LA CASA DE LOS ESPÍRITUS
Para quienes quieren ver una precisa y onírica adaptación de la novela de Isabel Allende.
LA CASA DE LOS ESPÍRITUS
“¿Estás ahí abuela, estás ahí?”Los recuerdos que el pasado puede llegar a acumular llenan volúmenes enteros que se apilan dentro de la historia que conforma a una familia. A lo largo de cuatro generaciones se ha llorado y se ha amado, ambos actos con pasión y profundidad, igual que se ha odiado e incluso se ha abandonado y matado. La política y la sangre han manchado a la familia Trueba, quien también ha sido bendecida, como con el mágico regalo que cargó Blanca durante su vida. Alba busca respuestas a su identidad, aún a sabiendas de que, como ya lo cantó nostálgicamente Mercedes Sosa, todo cambia.
“Quiero saber quién soy, quienes son los Trueba.”La dramaturga estadounidense Caridad Svich se da a la complicada tarea de adaptar a teatro la primera novela de Isabel Allende, “La Casa de los Espíritus”, tomando un serio riesgo en el acto ya que el consciente colectivo aún recuerda, y resiente, la desastrosa adaptación cinematográfica que se hiciera de la misma en 1993. La historia de la familia Trueba a lo largo de cincuenta años y de cuatro generaciones, con todo su contenido político-social, así como con los elementos propios del realismo mágico que caracterizan a la novela, resulta una labor casi imposible de conseguir sin desvirtuar la esencia que hace tan entrañable a la narración. Sin embargo, Svich, quien es ampliamente reconocida por su trabajo como traductora y adaptadora de grandes autores como Federico García Lorca, Calderón de la Barca y Lope de Vega, consigue teatralizar eficientemente las palabras de Allende, invitando a los asistentes a emprender un viaje onírico donde fantasmas caminan los mismos pasos que aquellos del futuro en un intento por comprender la historia de Esteban Trueba y su descendencia.
“Aquí la adivina es Clara, yo soy tu madre.»La dirección de “La Casa de los Espíritus” cae en manos de Artús Chávez, quien estuvo a cargo de uno de los montajes más bellos del año pasado, el espectáculo de marionetas híper-realistas “Adiós Carlota” (crítica en www.entretenia.com). Chávez, junto con la escenógrafa e iluminadora Ingrid SAC, consiguen un concepto visual escénico imaginativo y de una belleza estética que cautivan al momento que se abre el telón y uno descubre que la acción se desarrollará sobre un montón de libros gigantes desperdigados a lo largo del escenario. Este recurso de gran creatividad consigue, desde un inicio, llevarnos al mundo del realismo mágico y de recuerdos al que pertenece la novela. Igualmente, Artús ha traído elementos heredados de montajes anteriores al incorporar una marioneta de gran escala con la inclusión de Barrabás, el perro de Clara, quien es manipulado con gran cuidado por Hamlet Ramírez.
“Te condeno a la soledad perpetua.”Los elementos mencionados con anterioridad logran un producto de suma atracción en la forma, pero… ¿qué hay del fondo? Además de asistir a la obra con mi eterno cómplice teatral, el fotógrafo Ricardo Castillo Cuevas, en esta ocasión se nos unieron cuatro mujeres, en un rango de edad entre 35 y 65 años, ávidas amantes de la novela de Isabel Allende y enemigas absolutas de la película. Al término del primer acto yo confieso haberme sentido cansado ante un ritmo que me pareció lento y una clara falta de acción escénica en favor de la narrativa de la anécdota. Mis sentimientos fueron inmediatamente descuartizados por las cuatro mujeres quienes se mostraron fascinadas por todo lo que había sucedido en escena, comentando, cada una por separado, que sentían que esta era exactamente la forma en que habían visualizado la acción, a los personajes, el libro en sí. Una de ellas incluso llegó a comentar que las imágenes que veía en el escenario eran casi idénticas a las que había creado cuando leía el libro. ¡Qué enorme validación para el trabajo realizado! Decidí abordar el segundo acto bajo esta óptica y debo decir que me uno a este grupo de mujeres al aplaudir el enorme trabajo tanto de Caridad Svich como de Artús Chávez. “La Casa de los Espíritus” consigue lo que casi nadie logra, una adaptación que satisface a los fanáticos del producto original.
“Vamos a borrar las memorias de una vez por todas.”Por supuesto que nada de esto sería posible sin un trabajo actoral que respalde la visión de dramaturga y director. El elenco de “La Casa de los Espíritus” es, en su mayoría, congruente y consistente con la línea narrativa de la obra al entregar actuaciones mesuradas y contenidas, con acentos precisos cuando así es requerido. Destaco el trabajo realizado por Daniela Schmidt como la prostituta Tránsito Soto, quien verdaderamente captura el alma de su personaje a través de los años, transformándola adecuadamente con el paso de cada década de una ambiciosa arribista a una exitosa mujer de negocios y una buena amiga. Igualmente aplaudo, por encima del resto del elenco, el trabajo realizado por Sonia Franco como la clarividente Clara, el de Maya Zapata como Alba, sobre todo hacia el final de la obra, y el de Johanna Murillo como Blanca. Momentos donde los tres personajes confluyen en la misma escena, estando vivas o muertas, en el presente o en el futuro, logran dar una muestra de la presencia escénica que las tres actrices pueden proyectar.
“Le tengo tirria a todos los que engendran y luego olvidan.”De verdad la pasión con la que las cuatro mujeres con las que fui a ver “La Casa de los Espíritus” resultó contagiosa. Cuatro generaciones de la familia Trueba fueron aplaudidas y amadas por cuatro generaciones de espectadoras, otorgando un sello de absoluta calidad a un montaje arriesgado en su pretensión y hermoso en su manufactura. Una y otra vez he escuchado los problemas intrínsecos que conlleva adaptar una novela a otro medio, ya sea escénico o fílmico, siendo demeritado el original en el gran groso de las ocasiones. Es un placer para mi informar que esta adaptación es precisa, fiel al original y de una estética visual que mantiene cautivo al espectador, sobre todo aquel que pasó largas horas leyendo lo que produjo la mente de Isabel Allende.
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