LAS DOS CASSANDRAS

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Para quienes entienden que el duelo es una oportunidad para reevaluar una vida, y confrontar al patriarcado.

LAS DOS CASSANDRAS

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías:  José Jorge Carreón

“Me desperté sin voz.”

Mamá ha muerto. Mamá se ha ido y la parálisis se ha apoderado de una hija que se ha quedado sin voz, de su capacidad de escribir o de elegir un vestido, mucho menos salir de una tina, último resquicio que le da algún indicio de paz. Entre llamadas de familiares y amigos que no aportan nada, entre reflexiones profundas a partir de unos totopos con guacamoles, y tener que enfrentar la soledad que implica la orfandad, una escritora alzará dos voces, una en honor a quien le dio vida, la otra será un rugido en contra de un sistema patriarcal que mantuvo a su madre como un tapete toda la vida.

“Anoche yo era una hija, y hoy ya no tengo madre.”

Las reconocidas creadoras escénicas canadienses Amy Nostbakken y Norah Sadava realizan en su obra de 2015 Las dos Cassandras una profunda exploración dentro de la mente de una mujer afligida por la pérdida de su madre recién fallecida, al mismo tiempo que alzan una potente crítica en contra del sistema patriarcal que aun en nuestros días busca mantener a la mujer en un espacio de servilismo, debilidad y sumisión. A partir de una escritora que pierde la voz y su capacidad de escribir el panegírico, las autoras se adentran en los dolorosos, complejos y ciertamente ridículos procesos que implica la logística de una pérdida en la familia,  al mismo tiempo que abren un diálogo interno a dos voces que confronta las visiones del rol femenino en una sociedad heteropatriarcal tradicionalista contra una más moderna y liberal que entiende que una mujer no puede pasar toda su vida contando calorías para seguir modelos de belleza que fueron establecidos por masculinidades demasiado débiles para poder convivir con la fortaleza femenina.




“¿Por qué la gente se viste de negro?”

La escritora recuerda como de niña escuchaba cuentos infantiles de princesas que sólo podían ser felices si un príncipe llegaba a rescatarlas. También relata de un juego de cartas llamado Vieja quedada que deja en claro que el perdedor es quien se queda con la carta que no tiene pareja. Luego de enumerar un gran número de revistas de moda que parecieran enfocadas en cimentar los roles tradicionales de belleza, la escritora decide que el ir a comprar medias a Liverpool es una faena demasiado complicada para este momento de su vida. Todo esto sucede al mismo tiempo que se tiene que enfrentar a los distintos procesos de dolor que vive una hija durante un duelo, incluyendo la muy macabra faena de tener que elegir un ataúd. Lejos de caer en lo discursivo, lo panfletario o aleccionador, Las dos Cassandras es una dramaturgia que consigue balancear su discurso feminista con una franca y a la vez sumamente entretenida exploración de la pérdida, una que demuestra el ingenio de las autoras, de su capacidad de armar un monólogo a dos voces con contundencia y honestidad, que abre conversaciones y levanta preguntas alrededor del rol de una mujer en pleno 2025. Se destaca el trabajo de traducción y adaptación que realiza la también actriz Vicky Araico, quien consigue conectar la dramaturgia con la realidad de la mujer mexicana.

“Mi mamá era más que fajas y queso cottage.”

El escenario está vacío salvo por una tina blanca al centro del espacio y un micrófono antiguo del lado izquierdo. Las actrices Vicky Araico y Majo Pérez dejan en claro que están interpretando al mismo personaje al inicio de la obra por la manera en que sus cuerpos se mueven al unísono y se complementan, sus voces se fusionan en un coro dual preciso. Si son la escritora, sus movimientos y voz reflejan las dolencias de quien acaba de sufrir una pérdida; si son un personaje al teléfono, como una típica tía doliente o una amiga profundamente egoísta, el humor entra a la propuesta, tanto por los cambios faciales o de expresividad vocal. Las palabras en este montaje importan y mucho, el cuerpo y la voz son una segunda y vital parte de la dramaturgia. Bajo la dirección de la también autora Amy Nostbakken, junto con las coreografías en baile de Vicky Araico, y la composición de movimiento de Norah Sadava, Las dos Cassandras alcanza su potencial más alto gracias a un entendimiento del uso del cuerpo, espacio y voz en armonía para llevar la dramaturgia hacia la contundencia. Es a partir de este uso preciso del lenguaje corporal que se es capaz de presentar un cuerpo elongado dentro de una bañera, demostrar la inutilidad absoluta de los cuerpos masculinos, o incluso desarrollar una especie de canto de sirenas que impulsa a la protagonista a querer tomar un micrófono cuando sabe que lo mejor que puede hacer es guardar silencio. Es en este desarrollo escénico que la obra pasa de ser una mera denuncia a convertirse en una master class en el manejo corporal de las actantes.




“Estoy aquí para hablar de Guadalupe Saavedra… Lupita… la Lupe… mi madre.”

Majo y Vicky se tocan la cara, se frotan las mejillas, van descomponiendo su faz, la de la escritora, hasta convertirla en una máscara de dolor que refleja su duelo. Al cantar, la melódica y bien entrenada voz de Pérez se fusiona armónicamente con la de Araico con una precisión milimétrica, testigo de la profunda disciplina que ambas intérpretes demuestran en escena. Vestidas en un leotardo blanco, con la cara lavada, y presentándose ante el público con la herramienta actoral más sólida que poseen, ellas mismas, ambas actrices son una misma para darle voz y cuerpo a la hija huérfana. Complementando de lleno la experiencia teatral que implica Las dos Cassandras, Vicky Araico y Majo Pérez dan catedra de control e interpretación. Mientras que la primera ya había dado testimonios de su capacidad en obras como Juana in a million y recientemente en Hasta encontrarte, Majo Pérez ya había mostrado su rango actoral interpretando con la misma entrega al MC o a Sally Bowles en Cabaret, así como desplegando sus capacidades físicas en la muy demandante La obra que sale mal. Sin embargo, es en la unión de los dos talentos, en la amalgama de comunicación y confianza que despliegan que la puesta en escena se convierte en un absoluto deleite de atestiguar y aplaudir.

“Mi madre sabía que podía alzar la voz, pero prefería dejar las cosas en paz.”

Pasé 43 años de mi vida completamente heteronormado, la edad a la que murió mi papá. Vestía con corbata, hablaba con voz enronquecida, hacía todo lo necesario para mi homosexualidad no se me notara. Al yo llegar a esa fatídica edad y no morir, me liberé de esas cadenas que me obligaban a ser “machito”, “hombrecito”. A los 43 años decidí ser yo mismo, pintarme las uñas, explorar con tacones y faldas, ser esa criatura maravillosa que la sociedad señalaba como grotesca. La muerte de mi papá me devastó como ningún otro acto en mi vida, pero al alcanzarlo en tiempo en esta tierra, su ausencia y mi supervivencia me ayudaron a ser algo más mágico y esplendoroso aunque el patriarcado lo considere una traición: decidí ser más femenino, más mujer, lo que yo hoy llamo con mucho amor… éllla.

 

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Las Dos Cassandras

DRAMATURGIA: Amy Nostbakken y Norah Sadava.

TRADUCCIÓN: Vicky Araico

DIRECCIÓN: Amy Nostbakken

ELENCO: Vicky Araico y Majo Pérez.

DÓNDE: Foro Lucerna

DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.

CUÁNDO: Viernes 20:30, sábados 19:00 y domingos 17:00 y 19:00 horas. Hasta el 18 de Mayo 2025.

COSTO: $400. Boletos en taquilla y en Boletos para Las Dos Cassandras | Detalle de fechas para Obras de teatro | Ticketmaster MX

DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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