JUANA RAMÍREZ
Para quienes entienden que Sor Juana es mucho más que una imagen en el billete de 200 pesos.
JUANA RAMÍREZ
“No me parece pertinente que una religiosa tenga voz.”
El día comienza como cualquier otro en el convento de las Jerónimas. Entre preparar el pan, discutir el más reciente chisme que tiene que ver con una Carmelita que flota milagrosamente y uno que otro chisme sobre ayuno, un grupo de monjas realizan las labores que la sociedad ha marcado para estas mujeres devotas de Dios. Sin embargo, las cosas están por cambiar. Entre ellas hay una religiosa que no reza con la Biblia, sino con libros de botánica; a quien El Señor ha bendecido con el don de la letra escrita; una mujer capaz de capturar la belleza del mundo en un soneto, y al mismo tiempo encontrar el más profundo amor en la realeza prohibida. Relájense, beban un refrescante vaso de agua, y descubran como en cinco siglos las cosas parecieran haber cambiado… no tanto en realidad.
“La marquesa quiere ver una comedia de enredos amorosos.”
La figura de Sor Juana Inés de la Cruz, su vida personal, obra y relevancia sirven como base para que la renombrada creadora escénica argentina Andrea Garrote construya “Juana Ramírez”. A través de desarrollar una comedia de puertas con tintes dramáticos, la autora presenta una narrativa que entremezcla ficción con hechos históricos para no sólo abordar el tema de la llamada décima musa, sino también para hablar del teatro como herramienta de denuncia, evidenciar la manera en que el patriarcado ha subyugado a la mujer a pesar de sus propias fortalezas, dejar en claro que Juana Ramírez de Asbaje fue una mujer de carne y hueso, una de las más grandes figuras literarias en la historia, no una imagen que el sistema ha convertido más en una efigie sin mayor sentido que el decorar un billete.
“Sor Juana es la excepción a las reglas que el Señor creó para la mujer.”
Para sorpresa de monjas, gobernantes y hombres de la túnica, Sor Juana ha sido seleccionada para escribir un texto en conmemoración a la llegada del virrey. Claro que esta reacción no es debido a que alguien dude de las capacidades de la monja para escribir, sino por el hecho de que se trata de una mujer. Más adelante, Juana ha escrito una obra de teatro que las monjas del convento ensayan, aun cuando saben perfectamente que los hombres a cargo no les permitirán presentarse, dado que a una mujer jamás se le permitiría tal barbaridad. Entre múltiples aciertos con los que cuenta la dramaturgia de “Juana Ramirez”, su ingenioso humor que incluye juegos de palabras y muy pertinentes alusiones al lenguaje inclyente, o la manera en que se aborda la relación afectiva que existía entre ella y la virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, también conocida como la Condesa de Paredes, como ejemplos, se destaca la elegante y sutil manera de abordar el feminismo desde un discurso que permite la reflexión personal y evita por completo lo discursivo o aleccionador. Aunado a esto Garrote consigue crear una línea argumental que conecta directamente la historia de aquella que fue nombrada la peor de todas, una mujer que tuvo la osadía de ser inteligente, docta y letrada, con la misoginia que impera aún en nuestra realidad de la segunda década del nuevo milenio.
“Dios está en todas partes, la Santa Sede no.”
El escenario cuenta con dos mesas y un par de cajas, todo de madera, donde se desarrolla gran parte de la narrativa. A este dispositivo se suman tres marcos de madera elevados y móviles que presentan varias puertas que se van abriendo y cerrando a medida que aparecen diversos personajes a través de ellas. La iluminación a momentos es a momentos perfectamente tradicional con la época en que se desarrolla la acción. Sin embargo, en momentos claves de la obra aparecen luces led neón para crear puentes con el presente. Esto mismo se logra a través de la presencia de música rock utilizada para acentuar algunas transiciones o escenas clave. La dirección en “Juana Ramírez” a cargo de la misma Garrote se beneficia por un sólido equipo creativo que incluye a Mario Marín en el diseño de escenografía y vestuario. Iluminación de Jesús Giles, y la música original compuesta por Federico Marquestó. Entre compartir un poco de agua de dudosa calidad con el público, crear escenas entre Sor Juana y la dueña de sus afectos mientras portan sombreros vaqueros, y presentar un constante abrir y cerrar de paneles, el montaje cuenta con un ritmo fluido, ligero y dinámico que permite acentuar y fortalecer el texto, y las críticas al sistema que lanza, para un mejor recibimiento entre las butacas.
“No me interesa ser un emblema de nada.”
El inicio de la obra es una escena casual en una cocina de convento. Las bromas entre las monjas son de gran comicidad mientras hacen la mímica de estar preparando pan. Estas mismas mujeres se convertirán en actrices de teatro, y en la voz de una generación que ya no está dispuesta a continuar permitiendo violencias. Por su parte, Juana se presenta en un inicio como una figura que disfruta de ser sencillamente una mujer dedicada a la oración y el estudio. A medida que se va desarrollando la acción, poco a poco va apareciendo la poderosa voz de Sor Juana Inés de la Cruz, mujer que, aunque no lo quisiera, se convertiría en una de las letras femeninas más importantes de la historia. El elenco de “Juana Ramírez” está conformado por Karem Manzur, en el personaje titular, Gema Muñoz, Karina Meneses, Patricia Estrada, Karla Piedra, Ruth Vargas, Max Madrigal, Selena Arizmendi, Miriam Chazaro, Katia Lagunes, Raúl Pozos y Carlos Ortega. Más allá de un trabajo sólido, que claramente está construido desde un lugar de honestidad emocional, la actuación de cada uno de los integrantes de la puesta en escena consigue fortalecer la labor histriónica del otro, en una evidente comunicación armónica en la que cada una de las actrices y actores alimentan la interpretación en equipo. El resultado es loable al encontrar un amplio elenco de talentos donde lo que sobresale es el conjunto y no sus partes individuales.
“Lo importante es que nadie salió ofendido.”
Pocas figuras en la cultura pop me producen mayor resquemor que la de Frida Kahlo. Que quede claro que aprecio su obra pictórica, aun cuando honestamente prefiero por mucho la de Remedios Varo. Sin embargo, la sociedad ha adoptado la figura de Kahlo como una marca, un producto a vender en cuanto artículo se pueda, siendo ella, la mujer de uniceja, lo que se consume y no sus pinturas. Tras aplaudir profundamente “Juana Ramírez”, no pude evitar encontrar un cierto paralelismo entre ambas mujeres, uno en el que la sociedad mexicana siempre habla maravillas de la obra de Sor Juana, aun cuando sean pocos los que siquiera pueda nombrar el título de una sola de sus creaciones literarias más allá de repetir como loros aquella cita de los hombres necios, muchos sin siquiera entenderla. Sor Juana es mucho más que una imagen en el billete de 200 pesos, pero aun estamos algo lejos de entenderlo. Gracias teatro por recordárnoslo.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Juana Ramírez
DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Andrea Garrote
ELENCO: Karem Manzur, Gema Muñoz, Karina Meneses, Patricia Estrada, Karla Piedra, Ruth Vargas, Max Madrigal, Selena Arizmendi, Miriam Chazaro, Katia Lagunes, Raúl Pozos y Carlos Ortega.
DÓNDE: Teatro La Caja UV
DIRECCIÓN: Calle de la Pérgola s/n, Zona Universitaria, Xalapa.
DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.