Para quienes quieren carcajearse con la irreverencia de dos monjas y una prostituta.
HÁBITOS OCULTOS
Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (@RiAlCastillo)
“Este no es un convento normal y ya lo verán.”
El convento de las monjas de Santa Ágata Mártir está pasando por una época económicamente muy difícil y el rompope nomás ya no se vende como antes. Más ahora que el Cardenal le acaba de informar a la madre superiora que ya no le va a pasar sus hostias psicotrópicas de forma gratuita. Hay que buscar desesperadamente nuevas maneras de generar ingresos para que las hermanas puedan seguir manteniendo su muy humilde estilo de vida y sobre todo para que la madre superiora no se quede sin sus pasones de coca o sus churros de marihuana. Tal vez esa prostituta que acaba de matar a alguien del público pueda ser la solución.
“Recibo al señor adentro de mí, uno diferente cada hora.”
Un espectáculo de cabaret estelarizado por una prostituta y dos monjas no necesariamente es la premisa más original del mundo, aunque siempre mezclar la religión con el sexo es una excelente fórmula para hacer reír. Lo que hace verdaderamente único el espectáculo de cabaret “Hábitos Ocultos” de Álex Figueroa es el nivel de irreverencia con que se atreve el escritor a irse hasta la cocina y más allá, sin ningún tipo de límite o censura, para escándalo y muchísimas carcajadas de todos los asistentes.
“Es que no es casual, soy sensual y un poquito sexual.”
Una monja muy devota y muy lesbiana junto con una prostituta de barrio son un cómico punto de partida, sobre todo cuando se presta para muy, muy directa participación con el público donde un elegido será literalmente asesinado tras un lamentable acoso sexual. Pero el verdadero desvarío, la más profunda crítica a la religión católica y las mayores carcajadas suceden con la presentación de una madre superiora perversa, hedonista, avariciosa, y muy, muy enfermita de su cabeza. Desde los tacones reminiscentes a las zapatillas de rubí de Dorothy, hasta el collar rojo sadomasoquista con púas, este personaje es el perfecto ejemplo de lo que siempre he pedido de una buena farsa: si te vas a pitorrear de algo, tienes que irte hasta las últimas consecuencias. “Hábitos Ocultos”, como texto, lo consigue espléndidamente bien.
“Perdona nuestros arrimones, así como nosotros perdonamos a los que nos la arriman.”
Aunado a todos estos elementos, como buen espectáculo de cabaret “Hábitos Ocultos” utiliza la música como medio de expresión y lo consigue de manera veraderamente deliciosa. Ya sea viendo a Sor Raymunda con un hábito de monja muy sugerente cantando “Suavecito” de Laura León o escuchando oligofrénicamente a Sor Rita cantar una muy irreverente versión de “La Chica Ye Ye”, versiones modificadas de canciones de todo tipo de género se hacen presente durante el montaje como una prueba más del ingenio de Figueroa.
“¡Podemos vender prepucios de Jesús!”
El ritmo que se debe de imprimir a una comedia, más aún a una farsa, debe de ser veloz, fluido y constantemente en ascenso para poder llevar las situaciones presentadas a su máximo efecto. Esto es la tarea que el director Oscar Olivier debe de continuar trabajando en “Hábitos Ocultos” para verdaderamente enfatizar y maximizar el texto, darle mayor fuerza al montaje en general y mantener la atención del público cien por ciento enfocada. Transiciones entre escenas que dejan el escenario vacío por segundos, entradas y salidas de actores entorpecidas y un manejo un tanto básico de los elementos escenográficos y de iluminación afortunadamente se compensan con la fuerza de las palabras escritas por Figueroa y la muy grande simpatía de todo el elenco.
“¿Y las medias de red, madre?”
Un espectáculo de cabaret depende en gran medida de que los actores se diviertan mucho sobre el escenario, contagiando a todos los espectadores de su gozar. “Hábitos Ocultos” consigue esto con creces, ya que a los tres involucrados en el montaje se les nota a leguas qué tanto están disfrutando sus interpretaciones, mismas que ejecutan con toda seriedad, lo cual es esencial en el ámbito de la farsa. Álex Figueroa, quien se encarga de dar vida a Sor Rita, el personaje aparentemente menos vistoso de la obra, y Gilda Valderrábano, como la prostituta Deyanira, quien luego se convierte en Sor Raymunda, se dejan llevar por sus personajes con chispa e ingenio, el primero completamente clavado en su devoción, la segunda consiguiendo una grotesca y decadente versión de una sexoservidora de alguna zona más baja que La Merced. El papel más lucidor de la obra se lo lleva sin duda Omar Olvera quien, aun cuando podría mejorar muchísimo su interpretación de la madre superiora con mayores matices y menos gritos en su actuación, se gana a pulso los aplausos más estruendosos al final de la función gracias a una enorme expresividad y un buen entendimiento del tipo de vodevil al que se debe someter su personaje para ser efectivo.
“Recuerden, Dios es de quien lo trabaja.”
Aun cuando creo fervientemente en Dios, no soy católico. De hecho trato de alejarme de todo aquello que tiene que ver con religión a menos de que sea una ocasión para reírme a pierna suelta, como suele suceder muy comúnmente en el cabaret. Menciono esto a razón de que rara vez me siento escandalizado o shockeado cuando se trata de estos temas muy delicados. “Hábitos Ocultos” me hizo reír mucho, más por el gran nivel de irreverencia que se atreve a manejar al mezclar la religión no sólo con temas de sexualidad, sino con drogadicción, tele mercadeo y la explotación de las masas incultas para conseguir dinero en nombre de Dios. Aplaudo el ingenio y el valor, la comicidad y el atrevimiento con que un grupo de teatreros atacan y critican al opio del pueblo, bajo el muy sencillo cobijo de querernos divertir. Amén.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Hábitos Ocultos”
DRAMATURGIA: Álex Figueroa
DIRECCIÓN: Oscar Olivier
ACTÚAN: Álex Figueroa, Omar Olvera y Gilda Valderrábano.
DÓNDE: Centro Cultural Carretera 45
DIRECCIÓN: Juan Lucas Lassaga 122, Colonia Obrera.
CUÁNDO: Miércoles 20:30 hrs.
COSTO: $160. Boletos en taquilla. Aplican descuentos.
DURACIÓN: 75 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking. Se encuentra a dos cuadras del metro General Anaya. Cuenta con cafetería.
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