Elactor pensaba que ya no volvería a actuar. Entrevista con Ana Herrera y José Ángel Soto de Convoy Teatro

Por  |  0 Comentarios
COMPARTE!

Elactor pensaba que ya no volvería a actuar. Entrevista con Ana Herrera y José Ángel Soto de Convoy Teatro

Fernando Martín Velazco

Ana Herrera, codirectora y autora de Elactor obra programada en la 45 Muestra Nacional de Teatro, recuerda los inicios del Colectivo Cuerda Floja como una apuesta por la autonomía y la búsqueda de herramientas que ampliaran el lenguaje teatral en su comunidad: Nosotros —José Ángel y yo— iniciamos en 2007 aquí en Durango, con la idea de crear un colectivo. Después, con los proyectos se fueron uniendo más miembros. Desde entonces hemos buscado distintas herramientas: los títeres, la musicalización en escena, el clown, la actuación… y hemos tenido la fortuna de visitar otros países.”

La necesidad de construir desde lo disponible llevó al grupo a desarrollar una práctica escénica multidisciplinaria, con tinte artesanal. Para José Ángel Soto, codirector de la obra, la lejanía geográfica se convirtió en un impulso creativo: Sabíamos que o aprendíamos a hacer las cosas o nadie las haría bien. En Durango estamos lejos de los grandes centros, así que fue necesidad, pero no desde la victimización sino desde la sustentabilidad artística y económica. Si había alguna referencia, era ideológica; por ejemplo, una titiritera llamada Ilka Schönbein, que trabaja entre danza contemporánea y experimentación. Veíamos cómo combinaba el títere con otros elementos sin quedarse solo en eso. Y claro, el títere ofrece muchas técnicas, es una bolsa de herramientas. No todo se resuelve con el mismo tipo de títere.

Con el paso de los años, esa independencia derivó en una metodología que combina elementos y técnicas: Aunque nuestras puestas en escena tienen elementos de títeres, no es lo fundamental. Si la herramienta no funciona, no la usamos. […] El actor es lo fundamental y buscamos dotarlo de las mayores herramientas interpretativas posibles.

A partir de esa visión, el Colectivo Cuerda Floja pasó años forjando su oficio en Durango, entre talleres, temporadas y montajes que combinan títeres, actuación y música. Desde ahí, su trabajo se proyectó a circuitos nacionales y colaboraciones internacionales: presentaron Postmortem en la Muestra Nacional de Teatro de 2013, hicieron temporadas en Ciudad de México y participaron en el programa Circuitos Escénicos. A su vez y de forma paralela, abrieron procesos fuera del país: Madre Coraje con Puppet and its Double, en Taiwán (2017–2018), trabajos con Rolling Puppet, en Macao y estancias en Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Bahréin y Kuwait, entre otros. Este año regresan a la Muestra Nacional de Teatro con un proyecto que pese a su trayectoria, les exigiría desarrollar nuevas herramientas de ensayo, manipulación y cuidado del cuerpo en escena.

Elactor parte de un texto escrito por Ana Herrera en 2018, titulado El Centauro, que encontraría forma escénica en diálogo con la biografía y la voz de Fernando Aguirre: La inspiración vino de recordar un chico que conocí en el hospital, con tetraplejía. Recordé nuestras interacciones y de ahí imaginé cómo pudo haber sido su vida desde el nacimiento. En la historia, el personaje ya nace con una discapacidad, pero —al contrario que en la realidad— su condición mejora y se vuelve una especie de conferencista, alguien que transforma su limitación en fortaleza. […] La obra homenajea especialmente a la madre, ese amor que te impulsa a seguir, que se vuelve tus manos y tus pies.

La obra es protagonizada por Fernando Aguirre, actor, narrador oral y maestro de teatro con más de dos décadas de trabajo en Durango, beneficiario del PNTE en múltiples ediciones y del FONCA en narración oral. En 2020 fue diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa sin cura conocida, la cual daña las neuronas motoras y provoca pérdida progresiva de fuerza y movilidad afectando la deglución, el habla y, en etapas avanzadas, la respiración. En escena, su herramienta central es la voz, mientras su motricidad es asistida por los titiriteros.

El proyecto surge como propuesta para el PECDA Durango 2024, en la categoría de Creadores con Trayectoria. Herrera cuenta que fue José Ángel quien propuso la colaboración con Aguirre: José Ángel platicaba con Fernando y surgió la convocatoria del PECDA. Le comentó: ‘Podríamos meter un proyecto. Nosotros te apoyamos, esta es la idea: el texto es este, léelo’. Al principio él decía: ‘¿Pero cómo lo voy a hacer? Si no me puedo mover’. Y José le respondió: ‘Tú tienes una nueva actoralidad; esta es tu nueva etapa’. […] Él se animó muchísimo, quedó seleccionado y así pudimos realizar el proyecto.

La dirección compartida entre Herrera y Soto implicó un proceso de exploración sobre los límites del cuerpo, la técnica y la ética del cuidado: Sinceramente, dice José Ángel, no había referencia. La decisión de hacerlo fue lo que nos movió. Es un cuerpo que, si lo tocas o cargas mal, se lastima; te lastimas tú. Hay que perder esa repulsión que a veces tenemos ante la enfermedad o la fragilidad. El nivel de compromiso fue enorme, porque antes que nada, Fernando es nuestro amigo. Aprendimos con ayuda de su enfermero cómo cargarlo, moverlo, evitarle dolor. Hasta detalles como ayudarle a escupir una flema o relajarlo antes de entrar.

Para Ana Herrera, ese cuidado se volvió parte del lenguaje escénico: Aunque yo tuviera antecedentes médicos, no es lo mismo tratar a un paciente que a un amigo. Te das cuenta de las dificultades diarias, desde moverlo por calles empedradas hasta subirlo a una camioneta. A veces los cargadores del mercado nos ayudaban. […] Ensayamos en su casa para adecuar piezas, tiempos, posiciones. […] Todo era ensayo constante cuidando su comodidad. […] En sí, es una nueva técnica, pero centrada en el cuidado del cuerpo.

El resultado fue una obra muy singular, que ha generado respuestas emocionales de parte de los públicos ante los que se ha presentado. Explica José Ángel: La teatralidad es la potencia del actor, que no tiene absolutamente nada más y aun así genera una presencia poderosa. El actor y la obra corren en paralelo con su vida y con la ficción creada por Ana, que es como un cuento. Nosotros queríamos generar un juego, una especie de código entre fantasía y realidad, donde el actor —desde su propia vida— implota y nos mueve.

Es la voz de Aguirre la que se mantiene como el eje de la puesta en escena, la misma del narrador oral que ha sido durante más de veinte años: Él nos dio una gran lección de entrega, cuenta Ana, sus antecedentes lo ayudaron mucho, la voz sigue siendo su herramienta principal. Él dice: ‘Todavía no pierdo mi voz, porque sé que la voy a perder’. Y mientras tanto la aprovecha. Tiene temple, determinación; nunca se queja. Eso se transmite al público: verlo en escena es inspirador.

La obra propone un planteamiento en el que la fantasía funciona como un vía de emancipación. Explica Herrera: El personaje, Elías, crea mundos imaginarios: corre con cíclopes, vuela en dragones, nada en el mar. El texto da esas imágenes y nosotros las traducimos con títeres. Aunque no es teatro infantil, puede disfrutarse por públicos jóvenes. […] En algunos momentos, el títere lo representa en otros planos: viaja, vuela, se sumerge. Aunque no esté físicamente en escena, sigue dando la voz. Es un diálogo entre su cuerpo y su imaginación.

José Ángel coincide: El hecho de que se generen fantasías o mundos tiene que ver con lo que él vive ahora: su imaginación es su territorio. No es romanticismo, es literal. Si sueña que esquía, es su imaginación la que lo permite. El propio hecho de hacer la obra era un sueño. Él mismo pensaba que ya no volvería a actuar. La imaginación es su herramienta más poderosa, su refugio y su escenario.

Elactor llega a la 45 MNT después de realizar una temporada en un espacio independiente y participar en un festival el año pasado. Como es de suponerse, la participación en la misma es un desafío logístico, pues los retos de movilidad y el cuidado del protagonista aumentan con el paso de los años al tratarse una enfermedad degenerativa: La sola noticia de ser seleccionados iluminó la vida de Fernando, explica José Ángel. En su situación, cada día es valioso. La Muestra ya nos regaló algo enorme: una felicidad profunda […]. A través de él entiendo la esencia del actor: alguien que, incluso con el cuerpo limitado, tiene hambre de escena. Subirse al escenario lo llena de vida y el público le responde con abrazos, con cariño. Es una jeringa de vida, no un bálsamo. Para mí, esto trasciende el teatro. El teatro puede seguir siendo mediocre o grandioso, no importa, la vida es lo que cambia.

Ver la entrevista completa: https://youtu.be/aTX5f6N_6OA?si=VK006gOeGxdiUjW_

COMPARTE!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *