel es valiosa, principalmente en la manera en que conjuga los mundos de Billy y de Julia dentro del contexto del viejo bar, uno donde el espectador puede pedir una bebida y comer botana mientras ve la puesta en escena.
“Cuando piensas que es el fin del mundo, no lo es nunca.”
Julia ha perdido la cabeza. Su codependencia ha llegado a niveles insostenibles y una simple interacción de su pareja con una clienta en el bar se ha convertido en una escena de celos totalmente fuera de lugar. Lo que alguna vez fue una pícara chispa en sus ojos, que a momentos remite a la mítica Sally Bowles de Cabaret, se ha reducido a una piltrafa incapaz de contener el llanto ante la inminente separación que ella misma ha provocado. No cabe duda que la verdadera joya en “Piano Bar” se encuentra en la honesta y fracturada actuación de Yuriria del Valle quien claramente se vuelca sobre el papel de lleno, poniéndole alma, corazón y entrañas a darle vida a Julia. Coqueta y sonriente, fúrica y desquiciada o derruida, Del Valle demuestra su capacidad actoral en todo su esplendor. A su lado, José Ponce debe seguir la misma línea interpretativa para poder estar al mismo nivel de verdad, hecho que estuvo ausente en la función que presencié. Finalmente, Daniel Sosa como el cantante del lugar, ofrece su voz y encanto a un pequeño papel que brilla con luz propia tanto por su ingenio como por su calidad.
“¿Cómo podemos seguir deslumbrados por algo que ya no existe?”
Yo confieso ser miembro de CODA, codependientes anónimos. Confieso haberme visto en Julia en más de una ocasión, en todo su patetismo y bajeza. Fueron muchas sesiones de grupo y de terapia las que me permitieron entablar una relación mucho más saludable con el hombre que hoy es mi esposo. Entre las notas de un piano me recordaron cuán triste llegué a ser. Gracias por hacerlo, pues nunca debo olvidar mi pasado, de cuán bajo llegué a caer, para que así mi futuro siempre sea mejor.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Piano Bar”
DRAMATURGIA: Angélica Rogel y Yuriria Del Valle. Inspirada en la novela “Diario de un joven adicto a todo” de Bill Clegg y otras fuentes anónimas.
DIRECCIÓN: Angélica Rogel
ELENCO: Yuriria del Valle, José Ponce y Daniel Sosa.
DÓNDE: Sala Novo
DIRECCIÓN: Madrid 7, Del Carmen Coyoacán.
CUÁNDO: Sábado 22:00 horas. Hasta el 13 de Octubre.
COSTO: $280 entrada general. Boletos en taquilla y en www.redticket.com.mx
DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking. Les recomendamos revisar el resto de su cartelera.
[AFG_gallery id=’716′]