El duelo y el público.

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El duelo y el público. Sobre LEIB: ¿qué puede un cuerpo? y su desenlace en la 45 MNT

Fernando Martín Velazco

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La pieza es una amalgama de teatro-danza con elementos instalativos. A partir de codificaciones corporales que aluden al proceso de búsqueda de los cuerpos de personas desaparecidas, los intérpretes van trazando un mapa sobre el escenario guiados por retículas generadas por la iluminación y las figuras trazadas en el linóleo. Detrás, cientos de bolsas negras de plástico generan una volumetría inquietante y protagónica.

La obra coloca pocos elementos en escena: las bolsas, unos montones de carbón, varios cuerpos vestidos de negro. Sin embargo, se construye sobre una arquitectura temática embrollada —acaso barroca—, que articula elementos del duelo personal con la búsqueda de los familiares de personas desaparecidas en México, paisajes sonoros de entornos naturales y urbanos, mitos griegos, mayas y judaicos, así como el testimonio periodístico. Como eje articulador está el poema La muerte no es todavía una fiesta de Martha Luz Pérez Robledo. El archivo del proyecto creado por el director, Shantí Vera, nos lleva a una lectura polisémica y compleja.

LEIB: ¿qué puede un cuerpo? de Compañía Cuatro X Cuatro, nos propone una apreciación distendida en código visual-sensorial. La sutil concatenación de atmósferas sonoras y lumínicas acompañan el demorado cambio en la disposición de objetos y cuerpos sobre el espacio escénico, el cual se encuentra completamente expuesto, a semejanza de la sala de un museo de arte contemporáneo.

La pieza es rica en sus matices. La composición sonora de Manuel Estrella y Fermín Martínez lleva el ritmo de la obra, que amalgamada con la dramaturgia lumínica de Jésica Elizondo, nos transporta a ese mapa de entornos sensitivos más que geográficos. En su centro descansa un símbolo: la bolsa negra de plástico abandonada en un lugar indeterminado. En su progresión, opulenta como el nacimiento de un volcán, la obra nos narra el proceso mediante el cual un objeto de producción industrial llega a representar un cuerpo y una ausencia. La bolsa se vuelve cuerpo, el cuerpo se vuelve palabra. La palabra, una vez en movimiento, se vuelve poesía y tránsito del duelo. La palabra se encarna y al ataviarse en una danza, descubrimos que al seguir las progresiones de Melissa Herrada sobre el escenario, hemos encontrado un lugar que prefigura un goce situado y sutil, que poco a poco se fundirá en ausencia.

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Después ha pasado otra cosa.

En lo que parece un epílogo en sustitución de la llamada de telón, los intérpretes se han colocado en el proscenio con luz general y semblante serio, acaso desafiante. En este tono de aparente protesta, han permanecido observando al público en completo silencio. Las reacciones han estado divididas: mientras algunos colegas del gremio han subido al escenario a acompañar el gesto, varios espectadores comenzaron a salir de la sala mientras la mayoría permanecieron incómodos en sus asientos. En tres ocasiones se ha intentado tímidamente iniciar la ronda de aplausos finales, pausados en el contexto de incomodidad general en la sala. Desde las butacas, una espectadora ha levantado la voz intentando abrir un foro público sobre el tema de los desaparecidos en América Latina, pero la confusión general le ha callado —y a todos con ella.

La pieza concluye con este acontecimiento que ha llevado a la estupefacción y al debate. Acaso un gesto que remite a la espera interminable de aquellas que buscan, sí. Un gesto público —también—, que ha ocurrido fuera de escena.

3.

En entrevista, Shantí Vera comparte que la inspiración para usar bolsas negras surgió hace cinco años durante sus estudios en Madrid, cuando al hallarse una en la calle, esto le remitió al necro-imaginario de las desapariciones en México. En su archivo sobre el proyecto también refiere a un caso documentado en Las Choapas, Veracruz en 2021, cuando a una mujer le fueron entregados los restos de su hermano en este tipo de envoltorio: “Estas noticias, estas imágenes, esta estética es ‘común’ en México.”

Esta asociación es comprensible, pero sus implicaciones al retomarla dentro de un mecanismo de representación, no son inocentes. La elección de una bolsa de plástico de un solo uso, inserta ese duelo en una materialidad y un modelo de producción específicos. La decisión de referir al Leib,  en lugar de, por ejemplo, el ánima forma corporis, el bakil-ch’ulel, o el nācuāyōtl —pone en cuestión una perspectiva nihilista aplicada a la lectura del proceso colectivo de búsqueda. Presenta la imposibilidad —entendida desde su teorización nietzscheana— de dotar a su esquema-conjuro de una dimensión anímica o trascendente.

No quiero hablar de conocimientos y saberes ancestrales, aunque desde ese lugar sea más fácil intentar explicarme, repite Vera en los varios documentos que acompañan al proyecto, sin explicar las razones de este enfoque. No hay obligación de dar explicación alguna. Pero la decisión tiene implicaciones. Sobre todo, cuando en el centro del proyecto Leib está el duelo colectivo y se decide desplegar sus elementos en gestos políticos fuera del espacio escénico. ¿Qué estamos esperando del espectador cuando le invitamos a participar en una obra, qué esperamos cuando le invitamos a participar de un conjuro sin ánimas? ¿Qué estamos esperando, cuando le interpelamos directamente con nuestro silencio al terminar la función?

Para Fabián Ludueña Romandini, el rechazo metafísico de la espectralidad resulta el gesto político que inaugura el espacio político de la modernidad: Sin una política de los sueños y sin una conquista estatal de la imaginación no podría existir un Leviatán que, precisamente, instala al nuevo soberano absoluto en el lugar imaginario vacante del antiguo espectro de las religiones antiguas.

Es evidente que la espectralidad cuenta con una múltiple y muy profunda tradición en México, anclada tanto en los pueblos indígenas, como en el legado hispano y afromexicano. Dirimir la representación de los cuerpos ausentes fuera de las formas tradicionales de representación, es una toma de postura que visibiliza e incomoda. En este caso, mediante un despliegue de símbolos y estímulos sensoriales, busca arrojarnos a un vacío colectivo anclado a una carencia que nos es común.

4.

LEIB se despliega sobre un mapa que habita cuatro preguntas: ¿qué puede un cuerpo?, ¿qué desea un cuerpo?, ¿qué resiste un cuerpo?, ¿qué olvida un cuerpo?

Abierto como hecho escénico y ahora desplegado como acontecimiento, surgen otras:

¿Quién y desde dónde interpela al público? ¿Para qué lo hace? ¿Qué espera de este?

¿Qué implica que un espectáculo se proponga conjurar, como un acto replicable en distintas funciones, la presencia de cuerpos desaparecidos? ¿En qué medida esa experiencia puede movilizar nuestra imaginación para encontrar salidas desde una potencia vital? ¿En qué medida se estiliza el dolor estimulando nuestros sentidos? ¿En qué medida nos indigna, en que medida nos neutraliza, en que medida nos distancia del tema y del acto escénico mismo?

¿Por qué subo al escenario? ¿Quién soy cuando lo hago? ¿Quién soy, cuando desde el escenario interpelo en silencio?

Si se trata de recordar, ¿a quién recuerda si no le nombra?

Si se trata de denunciar, ¿a quién lo hace si no le nombra?

En la pasada Muestra Crítica, cuestioné la forma en que un producto escénico dirigido a procesar el duelo podía convertirse de súbito en un aparato de vigilancia y control sobre el público. Javier Auyero explica que la espera es un mecanismo de control del Estado. ¿Hasta qué punto nuestros productos estéticos no se ven condicionados por estructuras que nos llevan a establecer mecanismos de vigilancia y castigo para ciertas poblaciones?

¿No es el vínculo entre creador escénico y el espectador una relación asimétrica?

Ficha técnica

Autoría y dirección: Shantí Vera
Con: Melissa Herrada, Sendic Vázquez, Jésica Elizondo, Hebzoariba H. Gómez, Arturo Lugo, Fermín Martínez y Shantí Vera
Investigación, coreografía y dirección escénica: Shantí Vera
Creación: Sendic Vázquez, Jésica Elizondo, Fermín Martínez, Arturo Lugo, Manuel Estrella, Melissa Herrada y Shantí Vera
Dramaturgia lumínica: Jesica Elizondo
Dramaturgistas: Sabine Chwalisz y Hebzoariba H. Gómez
Textos: Mirtha Luz Pérez Robledo
Dramaturgia sonora: Fermín Martínez
Composición sonora: Manuel Estrella y Fermín Martínez
Dirección de arte: Arturo Lugo desde Tun Project
Producción creativa: Melissa Herrada y Arturo Lugo desde Tun Project
Asistente de producción técnica: Iliana Olalde y Melissa Herrada
Registro fotográfico: Paulina Cervantes / Maremoto Producciones y Matías Gutiérrez / Próximamente Festival
Video: Fernando Frías / Maremoto Producciones
Performers invitados: Luis Rubio, Eliana Jiménez, Aniram Lara y Alejandra Flores
Production: Fabrik Potsdam y Plataforma (Alemania), Centro Cultural Helénico, Danza UNAM, Programa MEGA 2021 y 2024 (Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales), Próximamente Festival, KVS y Workspacebrussels (Bélgica) y Cuatro X Cuatro

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