EL GRILLO
Para quienes quieren mostrar a sus hijos arte y belleza teatral en papel.
EL GRILLO
“El verano se detiene sobre la cabeza de un niño pequeño.”Verano. El sol calienta y el trigo ha sido recién cortado. El cielo está despejado y el mundo se abre como un bello capullo para ser descubierto por un niño de apenas seis años, listo para explorar todo a su alrededor. Nuestro planeta es un lugar lleno de secretos. ¿Quién hubiera podido imaginar que un simple grillo, un insecto de los millones y millones que habitan en la Tierra, podría encerrar uno de los más grandes misterios de todo nuestro existir?
“Teo se arroja en sus brazos y le cuenta del olor de su mañana.”Todo escritor comprende que una hoja de papel en blanco es uno de los espacios más inmensos en todo el universo. En ella cabe el potencial de la más grande historia jamás contada o el poema más lírico. En una hoja de papel se puede contener una constitución, una carta de liberación o una condena. Pero el papel también se puede doblar, se puede cortar, se puede manipular y se puede crear con él universos enteros sin la necesidad de una sola palabra. La compañía “Teatro Papel de Luna” lo entiende perfectamente y lo lleva a la escena con “El Grillo” de Suzanne Lebeau.
“Inmensidad. Teo todavía no conoce esa palabra.”Basado en las confidencias de una amistad a la autora, “El Grillo” es la bella y dura historia de Teo, quien aprende sobre la eternidad, la vida y la muerte, la inmensidad y la grandeza de la naturaleza a partir de simplemente sostener un grillo entre sus dedos. Una historia para niños que cautiva primeramente por su sensibilidad y belleza lírica en el lenguaje y que impacta por su sinceridad y belleza. Los niños entienden más de lo que creemos y Suzanne Lebeau no le teme a la verdad.
“El insecto le devuelve a Teo el tiempo que se escapa.”Forma y fondo llegan a una bellísima simbiosis en “El Grillo”. Denominado como “Teatro de Papel”, esta obra se cuenta en una especie de guiñol donde absolutamente todos los elementos han sido creados con papel. Diferentes formas de manipulación son empleadas, desde las más básicas como recortes sencillos hasta la técnica japonesa de Origami, para crear un micro-universo donde la historia será contada. Esta premisa ya es suficiente para mantener la atención de los niños por completo; sin embargo, yo como adulto, me encontré absolutamente embobado por la belleza artesanal, artística más bien dicho, con que el montaje ha sido creado. Basadas en la obra del pintor surrealista belga, René Magritte, cada una de las piezas utilizadas dentro del cuento son pequeños homenajes a un genio de la pintura del siglo XX. Si a esto le sumamos un diseño de iluminación imaginativo y primoroso en su sencillez, “El Grillo” resulta uno de las ofertas más hermosas en la cartelera de teatro infantil de nuestra ciudad.
“Corre para escapar de la eternidad que no pudo retener.”Pudiera ser que algunos padres se sintieran temerosos de llevar a sus hijos a ver una obra que toca temas un tanto delicados como puede ser la vida y la muerte. Mi respuesta sería simplemente que se atrevan a exponer a sus hijos a algo que va más allá de una historia que empiece con una lamparita saltando sobre una de las letras que forman la palabra Pixar. En la función que atendí, la cual estaba llena, más del cincuenta por ciento de los asientos estaban ocupados por niños y les puedo decir que estaban encantados con la historia, con el papel y con todos los estímulos que estaban recibiendo. Cuando a un niño se le habla con el lenguaje del arte y de la honestidad, son capaces de sorprender con su receptividad. Atrévanse a ir un paso más allá de Disney. “El Grillo” podría ser una excelente oportunidad.
“El grillo se ha quedado silencioso y Teo tiene miedo.”Como en la obra se nos indica, existen sesenta mil especies de insectos en nuestro planeta. En cada uno de ellos, en cada ser vivo que respira, se contiene el secreto mismo de nuestra existencia. Desde el más grande pensador, hasta el más insignificante grillo, todo ser merece respeto. ¡Qué bonita lección le podemos dar a nuestros hijos, sobrinos, nietos, alumnos! Cuando la obra terminó, a escasos 35 minutos de haber empezado, escuche el comentario de un padre que se quejaba de que la obra había durado muy poquito. El arte no se mide en dimensiones de tiempo o espacio, se mide en belleza.
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