FOTOGRAFÍAS: RAÚL KIGRA CORTESÍA DEL INBAL
El susurro de Nuestra señora de las nubes
El susurro de Nuestra señora de las nubes
Por Karla Deyanir Sarmiento Aguilar
¿Qué pasa con el dolor del exilio? ¿Cuántas veces nos hemos sentido expulsados de los espacios que habitamos? ¿Qué tanto las estructuras sistémicas nos repliegan al desarraigo? La dramaturgia de Nuestra señora de las nubes, escrita por Arístides Vargas, propicia estos cuestionamientos sobre la identidad, memoria, destierro y el dolor que innegablemente compone nuestra realidad.
En el marco de la 45 MNT, el colectivo Multicultural Sonora llega con esta propuesta escénica, donde Bruna y Óscar —personajes principales— son interpretados por Kelly Key y Edgar Garalt, bajo la dirección de Dettmar Yañez.
Sin previo aviso, los personajes irrumpen el bullicio de lxs espectadores, Bruna y Óscar traen consigo bancos de madera que colocan sobre el escenario, dispuesto en arena. La forma de enunciar los textos, la corporalidad y el trazo escénico esbozan un estilo absurdista. El ambiente escénico confluye con el vestuario y el diseño sonoro de Benjamin Salas, así como con la iluminación de Dettmar Yañez y la escenografía de Edgar Zendejas; un conjunto sostenido por la energía de la actriz y el actor que por momentos invitaban a participar a lxs espectadores en los recuerdos de quienes dicen ser del pueblo de Nuestra señora de las nubes.
Los protagonistas cuentan cómo se formó el pueblo y también encarnan a los otros personajes. Don Tello y su hija Irma son la pauta para contar las otras historias. Irma —exhibida como bailarina de caja musical— tiene que mostrar sus manos a los hombres para poder casarse. Insumisa, asegura que solo contraería matrimonio con su propio padre, de ahí que el incesto sea el detonador de la amnesia selectiva en Bruna y Óscar.
El compromiso actoral es notable, en especial el de Kelly Key. El peso de la puesta en escena está en los actores, quienes presentan con dinamismo a otrxs habitantes de este desequilibrado territorio; sin embargo, llega un punto donde la carga significativa del texto, adherido a la diversidad de personajes, coloca a lxs ejecutantes en una variedad de matices por momentos inconsistentes, lo que produce confusión en algunos espectadores y ralentiza el hecho escénico.
La propuesta ofrece la posibilidad de decodificar algunos signos que se tejen con momentos álgidos y profundos. En este tenor, la abuela (Edgar) quiere hablar con Meme (Kelly), quien tiene una diversidad funcional y emite algunos sonidos que le impiden dialogar con su abuela; esta saca cajas grandes de cerillos que contienen hilos rojos, los cuales son repartidos entre los espectadores. Mientras la abuela habla, Meme se enreda entre las hebras y su cuerpo es sometido. Las personas no sueltan los hilos hasta que la abuela se da cuenta y exclama ¡suéltenlo! Una imagen que expone la pasividad que lxs personas tenemos ante este sistema y que me evoca a las Moiras y su control del destino.
El montaje esboza, por algunos momentos, el ingreso a espacios oníricos, es decir, juega con los recuerdos que se transforman y son contados de diversas maneras. Esto me lleva a Paul Ricoeur quien expone que todas las personas posibilitan la mímesis, pues se encarnan, se componen y se reconfiguran con la percepción propia y de los otros, a partir de la filiación narrativa. La identidad onírica de la dramaturgia es sobrepasada por los signos de la propuesta escénica, por tanto, excede al discurso y dificulta el ingreso como espectador al universo de Nuestra señora de las nubes; además, la música es intermitente, lo que no deja clara su función atmosférica.
La obra del Colectivo Multicultural Sonora muestra el exilio y abraza la memoria como acto de resistencia; la realidad se intensifica y la sensación de no tener un sitio en el mundo condiciona nuestros procesos vitales. Confrontar al público con la corrupción, violencia, discriminación y machismo —a partir de la ironía— nos da pie para desmantelar la idea sobre las transformaciones colectivas y, tal vez, preguntarnos por qué arrancarnos de raíz es parte de los mecanismos de opresión.
Ficha técnica
Autoría: Arístides Vargas
Dirección: Dettmar Yañez
Con: Kelly Key y Edgar Garalt
Escenofonía: Lenin Peña
Musicalización: Benjamin Salas
Diseño de iluminación y apoyo técnico: Dettmar Yañez
Diseño y realización de escenografía: Edgar Zendejas
Diseño de difusión: Maribel Ávila
Fotografía: Gabino Guerrero
Productora general: Beatriz Salas
Producción: Multicultural Sonora
Administrativo: Carmen Salas

