LAS PARTÍCULAS DE DIOS

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Para quienes entienden que la políticamente correcto y el querer salir de la pobreza no se llevan.

LAS PARTÍCULAS DE DIOS

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“La gente buena gente tiene cara de buena gente.”

Para muchos, incluyendo el cura de la iglesia, que Mr. Douglas, profesor de Teología, experto en Santo Tomás de Aquino y un importante miembro de la comunidad, se sienta atraído por un hombre es un escándalo de proporciones monumentales. Para acabarla de fregar, no un hombre cualquiera, el negro que vende fruta en el mercado. Sin embargo, para una mujer a quien la vida le ha dado menos de lo que cree que merece, las recién descubiertas preferencias de ese gringo dueño del McDonald’s podría ser la oportunidad de oro que tanto anhelaba. Es cosa de que una aspirante a payaso, y una devota accedan a un plan maquiavélico mientras disfrutan de una Big Mac.

“Lo puedo entender Mr. Douglas, ¿pero un negro?”

El sueño americano, simbolizado por los arcos dorados de la cadena de restaurantes más exitosa del mundo, la culturalmente aceptada ideología mexicana del que no transa no avanza, la discriminación y la desesperada necesidad de mantener las bellas imágenes públicas ante la comunidad son algunas de las aristas que toca el dramaturgo Luis Ayhllón en su comedia “Las Partículas de Dios”. En voz de tres mujeres diametralmente distintas, todas unidas por el deseo de una vida mejor simbolizada por cuántos dólares tienen en la cartera, y a quienes la corrección política les importa muy poco en su forma de expresarse, la dramaturgia es una ácida y mordaz crítica a un sistema social que fomenta el sacar provecho de los demás para beneficio personal, al mismo tiempo que examina fenómenos como la gentrificación, y la discriminación que provoca en la comunidad local, así como una mirada humorística a la búsqueda de la felicidad a través de la satisfacción de ciertos deseos que podrían ser malmirados por la muy conservadora y católica sociedad.




“Los curas no son putos, son hombres de bien.”

Tola depende económicamente de su mejor amiga Pepa, una ferviente creyente casada con un alcohólico que, eso sí, nunca deja de pasarle su gasto. Sin embargo, cuando este arreglito podría estar en peligro, Tola decide aprovecharse de las recién declaradas fantasías de Mr. Douglas para convencer a Lupe de que sea la “salvadora” del alma del gringo, volviéndose su amante y accediendo a lo que sea, incluyendo quizá usar una peluca afro, entre otras cosas. Cuando las cosas ya parecen fluir mejor que nunca, y el rojo y dorado del McDonald’s ya pareciera ser parte de su vida, uno que otro giro de tuerca empujan a que la nada censurada Tola exprese una idea quizá un poco más extrema para garantizar su estabilidad económica. Entre elementos de filosofía y teología, haciendo uso de un lenguaje que en pleno 2025 podría levantar más de una ceja, pero que en el universo de estas tres mujeres resulta tanto pertinente como hilarante, y una construcción de personajes que consigue ridiculizar de forma crítica las normas sociales que mantienen la paz a pesar de sus incongruencias, “Las Partículas de Dios” levanta preguntas alrededor de qué tanto es lo que la gente libremente piensa, dice y hace, en contraste a lo que calla, oculta, pero que igualmente lo hace ya sea en nombre de Dios, del bien común, o para ganancia personal.

“A mí me gusta ser payasa.”

Al inicio de la obra, una caricatura que muestra a Mr. Douglas hablando con el cura se proyecta en unas pantallas montadas en la parte trasera del escenario. Con esto, las bases para lo que promete ser una farsa se han plantado. Durante el primer encuentro entre Tola, Pepa y Lupe, el tono es realista, los ácidos diálogos producen risa entre las butacas, tal y como lo haría una comedia. Cuando Tola le reclama a Pepa que no puede mantenerse si su amiga no le sigue dando dinero, la primera se pone de pie sobre unas bancas que simbolizan la cama en la que estaba acostada momentos antes. Este aparentemente sencillo movimiento aleja la propuesta de lo cómico o lo fársico para llevarlo al terreno de la oligofrenia, de una exageración que busca más la risa fácil que la congruencia con un género. Bajo la dirección de Karla Cantú, “Las Partículas de Dios” transita entre géneros, tonos y ritmos. A momentos el montaje es ágil e hilarante como comedia, en otros es exagerado hasta lo caricaturesco, generando una pertinente risa incómoda, elemento que se busca en la farsa a través del reflejo en un espejo deformado. No obstante, en algunas escenas, esa exageración se lleva a extremos que caen en la estridencia, en que los personajes gritan sin necesidad, o actúan de formas irreales, como el hablar mientras se ponen de pie en muebles. En otras, el ritmo decae al punto que la progresión dramática se siente estancada, como cuando se discuten los pasos a seguir una vez que Lupe ya es libre de disfrazarse de payaso o Tola porta el uniforme de McDonald’s con orgullo. Es en esta disonancia que la puesta en escena se aleja de alcanzar todo su potencial. Una vez dicho esto, y aplaudiendo el trabajo en diseño de vestuario de Brisa Alonso, la obra consigue que el espectador se divierta, que se ría de manera sostenida la mayor parte de su duración, aun cuando quizá sus premisas críticas se diluyan.




“No puedo ir por la vida con una puta como hija.”

Al momento de beber una Coca Cola, la muy recatada y religiosa Pepa lo hace con ambas manos, sosteniendo la base del envase con una de ellas, como lo haría una mujer muy preocupada por que no se derrame ni una gota que podría mancharle la ropa. En contraparte, la desparpajada Tola se mueve y expresa sin importarle en lo más mínimo cualquier opinión que no sea la suya. Por eso mismo es que a veces grita, en otras se trepa a las bancas en un centro comercial para hablarle a sus compañeras, o disfruta de una bebida a bordo de un crucero mientras fragua un mortífero plan. Por su parte, Lupe pareciera no tener mucha censura, pero no por cinismo, más por una ingenuidad que le brinda una inmensa libertad para hacer lo que sea, incluyendo complacer a Mr. Douglas en ser lo más cercano al objeto prohibido de su deseo. Siendo congruentes con la propuesta de dirección, “Las Partículas de Dios” se beneficia por un sólido elenco conformado por Carmen Ramos, Mahalat Sánchez y Renata Zalvidea quienes se encuentran operando desde géneros distintos. Mientras que Ramos se cimenta más en la farsa para desarrollar a Tola, Sánchez construye a Lupe desde la seriedad que demanda la comedia. Por su parte, Salvidea se centra más en la comedia para presentar a Lupe, más a momentos se inclina por la farsa que lleva Ramos, dependiendo de con quién esté interactuando en escena. Independientemente de este hecho, las tres actrices entienden desde dónde operan, que se espera de su personaje desde la dirección, y consiguen que sus mujeres fronterizas sean entrañables, hilarantes, grotescas o patéticas, dependiendo de la situación a la que se enfrentan.

“Una cosa es el optimismo y otra es el engaño.”

Tuve la fortuna de ver un primer montaje de “Las Partículas de Dios” en 2019 en el Teatro La Capilla. En aquel entonces, la corrección política no era tan extrema, la cultura de la cancelación no era un temor real en las personas, se podían decir las cosas que uno pensaba con un poco menos de censura. Esto no significa que hace 6 años la dramaturgia de Ayhllón estuviera libre de análisis y sus palabras no fueran tanto hilarantes como escandalosas. Ahora, en una época pospandémica, donde el sueño americano se encuentra un tanto corrompido por el actual presidente de Estados Unidos, y donde el mero decir de la palabra negro es motivo de escrutinio, la lectura de esas mismas palabras cobra mayor pertinencia, hacen un eco más profundo y levantan mejores preguntas sobre lo que es permisible decir o incluso pensar. Sí, como seres humanos pareciera que somos egoístas, racistas, hipócritas, etc. La única diferencia entre antes y ahora es que hemos aprendido a ocultarlo mejor.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Las Partículas de Dios

DRAMATURGIA: Luis Ayhllón

DIRECCIÓN: Karla Cantú

ELENCO: Carmen Ramos, Mahalat Sánchez y Renata Zalvidea.

VOZ EN OFF: Fidel Monroy

DÓNDE: La Teatrería Sala A

DIRECCIÓN: Tabasco 152, Colonia Roma Norte.

CUÁNDO: Viernes 20:30, Sábado 20:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 15 de Junio 2025.

COSTO: $450. Disponibles en taquilla y Boletos | Las partículas de Dios | LaTeatreria

DURACIÓN:  85 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con valet parking o estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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