OTRA ELECTRA
Para quienes desean enfrentar la co-dependencia familiar y la violencia de la cotidianidad.
OTRA ELECTRA
“Yo puedo sola.”
María Teresa ha regresado a su departamento tras la cirugía. Asistida por su hija Electra y con los ojos vendados, la enfermera en recuperación da órdenes, encuentra fallas en cada acto que realiza su involuntaria pero fiel cuidadora, está convencida de la presencia de ratones imaginarios y espera con ansía la visita de su hijo prácticamente perfecto, Horacio. Mientras tanto, Electra es asediada, no sólo por su castrante madre, también por pesadillas que la invitan a cometer actos inimaginables. Esto, lejos de ser una tragedia griega, es la vida diaria de dos mujeres atrapadas por su propia violencia.
“¿Vas a molestarme con tus recuerdos o me vas a traer café?”
La codependencia familiar y la violencia que ello puede llegar a generar son dos problemáticas que la escritora Edith Ibarra aborda en “Otra Electra”. A partir de la cotidianidad, en el simple hecho de servir una taza de café, hacer la limpieza, o en el hablar de los ausentes como si se trataran de verdaderos héroes épicos cuando la verdad dista mucho de lo que se piensa, Ibarra retrata niveles de violencia profundos e hirientes en la relación de una madre y su hija, dos mujeres que claramente se aman, pero que no pueden romper el círculo vicioso en el que se encuentran.
“No es fácil darle la mano a alguien para que te ayude.”
Desde su propio hogar, Ángeles Marín interpreta a Electra con celular en mano. Luz María Meza, de igual manera como la castrante María Teresa, da vida a su personaje en la intimidad de su departamento. A partir de un meticuloso trazo escénico, la directora Rocío Carrillo toma dos espacios separados geográficamente para crear uno sólo dentro del imaginario teatral de “Otra Electra”. De tal manera, cuando Electra extiende la mano con una taza de café, su madre la toma en sincronía, creando la ilusión de que ambas mujeres están en el mismo lugar. Igualmente, las cocinas de ambas actrices se fusionan en la cocina de la ficción, lugar que es testigo de la calma con que una madre lanza ataque tras ataque verbal a su hija quien sumisamente agacha la cabeza y acepta los embates.
“No puedo abandonarla.”
Las conversaciones entre María Teresa y Electra nunca suben de volumen, todo se mantiene dentro de los niveles de la civilidad. No obstante, la agresividad es brutal. Lejos de tomar la ruta fácil del melodrama exacerbado, Rocío Carrillo establece una dramaturgia escénica donde la aparente paz familiar esconde una sangrienta guerra. Esto, logrado con precisión por ambas actrices, establece un contraste con el espacio onírico de las pesadillas de Electra donde figuras demoníacas aparecen en sus sueños, interpretadas por Stefanie Izquierdo y Brisei Guerrero, ambas vestidas de enfermeras en clara deformación de la figura materna. Esta duplicidad de mundos existentes en la ficción, llega a un clímax estremecedor cuando Electra enfrenta a sus propios demonios con la presencia de una jarra con agua y un cordón, metáfora de lo umbilical, momento que desemboca en un exorcismo a manera de ritual en el que las dos pantallas en que se transmiten las actrices se fusionan en un sólo infierno. Es en este manejo y manipulación de puntos de vista, juego entre lo teatral y lo cinematográfico, en que la dirección de Carrillo revela una propuesta atrevida, innovadora dentro del tecnovivio actual, y principalmente capaz de contar una poderosa historia de manera envolvente.
“Yo no soy una guerrera mamá.”
Obediente al punto de lo desesperante, Electra entra y sale, una y otra vez, de la recámara de su madre, en busca de un imaginario ratón que nunca aparecerá. Desde su cama, María Teresa, da continuas órdenes a su hija, aderezadas por críticas y menciones amorosas de su ausente hijo. El único momento en que Electra pareciera mostrar carácter es cuando se hace mención de su padre, figura que las abandonó, pero que es intocable en la mente de ella. Ya sea con la mirada al suelo y en completa sumisión, o como una desquiciada maniaca en sus pesadillas, Ángeles Marín aborda su personaje tanto desde el realismo de su horror diario como desde la oligofrenia que habita su mente, ambas interpretaciones en clara armonía con la propuesta. Por su parte, Luz María Meza consigue ser una figura verdaderamente monstruosa a partir de una encarnación pausada, callada, filosa en su medio tono, en una voz que es capaz de revelar su férreo carácter o la fragilidad que le causa el potencial de quedarse sola. Ambas actrices crean una atmósfera de tensión entre ellas, hecho verdaderamente admirable dado que cada una está accionando desde su casa. Adicionalmente, vale la pena mencionar el trabajo de maquille y personificación de Luisa Rodríguez, quien está a cargo de avejentar a Meza, así como de ser la mano de Electra en el universo de María Teresa.
“¿Por qué siempre haces tragedias de todo lo que digo?”
Las primeras propuestas escénicas desde la distancia aparecieron en abril, la gran mayoría con resultados poco favorables. Desde entonces, en tan sólo cinco meses, se ha visto una evolución del lenguaje, verdaderas exploraciones dentro del fenómeno que el investigador teatral Jorge Dubatti denomina el tecnovivio, que han sido capaces de realmente atrapar la esencia de lo teatral, al mismo tiempo que abrazan la tecnología como eje de la comunicación y la mirada. “Otra Electra” es uno de los pasos más adelantados que he tenido la fortuna de presenciar hasta la fecha, hecho que sencillamente da testimonio de la fuerza creativa del teatro, de su capacidad de evolución, de su más clara inmortalidad.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Otra Electra”
DRAMATURGIA: Edith Ibarra
DIRECCIÓN: Rocío Carrillo
ACTÚA: Ángeles Marín, Luz María Meza, Stefanie Izquierdo y Brisei Guerrero.
DONDE: Transmitida de manera digital a través de las plataformas del Teatro La Capilla.
CUÁNDO: Lunes 20:00 horas. Hasta el 21 de Septiembre.
COSTO: $200 o $100 entrada general. Boletos en https://boletopolis.com/es/evento/14618
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.