FOTGRAFÍAS: RAÚL KIGRA CORTESÍA DEL INBAL
La Fiesta, una obra nada intacta
La Fiesta, una obra nada intacta
Rosa Márquez Galicia
La Fiesta transcurre en un día cualquiera que coincide con el aniversario de boda de una pareja con un hijo. En un espacio doméstico y asfixiante conviven la madre, el padre y el vástago, atrapados en la voluntad de celebración plagada de obstáculos para concretarse. Emerge un retrato mordaz de la vida familiar hecha de hábitos repetidos, reproches enquistados y un desgaste que se vuelve forma de comunicación.
La obra avanza entre diálogos cortados y repeticiones que transforman lo cotidiano en absurdo: el café que nunca queda bien, el padre que ya no puede conducir, el perro muerto en las rayas blancas, la leche que apesta, el sombrero rojo deseado, el agua de la ducha que demora en calentarse, el hijo que llega tarde y a veces ebrio. Este inventario doméstico abre una grieta por donde se filtra la violencia, la madre se afirma en un tono sarcástico que roza la auto-revictimización; el padre flota en el conformismo; el hijo administra su distancia. Se trata de una familia vulnerable, de precaria economía, que convierte el aniversario en un territorio de tensión y desgaste.
El texto escrito por Spiro Scimone relata el bucle de preguntas repetitivas y pequeñas tareas que nunca se resuelven. Esa circularidad instala una amarga comicidad y, a la vez, una sensación de encierro. El lenguaje cotidiano, llevado al extremo, revela una violencia soterrada y dependencia mutua.
La versión dirigida por Sébastien Lange, creador francés radicado en Cd. Juárez, explota el desorden como materia prima para construir la puesta en escena. En un inicio, los actores sostienen el libreto en las manos, los técnicos están a la vista del público, una escenografía deliberadamente frágil. De pronto, madre, padre e hijo aparecen en pantallas frente a ellos mismos mientras sus cuerpos permanecen al fondo. Un doble plano de realidad que permite enfocar el gesto.
Las actuaciones articulan el juego de desorden propuesto por la dirección. Perla de la Rosa (madre) es caótica, inaprensible, se mueve entre la histeria cotidiana y una comicidad que brota intempestiva. Daniel Andrés Rivera Flores (hijo) y Sébastien Norbert Lange (padre) operan como espejos de una neutralidad que ignora a la madre. Esa indiferencia se vuelve motor de improvisación dado que, al no ser vista, la madre inventa nuevas estrategias para arrastrar a todos… incluido el público. Ni la cuarta pared, ni el tono, ni el ritmo permanecen estables. Todo avanza hacia un vértigo creciente donde el desprolijo se vuelve recurso y potencia.
La Fiesta desmitifica el hogar como refugio. La casa aparece como primer campo de batalla: relaciones machistas, violencias normalizadas, sobreprotección, precariedad económica, disputas por el control de la vida común como aparato melodramático. Un Sísifo doméstico: ni contigo ni sin ti.
En esta puesta en escena, todo parece a punto de romperse. Las fallas técnicas, los objetos inestables, las cámaras que se desincronizan y la escenografía que colapsa no interrumpen la obra, forman parte de su lógica. El montaje asume el desastre como motor. El caos desmantela la ilusión de control y exhibe la fragilidad del hogar, de los vínculos y del propio acto teatral.
En medio de ese derrumbe, los actores intentan seguir el libreto pero la madre, en la feroz interpretación de De la Rosa, rompe el pacto. Su cuerpo se convierte en una olla exprés sexual, un contenedor de deseo que estalla en la fantasía de consumar el acto con su marido. Surge entonces el doble filo del personaje donde se devela un engolosinamiento en su condición de víctima y una necesidad de ser vista en su desgracia o en su deseo.
La Fiesta no es una obra intacta, su estructura se desarma desde la primera línea. Lo que aparenta ser la lectura de un libreto se transforma en un hogar al filo de un generalizado derrumbe. No hay centro fijo ni armonía posible, la obra avanza hacia el caos como un organismo que se descompone en tensión con el esfuerzo de mantenerse de pie.
En su colapso continuo, como la vida misma, La Fiesta revela que su fuerza radica en aquello que se rompe, en la energía del presente que expone entre risas, en la violencia inscrita en lo cotidiano. No quedan intactos ni el lenguaje, ni la escenografía, ni los vínculos, ni la mirada del público. Ésa es, precisamente, su celebración.
Ficha técnica
Autoría: Spiro Scimone
Traducción y dirección: Sébastien Lange
Con: Perla de la Rosa, Daniel Andrés Rivera Flores y Sébastien Norbert Lange
Productora ejecutiva: Yessica Korina Enríquez Romero
Coordinador técnico: Miguel Gustavo Rodríguez Elizalde

