FOTOGRAFÍAS: RAÚL KIGRA CORTESÍA DEL INBAL
Hay momentos para tormentas necesarias
Hay momentos para tormentas necesarias
Karla Deyanir Sarmiento Aguilar
¡Se acerca la tormenta!, ¡eso ya lo dijimos, eso ya sucedió! ¡Prepárense para el impacto! Frases estridentes que enuncian los tres actores de Culebrinas Arte Acapulqueño, en los primeros minutos de su montaje No me olvides. El escenario —dispuesto a cuatro frentes— se acota con barras LED en el piso creando un espacio rectangular, donde los actores jugarán con tablas y bastones de madera; muñecos de superhéroes y otros elementos que abrirán la memoria con el expandido de truenos sobre el mar. El paso del Huracán Otis (2023) será la metáfora para contar esta historia.
El grupo conformado por Rodolfo Soto, autor y director quien comparte escena con Leonardo Cuesta y Bruno Medellín, además del músico Enock Rodríguez, mencionaron en entrevista que la propuesta fue beneficiada con el proyecto En compañía de la Compañía de la CNT, que llegó a Acapulco como una acción resiliente para reactivar procesos escénicos después del huracán Otis.
En esa ciudad, cuya imagen se basa en el turismo y los servicios que ofrece el histórico puerto, la agrupación planta la semilla escénica desde la introspección sobre su masculinidad en el entorno familiar y las formas de relacionarse entre hombres. Abuelo, padre e hijo están inmersos en una tormenta cíclica compuesta por enfrentamientos, miedo, reclamos, silencios forzados que se encarnan en sus lazos familiares por generaciones y que nuevamente emergen mientras el huracán toca tierra.
Con un estilo de teatro físico en el que los tres cuerpos enérgicos se relacionan entre sí, nos sitúan —a través de objetos— en diversos momentos dramáticos: la llegada de la tromba, las caminatas por la montaña y sus constantes desencuentros. El trabajo corporal de los actores es óptimo, tanto en el entrenamiento como en la construcción de los personajes. En esta representación de la catástrofe, tres hombres habitan la emergencia, el único momento en donde se han podido mostrar tal cual sienten. Padecen y evocan sentires que serán encarnados para seguir reproduciéndose en la cotidianidad pues el binomio patriarcado/ heteronormatividad sigue imperando. Esto abre la posibilidad de reflexionar: ¿cómo se relacionan los hombres entre sí? O bien, ¿qué tan difícil es hablar de lo que se siente?
En este tenor, la personalidad del abuelo despliega las características de fortaleza y control de los hombres de su familia, revelando que son atributos de la masculinidad hegemónica que ha sido heredada a su hijo y nieto, carga doble como señala el hijo en un momento de la obra. Los tres actores construyen una paradoja interesante, en la ficción nos muestran la tensión entre el abuelo con su hijo que a su vez es padre y descendiente; nos otorgan la complicidad genuina entre actores, lo que lleva a conectar con el público. El acompañamiento sonoro de Enock Rodríguez nos envuelve en la reminiscencia acústica del desastre natural, maneja tensiones y también las disipa. El lugar que ocupa, entre las butacas, apoya la construcción de atmósferas.
La intensidad física del montaje se mantiene en la mayor parte de la historia y deja poco espacio para que los aforismos que la dramaturgia propone puedan comprenderse y respirarse. Los rompimientos de los personajes hacia lxs espectadores muchas veces quedan en el aire y, desde mi perspectiva, disipan la posibilidad de desarticular el arquetipo de lo que significa ser hombre, porque dibuja la historia de ese abuelo, padre e hijo que se desencuentran, pero validan su relación y lazo familiar. En este sentido, me pregunto ¿qué pasa con aquellos hombres sin figura paterna? ¿Cómo configuran su masculinidad? ¿Es lo mismo ser un hombre de la costa, de ciudad o de la sierra?, al mismo tiempo comprendo que no todos los hombres son iguales.
Casi al final, estos personajes se vuelven mar en calma, se vulneran ante el público, se abrazan y la representación sobre los afectos y cuidados se vuelve poderosa. Esta propuesta deja atisbos que invitan a explorar la profundidad de las implicaciones del constructo de masculinidad. Sin embargo, la narrativa es repetitiva y coloca en un bucle la dinámica familiar, no hay avances ni sorpresas. Entiendo que como mujer, tengo cierta distancia y no consigo conectar con lo que significa ser hombre y lo complejo que es hablar de sus sentires; sin embargo, esta distancia no me impide observar que se pueden tener otras posibilidades para contar, sentir y resignificar lo humano ya que el horizonte se expande y se colma de nuevas exploraciones.
Ficha técnica
Autoría y dirección: Rodolfo Soto
Con: Bruno Medellín Mota, Rodolfo Rolando Soto Martínez y Leonardo Cuesta Mazorra
Música: Enock Rodríguez
Entrenamiento corporal y coreografía: Elian Ramírez
Iluminación: Jesús Giles
Técnica: Alejandra Espinoza
Producción: programa En Compañía de la Compañía, de la Compañía Nacional de Teatro

