EL SÍNDORME DUCHAMP
Para quienes entienden que el buscar enorgullecer a los padres es un camino lleno de falsos aplausos.
EL SÍNDROME DUCHAMP
“Mamá, esto es para ti.”
Juan y su sombra trapean el piso. Ese es su trabajo, ni más, ni menos. Sin embargo, el joven migrante sueña con una vida mejor, en la que un teatro a reventar estalla en carcajadas con su rutina de stand-up y le regala una enorme ovación, una de la que su madre se pueda sentir orgullosa. Entre ratas disfrazadas de ardilla, una cucaracha capaz de discutir a Kafka, y cuadros de arte moderno que inspiran a volar, un conserje será víctima de sus propios sueños falsos o, por tan sólo un dólar, alcanzará el sueño americano.
“Esa pintura me está provocando algo que no sé qué es.”
La eterna búsqueda por la aprobación de los padres, así como los sueños que llenan la mente de aquellos que han migrado hacia otro país en búsqueda de una vida mejor, son la base sobre la que el creador escénico Antonio Vega construye “El Síndrome Duchamp”. Esta pieza de teatro de objetos es, por un lado, un espectáculo visualmente arrebatador donde el uso de miniaturas elaboradas con meticuloso esmero sorprende una y otra vez al espectador. Por el otro, es una honesta dramaturgia en la que se explora una vida solitaria, plagada de sueños basados en el aire, mismos que se resumen a unos cuantos dólares guardados en tres frascos de vidrio que posiblemente nunca cumplirán su objetivo. Ya sea intentando pagar una cirugía de ojos a su madre, o planeando una boda con una mujer con quien tuvo una relación en su infancia, el personaje de Juan es un claro reflejo de todas esas ilusiones que mantienen de pie a millones de seres humanos cuya perspectiva del futuro sería desoladora de carecer de estas esperanzas.
“De repente, una rata entra en escena.”
Juan discute sobre cómo ser un gran comediante con una cucaracha con aspiraciones de filosofía; al visitar por primera vez el Museo de Arte Moderno MOMA en Nueva York, y enfrentarse con La Noche Estrellada de Van Gogh, todo su ser se eleva ante el poder que el arte ejerce sobre su mente; tras haber escuchado las múltiples cintas de audio que le manda su madre, Juan decide recortar las cintas para crear una grabación donde sólo se escuche las múltiples veces que su mamá habla de Dios. “El Síndrome Duchamp” abarca una multiplicidad de temáticas en su narrativa, producto de los múltiples fantasmas que aquejan la existencia del protagonista. Sin embargo, uno de los ejes que sostienen la dramaturgia se encuentra en el sentimiento de disminución que aqueja a Juan, mismo que se ve reflejado en el teatro de miniaturas que Vega, junto con su co-directora Ana Graham, utilizan como lenguaje escénico prevalente. De tal manera, este sentimiento de pequeñez, de ser menos que una moneda de centavo, se presenta de manera veraz en su desarrollo narrativo anímico, alcanza contundencia sobre el escenario a partir de la elaboración y manipulación artesanal de los objetos al punto de la fascinación por parte de la audiencia.
“La originalidad está sobrevalorada.”
Al inicio de la obra, Juan mueve un señalamiento amarillo de piso mojado para revelar un escenario de stand-up en miniatura. Ahí, una versión reducida de sí mismo realiza una pequeña rutina de comedia mientras fuma un diminuto cigarrillo, exhalando humo de verdad. Más adelante, al enterarse que su madre ciega va a visitarlo, Juan entra en pánico. Ante la perspectiva de que la anciana descubra que sus historias sobre ser un exitoso comediante son falsas, decide recrear una de las piezas más icónicas del artista conceptual francés Marcel Duchamp, para luego resignificarla como una máquina de aplausos. Estéticamente, “El Síndrome Duchamp” es una clase maestra en el teatro de objetos, en la manipulación de títeres, en el uso de tecnología de video para crear ilusiones a partir de miniaturas, así como de la resignificación que hiciera del artista francés un referente del arte moderno del siglo XX. Ya sea con una pequeña cucaracha sobre un escenario giratorio construido sobre un tocadiscos, haciendo acercamientos a una mujer sentada en una moneda de un centavo de dólar americano con una cámara de alta definición, o mostrando todo un escenario elaborado en la punta de un abatidor de lenguas, el público es presa de un encantamiento provocado por el evidente esmero con que se ha construido cada uno de los múltiples objetos que conforman la puesta en escena, y que fueron elaborados por el mismo Antonio Vega.
“El éxito fue un engaño, pero fue un éxito.”
Juan y su sombra se ponen una corona de la estatua de la libertad, verde y negra respectivamente, como lo indican sus naturalezas. Cuando Juan habla de María lleno de enamoramiento, confeti vuela por los cielos, cuando se trata de su mamá, lo embarga una mezcla entre desesperación y anhelo. Discutir sobre La Metamorfosis con una cucaracha es un ejercicio discursivo fascinante; explicar al público el arte detrás de una rueda es muestra de su carisma, al descubrir la verdad detrás de quien pretende casarse un momento devastador en el que el personaje se derrumba por completo ante la mirada compasiva del espectador. La fractura emocional desde donde parte Antonio Vega, a nivel actoral, es de evidente sinceridad. Ya sea tratando de ser gracioso, o derrotándose ante una vida que lo abruma, cada sentimiento que expresa Juan en manos de Vega es absoluto, creíble, toca fibras emocionales profundas. A su lado, María Kemp como su sombra y asistente en la manipulación de objetos, realiza una labor loable al reflejar las emociones de su contraparte luminoso en absoluto silencio. Una labor en conjunto digna de ser reconocida, sin duda.
“¿Estás orgullosa de mí?”
Estoy a punto de cumplir 49 años y yo confieso que vivo atrapado. No importa cuántas veces me repita mi madre cuán orgullosa se siente de mí, aun sigo buscando su aprobación a cada paso que doy. Peor aún, mi padre murió cuando tenía 12 años, y sigo preguntándome si se sentiría orgulloso de su hijo crítico de teatro. No importa con cuantas cucarachas converse, la cantidad elogios reciba de otras personas al respecto de mi trabajo; independientemente de los reconocimientos que reciba, o de las veces que esté solo tratando de crear mi propia máquina de aplausos, este diminuto ser humano lo único que siempre buscara será una palmada en la espalda de su padre muerto, una sonrisa de su amorosa madre, ambos expresando cuán orgullosos se sienten de su Juanito.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: El Síndrome Duchamp
DRAMATURGIA: Antonio Vega
DIRECCIÓN: Ana Graham y Antonio Vega
ELENCO: Antonio Vega y María Kemp.
VOZ EN OFF: Concepción Márquez
DÓNDE: Foro Lucerna
DIRECCIÓN: Lucerna 64, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:30, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 12 de marzo 2023.
COSTO: $450. Disponibles en taquilla y Boletos para El Síndrome de Duchamp | Detalle de fechas para Más Teatro y Culturales | Ticketmaster MX
DURACIÓN: 100 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.