Para quienes buscan ver un monólogo y una master class en actuación al mismo tiempo.

EL GORILA

Sus manos. Sencillamente no podía dejar de ver sus manos. No eran las manos de un hombre, sino las de un primate. No me refiero a maquillaje ni a pelos pegados en ellas, no, sino a la actuación. La actuación no estaba sólo en su cara o en sus palabras, en el texto o en la voz. Estaba en todo su ser. Humberto Dupeyrón  estaba transformado y entregado, convertido en el gorila.

El gorila ha sido aceptado en la Real Academia de las Ciencias y se encuentra ante nosotros para recibir tal honor. Esta es la premisa sobre la que Franz Kafka escribiera “Informe para una Academia” y de donde el genio director Alejandro Jodorowsky se basara para crear el monólogo “El Gorila”. De aquí parte una fuerte crítica a la naturaleza humana, al maltrato animal, a nuestro pervertido concepto de la libertad y a lo que consideramos sociedad civilizada.

Humberto Dupeyrón logra dos cosas que parecen increíbles de creer con el monólogo “EL Gorila”: superar un record imposible de romper y lograrlo con frescura.

Durante 22 años, Carlos Ancíra actuó en “El Diario de un Loco” y siempre fue la referencia obligada en cuanto a longevidad en el teatro se trataba, más aun por tratarse de un monólogo. Londres tenía “The Mousetrap” de Agatha Christie y México tenía “El Diario de un Loco” de Ancira. Pues las cosas cambian y es ahora Humberto Dupeyrón con 24 años en escena quien enarbola el honor del monólogo que más tiempo ha estado en escena en nuestro país. No es fácil decirlo, mucho menos hacerlo.

Lo que le gana la ovación de pie a Dupeyrón es que estos 24 años no pasan en vano. En muchas ocasiones he visto obras que ya llevan más de un año en cartelera y se les nota para mal. Los actores ya no tienen la misma fuerza, están solo marcando los diálogos o sencillamente ya están flojeando. Resulta impactante ver la energía que inyecta Dupeyrón a su gorila. Tal pareciera que acaba de empezar su temporada pues la obra se siente fresca, como si recién se acabara de montar. Ayuda que Humberto se divierte y aprovecha cada reacción del público para improvisar un poco al tiempo que mantiene alerta y a carcajadas a todos. El hombre transpira experiencia escénica. Se le nota lo dominado que tiene el papel y como juega con él y se divierte a medida que divierte a su público. Sabe que lo hace bien y vuelve a los espectadores sus cómplices para que todos pasemos 90 minutos llenos de risa y meditación. El mensaje de la obra es profundo, Dupeyrón lo hacer más a cada risa que nos provoca.

Hace más de 25 años, cuando apenas estaba contemplando la idea de dedicarme al teatro, fui a ver mi primera obra de teatro pagada con mi propio dinero. Fue “El Juego que todos Jugamos” dirigida justamente por Alejandro Jodorowsky. La debo de haber visto unas diez veces. Tal fue el impacto que tuve. Esa obra cambió mi forma de entender el teatro y de entender mi vida. Una de mis filosofías más poderosas de vida “El mundo es un lugar horrible, pero eso no significa que yo sea una persona horrible” viene de esa obra.

Hoy, que me dedico al teatro, regresa Jodorowsky a mi vida y lo único que pienso es en qué afortunado soy por tener la oportunidad de ver su trabajo de nuevo. Más afortunado aun cuando es a cargo de un actor como Humberto Dupeyrón que me enseña que la pasión por lo que se ama nunca disminuye, sino que crece y se alimenta con el tiempo.

DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)