¡NO AL DINERO!

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Para quienes quieren carcajearse de la ambición desmedida que provoca un friego de morlacos, de billetiza, de lana pues.

¡NO AL DINERO!

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

“¿Cuánto ganaste?”

La cena de esta noche iba a ser una celebración de amor, amistad y familia con sabor a pollo al limón. Claro, esto era el plan antes de que el Robin Hood de la Narvarte le diera la muy casual noticia a su esposa, madre y mejor amigo de que había ganado el premio mayor de la lotería. Ah, pero con el ligero detallito de que además había decidido rechazar el dinero. Lo que iba a ser una agradable velada muy pronto se convirtió, entre gritos, llantos y uno que otro iracundo reclamo, en un acto de canibalismo donde se descubrirá cuál es el verdadero valor de 800 millones de pesos… y sin engordar un gramo.

“Si no agarré el premio es porque los quiero.”

El dinero como motor para sacar lo más podrido del ser humano, ya sea a causa de una ambición desbordada o de un malentendido sentido de altruismo, que en ambos casos se podría traducir en profundo egoísmo, es el eje sobre el que la dramaturga francesa Flavia Coste construye “¡No al Dinero!”. Esta comedia oligofrénica, que podría considerarse dentro del género de pastelazo, ciertamente realiza una crítica social a partir de cuatro personajes, cada uno con sus propios defectos de carácter, más el verdadero foco de la narrativa se centra en provocar carcajadas, cosa que se logra a manos llenas.




“Es como toparte con la lámpara de Aladino y no frotarla.”

Debido a que siempre se ha visto protegido por el mundo real gracias a una madre consentidora, una esposa trabajadora y un mejor amigo que cree en sus capacidades como arquitecto, a Ricardo se le hace muy fácil rechazar el premio de la lotería, argumentando que lo que tiene ahora es suficiente. Esto desencadena una larga retahíla de reacciones esquizoides por las tres personas que tanto profesa amar, caos que culmina en un acto que sólo podría ser descrito como perturbador, por decir lo menos. Todo esto en medio de un departamento donde un bebé recién nacido llorando es lo menos relevante para todos, un pollo al limón es excusa para más peleas, y donde la realidad de la que tanto protegen a Ricardo le vendrá a dar una filosa cortada por toda la quijada. “¡No al Dinero!” se basa sobre una graciosa premisa, un par de giros de tuerca ingeniosos, y un final sorpresivo y violentamente divertido. Ciertamente, la progresión dramática se empantana, deja de moverse hacia adelante en favor de dar vueltas y vueltas sobre el mismo problema, en voz de cada uno de los personajes, para lanzar más chistes y enfocarse en nuevas vertientes de la ambición que critica la autora. Esto podría resultar desafortunado de no ser que la pluma de Coste contiene la suficiente gracia para seguir entreteniendo al público ya sea con una oligofrénica madre sacando cuentas de cuánto le debe su hijo desde su nacimiento, con una fúrica esposa que reclama la mitad del cachito al haberse pagado con el dinero que ella gana, o con un mejor amigo cuya sexualidad no es incumbencia de nadie hasta que es demasiado tarde.

“Nunca hablamos de dinero porque nunca tenemos dinero.”

El punto de vista que se muestra del departamento de Ricardo y su esposa Clara consiste en una cocina y una sala, todo en colores vívidos que de inmediato remiten a comedias de puertas muy comunes en los años ochenta y noventa. Al momento en que Ricardo declara que no aceptó el premio mayor de la lotería, la reacción del resto de los personajes es de absoluta hipérbole emocional. Entre gritos desquiciados, lloriqueos desenfrenados y hasta un ataque de asma que pareciera más un paro respiratorio por lo extremo en que es presentado, esposa, madre y mejor amigo se convierten en caricaturas que ridiculizan las emociones humanas. Bajo la dirección de Sebastián Sánchez Amunátegui, “¡No al Dinero!” rinde honor a su título, escrito en signos de exclamación, dado el extremo hasta el que es llevado la comedia, al punto de convertirse más en una sátira desbocada. Esta decisión podría tener consecuencias desafortunadas de no ser por un elenco que es capaz de imprimir verdad a reacciones inconcebibles en el mundo real de cuán exageradas se presentan.




“¡Bienvenida a la opulencia!”

Al momento de enterarse que su hijo ha ganado la lotería, Rosa, salta del sillón donde estaba sentada para comenzar a gritar a viva voz su felicidad. Esta reacción se convierte en ira contenida, misma que se percibe en la manera en que no puede dejar de bufar con los ojos desorbitados al enterarse que su retoño no quiere el dinero. La calma con que Clara toma las responsabilidades que implica cuidar a un bebé de meses, tener un trabajo de tiempo completo para pagar las cuentas, y tener que preparar pollo al limón es tan solo una fachada antes de que explote una bestia villanesca que libera todas sus frustraciones contra su muy soñador marido, sentimiento que se expresa entre gritos que provienen de la garganta capaces de declarar que lo que menos le importa en este momento es su chiquitín. La desbordada emoción con que Esteban reacciona cuando piensa que su negocio podría salvarse con el dinero de su mejor amigo se transforma en una muy dolorosa y real confesión de cómo la tan generosa decisión de Ricardo los ha llevado a la ruina financiera de la cuál su amigo no sabe nada. “¡No al Dinero!” funciona a manos llenas, provoca verdaderas carcajadas, y alcanza sus pretensiones cómicas gracias al trabajo en escena de Cristian Magaloni, Mariana Gajá, Pilar Flores del Valle y Pablo Perroni quienes consiguen imprimir honestidad a la más neurótica de las exageraciones. Ya sea con un consolador en la boca, a punto de usar un cuchillo eléctrico para usos no convencionales, o corriendo por todo el edificio teatral para calmar a un bebé mientras se gritan injurias, Gajá, Flores del Valle y Perroni consiguen que el tono hiperbólico de la dirección tenga sentido, sea realmente hilarante y, al mismo tiempo, lleno de honestidad. Por su parte, Magaloni sirve cabalmente como la contraparte que siempre se mantiene un tanto en calma, un equilibrio necesario para que la comedia caiga con mayor fuerza.

“Dicen que la herida del dinero es mortal.”

Yo confieso que detesto las comedias de pastelazo llevadas al extremo de la exageración en busca de la risa fácil, cosa muy común de hallar en la cartelera del teatro mejor conocido como comercial. A los pocos minutos de empezada “¡No al Dinero!”, y darme cuenta del tono en que estaba presentada la obra, estaba listo para pasármela mal. Sin embargo, el tan talentoso elenco que da vida a la puesta en escena se encargó de cerrarme la boca, o mejor dicho de obligarme a abrirla en sendas carcajadas que no pude parar de emitir durante toda la obra. Este es un perfecto ejemplo de que toda propuesta es válida, valiosa y digna de aplaudirse siempre y cuando esté realizada con talento y verdad.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: ¡No al Dinero!

DRAMATURGIA: Flavia Coste

TRADUCCIÓN: Estibaliz Latxaga

DIRECCIÓN: Sebastián Sánchez Amunátegui

ELENCO: Cristian Magaloni, Mariana Gajá, Pilar Flores del Valle y Pablo Perroni.

DÓNDE: Teatro Milán

DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.

CUÁNDO: Lunes 20:30 horas.

COSTO: $450. Boletos en taquilla y Boletos para ¡No al Dinero! | Detalle de fechas para Comedia | Ticketmaster MX

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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