PARA SOÑAR QUE NO ESTAMOS HUYENDO
Para quienes quieren acompañar a una reina en su travesía por escapar de los horrores de su realidad.
PARA SOÑAR QUE NO ESTAMOS HUYENDO
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
La reina se dirige a la frontera. Huye, junto con su criada, de un rey que la quiere ver muerta, de un sistema podrido que apesta a mierda, escapa de una muerte segura a manos de un asesino a sueldo y de un gobierno que ya tiene planeada su fatal desaparición y su más pronta sucesión. La reina trata de pasar desapercibida, de que nadie se fije en tan majestuosa presencia sobre una hermosa cama, de que todos volteen su mirada hacia las reliquias de guerra que se venden a su paso, pero ni Dios mismo es capaz de ignorarla. El filo de la navaja está muy cerca de su cuello, su final se acerca al igual que la frontera que la llevará a la libertad.
“Que yo sepa Dios ya no tiene la costumbre de hablar con nadie.”Una dura crítica a un sistema político fallido, un fuerte discurso feminista, una disertación existencialista y una exploración hacia la naturaleza de la culpa humana son tan sólo algunos de los temas que Ana Francis Mor explora en “Para Soñar que no Estamos Huyendo” una tragedia de tintes fársicos que atrapa al espectador por completo con la historia de una monarca desesperada por huir de una posible muerte bajo la órdenes de su marido, el rey. Lo que de entrada podría parecer un discurso denso y de altísimo contenido filosófico, poco a poco se revela como una obra cargada de humor negro y estupendos diálogos que constantemente contrapone el poder y la seducción, la lealtad y el servilismo, el temor y el deber en voz de tres personajes de suma complejidad e interés.
“O te pones creativa o te pones violenta.”Resulta evidente el trabajo que Ana Francis Mor realiza por alejarse de sus orígenes en el Cabaret para explorar nuevas venas dramatúrgicas en “Para Soñar que no Estamos Huyendo” lo que da como resultado una exquisita mezcla entre lo más serio del teatro dramático y lo más ácido del sarcasmo cabaretero. Diálogos que exploran la naturaleza misma de Dios se contraponen con un dedo cercenado que repugna y divierte enormemente al espectador; la irreal seriedad con que se revelan los planes de cómo la reina habrá de ser asesinada y sucedida se ven contrastados con una abierta carga sexual que puede llegar a erizar la piel del público que no puede evitar reír de tan bizarra escena. Ana Francis Mor se revela como una muy hábil dramaturga capaz de profundizar en los recovecos más oscuros del alma humana al mismo tiempo que logra que el público entero se estremezca en horror o en carcajadas.
“A la que tienes escondida en la cama, ¿también la vendes?”La propuesta que Ana Francis hace a su propio texto a nivel dirección es acertada, sobre todo en el manejo estético de “Para Soñar que no Estamos Huyendo”. El uso de una cama que se convierte en una especie de segundo escenario resulta tanto ingenioso como efectivo en crear cuadros de gran teatralidad que capturan la imaginación del espectador. Aunado a esto, la utilización de diversos recursos de utilería como una cámara antigua, una cuerda y una parafernalia de reliquias de guerra consigue darle dimensión y profundidad a la puesta, apoyada también por un eficiente manejo de iluminación. Resulta también de vital importancia resaltar la presencia de una musicalización y sonorización en vivo de la puesta, a cargo de Leika Mochan, que aun cuando pueda resultar un tanto excesiva en su omnipresencia, logra pintar la obra entera de un aura que evoca a un mundo irreal y lejano pero sumamente cercano a la realidad.
“Tiene que llorar tan fuerte como para que el mundo entero vuelva a caminar.”“Para Soñar que no Estamos Huyendo” es una obra sumamente demandante a nivel actoral dados los diferentes cambios tonales que van surgiendo a lo largo de la puesta, a momentos de gran seriedad, a otros de gran ácida comicidad e incluso con algunos que bordean en lo melodramático. El trabajo que realizan tanto Marisol Gasé como Amanda Schmelz es contundente en la forma con que se posesionan de los personajes de criada y reina en un juego que remite inmediatamente a “Las Criadas” de Jean Genet. La presencia de Antonio Cerezo como el asesino a sueldo completa el cuadro actoral con eficiencia, al evidenciar la gran comunicación escénica que logran los tres actores sobre el escenario, sumamente divertidos o terribles y destructivos. Las palabras de la dramaturga son interesantes, su propuesta de dirección inteligente, pero es en las actuaciones de este trio que “Para Soñar que no Estamos Huyendo” cobra su verdadera fortaleza y valía.
“¿Usted cree que yo soy el causante del llanto de Dios?”La reina se rehúsa a cruzar las calles de un pueblo porque apestan a mierda. No hay nada que hacer, no hay solución a tal problema pues ha sido el rey mismo quien ha ordenado que así sea. Vivimos en un país cubierto de corrupción, de muerte y desaparecidos, de políticos únicamente interesados en el dinero, de abusos y oprimidos. Nosotros también nos deberíamos rehusar a cruzar las calles, a vivir en este país que ha sido cubierto de mierda. Sin embargo, antes de hacerlo, también deberíamos de ser conscientes de que esa mierda que tanto criticamos ha sido puesta ahí por nosotros mismos. En la medida en que seamos honestos y dejemos de ser parte de un sistema asqueroso que ha mandado a la muerte a su propia reina, tal vez entonces podamos soñar con llegar a la frontera y ser libres de verdad.
Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.